martes, 11 de noviembre de 2014

VEINTE BEHOBIAS

Ayer acabé mi vigésima Behobia-San Sebastián, celebrando con ello un acontecimiento que me hubiese gustado como regalo cuando hice cincuenta. Hice mi primera Behobia en 1988, la de la foto, iniciándome en una afición nueva para mí y que me ha deparado tantas satisfacciones.

En veintiséis años las cosas han cambiado un poco. Las carreras populares empezaban a multiplicarse entonces, provenientes de otros países y a caballo de una fuerza imparable, el convencimiento firme de la bondad de los hábitos saludables y el cambio de paradigma en el papel social del deporte, que pasaba de ser un espectáculo ejecutado por unos pocos para entretenimiento de la mayoría, al modelo actual de participación, en el que la gente practica deporte, no solo con el afán de llegar a ser parte de esa élite competitiva, sino simplemente por el placer de vivir esas experiencias, pasando de “verlas” a “vivirlas” y con la intención decidida de que esa práctica le acompañe durante toda su vida, al margen de la cuantificación del rendimiento. A esto se le ha llamado a veces “deporte salud”, aunque a mí el término no me gusta si no es en un concepto muy amplio de salud, primero porque no es solo la salud el objetivo que perseguimos los deportistas populares y segundo, porque a veces practicamos deporte de una manera incluso poco saludable.

El tiempo nos ha demostrado que ambos modelos son compatibles y que se complementan bien. La sociedad lo ha entendido así y ha reclamado y conseguido, en estos años, instalaciones y recursos públicos para la práctica deportiva popular inimaginables hace años, además, la industria implicada en el sector ha descubierto con ello un mercado muy lucrativo, lo que ha supuesto un impulso formidable que ha llevado finalmente a las tasas actuales de participación. Ver a alguien de mediana edad y tipo no especialmente atlético corriendo por la ciudad en pantalón corto, después de terminar su jornada laboral, ha pasado de ser una excepción extravagante a ser algo habitual, sobre todo en fechas próximas a la celebración de la BSS.

La Behobia ha tenido un papel especialmente determinante en nuestro entorno en esa promoción del deporte para todos. No cabe duda de que no ha sido el CD Fortuna quien ha inventado el atletismo popular, que probablemente la sociedad, por las circunstancias antes comentadas, ha promovido que fenómenos como la BSS existan, pero, de lo que no cabe duda es que, llegado el momento, el CD Fortuna ha sabido aceptar ese reto y dotar a ese producto que existía desde mucho antes, de los recursos necesarios para ir creciendo, haciendo una apuesta nítida hacia un tipo de participación.

Visto ahora, con el éxito a todos los niveles de la carrera, uno puede pensar que la apuesta fue fácil y que, de alguna manera, al club le vino todo rodado. No creo que haya sido así, ni mucho menos. No conozco los entresijos organizativos de la BSS, solo la conozco como participante durante esas veinte ediciones en las que he corrido, pero no me cuesta imaginar los problemas. Recuerdo perfectamente los años de la masificación, del peligro real en la salida, cuando nos apretábamos todos los que queríamos mejorar nuestra marca para no perder esos treinta preciosos segundos, o más, hasta que llegaron los chips. Recuerdo la demanda constante de incremento de participantes y la negativa de la organización, consciente de que la cosa se les podía ir de las manos. Recuerdo la falta de apoyo de determinadas instituciones en años en los que se cortaba el tráfico a regañadientes llegándose algún año incluso a hablar de la posible suspensión de la prueba a última hora. Recuerdo la indiferencia de la Federación de Atletismo, ajena a un modelo de deporte que se escapaba de sus esquemas competitivos. Imagino la desolación de los organizadores tras cada uno de los fallecimientos que ha habido en carrera. En fin, supongo que habrá habido y seguirá habiendo otros muchos escollos de los que el corredor no tiene noticia.

Manejar un volumen de más de veinticinco mil corredores y hacerlo bien, supone un trabajo extraordinario de planificación, que requiere muchos meses de dedicación y muchos recursos, tanto humanos como materiales. El CD Fortuna ha vuelto a superar con nota el examen, ofreciéndonos a todos los corredores la posibilidad de participar sintiendo que todos somos protagonistas, desde el primero hasta el último, de este macroevento.

Yo he disfrutado de la carrera, salí con un objetivo de marca acorde con mis condiciones actuales, bajar de 1:40 y, si era posible, mejorar aquel crono discreto con el que me estrené en 1988: 1:37:45. Lo conseguí, llegué al Boulevard en 1:36:28, en buenas condiciones, contento y satisfecho después de hacer una carrera en la que no me sobró nada, no me sobraron las fuerzas, pero tampoco los ánimos de la gente, las manos de los niños que fui palmeando durante todo el recorrido ni el aliento de los voluntarios en los avituallamientos. Salí muy atrás, con dorsal blanco, pero pude correr con comodidad durante todo el trayecto. Disfruté de este nuevo trazado de la Behobia que no me gusta más por su perfil, pero sí por el ambiente.

Como digo, ha sido una carrera perfecta para cerrar el círculo de estas veinte Behobias. El año que viene espero volver a correr, también con dorsal blanco y con la compañía de Manu. Para el CD Fortuna será la 51, para mí la 21.

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