EL error más grave de Yolanda Barcina (YB) no es que se niegue a dimitir. Ya sabemos que este es un verbo que carece de presente. Lo más grave es no reconocerse culpable. Como si la vida, lo que sucede a nuestro alrededor, no fuera con ella. Como si de esa insensibilidad a la irrefutable realidad, quisiera hacer bandera, santo y seña para reforzarse en un enroque enloquecido. El error más flagrante de la Presidenta es no asumir responsabilidades personales en el fracaso de la gestión de un gobierno en deconstrucción y sin garantías. Ni políticas, ni ciudadanas. Y es que quizás, para ella todo ejercicio de franqueza sea solo un acto indecente.
No hay una sola declaración suya en la que reconozca que algo ha hecho mal, que en algo se ha equivocado. Que alguna porción del problema actual obedece a su responsabilidad. Que tiene arte y parte, como garante de sus decisiones, en la configuración y desarrollo de la actual crisis navarra. Que ella y su partido forman parte del conflicto. Lo quieran o no. Y por supuesto, también de la solución. Pero no pueden ignorar sus errores continuados, desde el resentimiento y soberbia de sus análisis de la crisis, hasta las soluciones que aportan. YB debe reconocer en su más intima soledad que ese conflicto, el político, el social, el económico, el institucional, el relacional con los grupos de la oposición, el conflicto pendiente con la justicia y los desajustes que padece el gobierno en minoría que preside, también forman parte de ella. Ya sé que no puede declararlo abiertamente. Pero esa es la línea que separa a un político de altura del que no lo es. A un demócrata de un mal aprendiz. Los franceses utilizan la expresión Un mauvais quart d'heure, para definir a ese cuarto de hora fatídico que se emplea para decir una verdad incómoda, para confesar lo inconfesable, esa verdad que nos corroe y que no nos atrevemos a decir y que nos cuesta un cuarto de hora.
YB debería emplear ese cuarto de hora para decir la verdad. Para decir que es responsable, de palabra, obra y omisión, de la actual situación política, del actual conflicto foral y del imperdonable bloqueo institucional. Y que ese conflicto, pese a desplazarlo, trasladarlo a los demás, ignorarlo o transferirlo intencionadamente a sus adversarios victimizándose, no oculta la verdad. La hace más sangrante.
Fue Freud quien acuñó el término renegación y que posteriormente Lacan y Zizek han generalizado en sus análisis sobre la disconformidad con la realidad. Lacan se refiere a la renegación como aquella posición que se adopta ante la realidad negándola sabiendo que lo que se niega es verdad. Pero el sujeto negacionista inventa otra realidad adaptada a su imagen y semejanza para no enfrentarla. Por miedo, vergüenza, angustia o simplemente intención de mirar para otro lado. Y aquí lo pulsional aparece ligado a la intolerancia frente al desasosiego de una soledad que se siente y barrunta a corto y medio plazo. A YB le pasa algo similar.
Yolanda Barcina no puede seguir ignorando varios procesos que han marcado un antes y un después de su gestión. Que su gestión de la crisis económica, social, política e institucional, que la ruptura del pacto con los socialistas, que el intento de recuperarlo utilizando el chantaje institucional como señuelo, que la moción de censura a la que fue sometida, que su intento de triangular los problemas, es decir transferirlos a otros, o que su negativa a explicar el caso CAN, forma parte todo ello de una estrategia equivocada de la cual ella es responsable. Y esto hay que decirlo y reconocerlo. La ciudadanía está harta de mentiras, de medias de verdades o de verdades falseadas. Y es que dicen que es de noche cuando en realidad han bajado las persianas. Pues no.
Uno puede imaginarse el duelo interno por el que puede estar pasando la Presidenta, desde la sublimación del poder absoluto, sin puntos ni comas, hasta la decadencia del mismo sostenida con juegos de artificio, propuestas precipitadas y perversas estrategias de gestión muy cuestionadas. Incluso en su propio partido y con la absoluta falta de apoyos parlamentarios. A esto se le puede unir la enorme presión judicial sobre su papel y participación en el asunto de las dietas de la CAN, algo que el tiempo decidirá y ante lo cual, a buen seguro, YB no está nada tranquila. Y pese a que quiera demostrar entereza, fuerza y honor, YB no es inmune a la tensión. En sus muecas se dibuja una santidad forzada. Y es que YB siempre se ha querido definir por lo que hace, pero ahora tiene que rendirse a lo que es. Y ese es un viaje muy doloroso.
YB está blindándose, protegiéndose, expulsando demonios continuamente. Pero lo está haciendo mal. Negando lo innegable y enrocándose en el ya pasará. Mientras, los grupos políticos y la ciudadanía, representada por la mayoría parlamentaria, le pide su dimisión. Y eso debería hacerle reflexionar respecto al concepto de democracia parlamentaria y reglas del juego (mayorías-minorías) que tanto ha utilizado, ponderado y pontificado contra sus enemigos en tiempos pasados y no tan pasados.
Pero no parece que YB esté dispuesta a abandonar el Gobierno. Más bien creo que buscará estrategias indirectas de perpetuación y control, y utilizará algo que en psicoterapia y terapias sistémicas se denomina triangulación. La triangulación es un término usado para expresar una situación en la que un miembro A de la familia "no comunica" directamente con otro miembro B de la familia, pero sí se comunica con un tercer miembro C de la familia, lo que puede conducir a que este tercer miembro de la familia forme parte del triángulo en beneficio de los intereses de A. Yolanda Barcina es el miembro A de la familia; solo busca su exculpación a través de la condena, la culpa y de la responsabilidad ajenas. Y triangulará a cuantos en medio entorpezcan su función. Aun a sabiendas de que ello no garantiza su empoderamiento ya en decadencia. Así que no esperen que algún día se reconozca culpable. No es un estilo que marque tendencia. Tampoco dimitirá, salvo fuerza mayor. Elaborará una estrategia para que otros muevan ficha en su beneficio. Dentro y fuera del partido. Actuará para que otros asuman responsabilidades sin asumir las suyas. Y lo que es peor, trasladará esas responsabilidades: gobernabilidad, estabilidad financiera, empleo, seguridad y demás conceptos vacíos, a otros (PSN) para que estos los asuman y entren de lleno en un conflicto de intereses sagazmente orquestado por ella. Y creará el clima apropiado ofreciendo ideas, proyectos, estrategias de dudosa viabilidad -mini empleos, TAV y otras ocurrencias socioeconómicas-, pero de notable y envolvente impacto mediático. Su objetivo será salir inmune, que no reforzada, de esta crisis que solo se verá desbocada si la jueza Benito traslada la instrucción de las dietas de CAN al Supremo, al ser aforada, y declara su imputación. Ese será el punto de inflexión ante el cual difícilmente soportará la tensión. Ella y su partido. Entonces, y solo entonces, alea jacta est.
Paco Roda, en Diario de Noticias
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