lunes, 20 de mayo de 2013

LA OBSESIÓN DEL PP POR REGRESAR A LOS 70


Contra viento y marea el tertuliano Wert ha sacado adelante su ley de “mejora” –dice- de la educación, LOMCE. Quiere acabar con el fracaso escolar –nos repite todo el corifeo gubernamental- y para ello entre los puntos sobresaliente de la ley está volver a considerar la religión católica tan importante y decisiva como las matemáticas. Evalúa y computa lo mismo y hasta sirve para conseguir becas. En un estado aconfesional. Es decir que en su peregrina idea, el fracaso escolar podría acabarse… rezando, como ya nos adelantaba el telediario de TVE para lograr el sosiego por la desastrosa situación económica a la que nos ha llevado el gobierno del PP, agravando con creces la que “heredó”.
Hablaremos más despacio y muchas más veces de esta terrible norma que nos retrotrae a la época predemocrática. En mi libro Salmones contra Percebes anoto las “novedades” que se apuntaban y que van mucho más allá de imponer la religión. Trata, en definitiva, de  evadir aún más el razonamiento y el pensamiento crítico. Esa educación percebe de la derecha española más ultramontana  que tanto añora todo el gobierno en pleno y a su cabeza, Rajoy. Resulta bastante molesto que su infinita mediocridad le libre de ser considerado responsable de los hechos que se están produciendo y que obedecen también a su mezquindad y al mando que él imprime.
Aún nos falta la otra pata de la involución ideológica: Gallardón y sus leyes de reforma del Código Penal y del aborto, por las que también batalla duro.
Acabo de leer que Luis del Olmo regresa a RNE para ver si palia su estrepitosa caída de audiencia. Un gran profesional sin duda pero el hecho de que triunfara también en los 70´ en la radio pública da idea de esa añoranza del PP de hoy por la “época de extraordinaria placidez del franquismo” que, según estamos viendo, nunca quiso abandonar. No sé si porque la impunidad a la corrupción de entonces es también algo a añorar.
Quería hoy traer tres grandes artículos que hablan de lo que implica la ley werteliana. Comienzo con Juan González Bedoya que titula Se han salido con la suya” y del que destaca “Hasta ahora, ningún Gobierno, tampoco el de Aznar, había legislado a satisfacción plena de los obispos”:
“La toma de poder ha sido ocupación preferida de las jerarquías cristianas desde que Constantino hizo del Cristianismo la religión oficial del imperio a cambio de servirle para doblegar a revoltosos. En premio, el emperador se empleó a fondo (y con fuerza bruta) para derrotar al obispo Arrio e imponer la idea de que Jesús era hijo de Dios y él mismo Dios. Modernamente, tras perder el poder terrenal salvo el minúsculo Estado del Vaticano, que fue un regalo del dictador Mussolini —a cambio, hubo también servidumbres, no la menor la de alabar Pío XI al líder fascista como “un enviado a nosotros por la Divisa Providencia”—, la jerarquía católica actúa mediante un método que los trotskistas popularizaron como entrismo, es decir, formando a minorías selectas destinadas a dirigir la vida pública entrando en los grupos que detentan el poder”.
El segundo es de Lolo Rico, la autora de la Bola de Cristal, aquel programa mítico de TVE.  Conviene leerlo entero porque sigue un cuidado razonamiento. Destaco de su “Gritando y leyendo” esto por ejemplo:
El ministro basa su razonamiento en el fracaso escolar pero parece desconocer que para saber hay que estudiar y para estudiar hay que leer. La falta del hábito lector imposibilita el enfrentarse con éxito a libros de texto. Se considera que se aprende a leer cuando se conoce el alfabeto y se sabe que la ‘m’ con la ‘a’ es ‘ma’, pero no es así; si no se adquiere el habito de la lectura uno esta destinado a ser un analfabeto funcional. Es decir, que leerá y escribirá pero apenas entenderá lo que lee y escribirá siempre mal. El analfabetismo funcional está mucho más extendido de lo que podemos pensar y se esconde detrás de la mayoría de la frustración escolar. Si no entienden lo que leen ni pueden leer con agilidad, con soltura y, en consecuencia, con interés aquellos libros que deberían producirles placer  por  ser de entretenimiento, mucho menos los que exigen un esfuerzo de concentración y se les cae de las manos de puro aburrimiento. Sin embargo, el precio de los libros no esta al alcance de todas las economías pero no me consta que se subvencionen editoriales y librerías y que se apoyen las bibliotecas publicas y, muy especialmente las de las escuelas. O sea se aísla y el libro y a los lectores del conocimiento y de la cultura, palabra que no figura entre las que utiliza el ministro.
Por otra parte, el momento por el que atraviesa la gran mayoría de niños y niñas que no gozan de una situación económicamente desahogada, es de pesadilla: padres y madres sin trabajo y en riesgo de un inminente desahucio. Según las encuestas, un millón de niños vive en situaciones de pobreza. ¿Se puede estudiar cuando todo lo que te rodea es tan angustioso? ¿Están esas familias en condiciones de ayudar a los niños en su desarrollo intelectual, de darles ánimos, de leer con ellos? Incluso los que trabajan llegan a casa después de jornadas de explotación impuesta por empresarios sin escrúpulos. ¿Se dan cuenta estas criaturas de que cuestan muy caros sus estudios, que escasamente sus padres los pueden pagar, que el porcentaje de becas concedidas ha descendido de manera drástica? ¿Se sienten una carga?, ¿De dónde pueden sacar los libros escolares si no se los pagan? ¿Si la escuela publica, gracias a Wert, ni siquiera les puede dar de comer?”
Y por último, Paco Altemir. ¿Qué quiere decir Rajoy cuando habla de paciencia? Solo el comienzo es así de contundente, os invito a leer el resto en el enlace también. Define a la perfección el percebismo puro.
“Se le nota a Rajoy que no ha olvidado los consejos que le daba su preparador para las oposiciones a registrador pues  las repite constantemente: perseverancia y paciencia. Que las iniciales coincidan con las siglas de su partido político parece una premonición pero lo que es una realidad es que, con esas “virtudes”, el obediente opositor  llegó a registrador para convertirse, con el tiempo, en presidente del gobierno de España. Por eso nos recomienda que seamos pacientes (más bien enfermos) de la dura enfermedad que nos ha inoculado mediante la austeridad, recomendada por algunos economistas ineptos y descerebrados, como me comenta todos los días mi panadera cuando ve que aumenta la ingesta de pan mientras cierran otras tiendas por esa enfermedad que elimina el consumo.
Me permito dudar acerca de la extendida creencia de que la obediencia, la paciencia y la perseverancia sean “virtudes”. Mas bien opino que son antivalores  que nos han inoculado para que seamos mansos, dóciles y sumisos.
La educación debería buscar, ante todo, liberar al hombre de los prejuicios y del pensamiento único y permitir resistir a la presión que ejercen las fuerzas del estado y de la sociedad por medio de la publicidad y la propaganda”…
Estamos de luto por estos enormes atropellos que va a costar generaciones reparar.  Cada día que pasa es peor y más difícil, porque además no van a cejar en el empeño de devolvernos a su querido mundo predemocrático, mientras, encima, se les hunde la economía que fue por lo que al parecer buena parte de los incautos votantes les dieron su confianza. Pero no es, no puede ser, un luto resignado por lo que ha muerto sin remedio. Estamos vivos. Nos aqueja un mal perverso, pero no es irremediable. Lo sería si la mayoría  sigue engullendo todo esto.
Rosa María Artal, en El Periscopio

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