Aunque la mayoría de la gente que trabaja en la política de base son unas personas estupendas, comprometidas con sus pueblos y ciudades, al servicio de las gentes de su comunidad, no es fácil sustraerse a la tentación de hablar en general de “los políticos” y comenzar a calificarlos con todo tipo de lindezas y otros insultos. Este preámbulo es obligado en el momento actual, como también decir que individualmente cada político es único y por lo tanto puede quedar al margen de cualquier generalización
Pero también es cierto, que conforme se va ascendiendo en importancia en el puesto político que se ocupa, no es difícil descubrir unos estilos de comportamiento que los definen más allá del partido político que representan. Lo mismo vale para otras instituciones y cargos importantes.
Y así tenemos el prototipo, diosecillo, dícese del hombre o mujer, que se cree realmente, tocado por el dedo divino y por lo tanto cree poseer la verdad y encarnar las esencias de su partido. Él o ella, decide, ordena, lidera, premia y castiga, sabe lo que necesitamos y deseamos y actúa en consecuencia. Están por encima del bien y del mal. Y, por supuesto, tienen una casta o varias castas, a veces sacerdotal a veces funcionarial, o las dos a la vez, que se encargan de mantener esta situación, alimentando su ego y fortaleciendo la posición. Actuando siempre, por supuesto, por el bien social o del partido o de la institución….. porque ellos son, igualmente, parte de los designios divinos. Y, el diosecillo, también tiene seguidores y seguidoras que le miran con admiración porque al diosecillo no se le discute ni se le juzga, solo se le alaba, y se le exculpa cuando algo no ha ido bien porque en él tenemos nuestras esperanzas. Conforme pasa el tiempo, cada vez está más endiosado y cada vez más alejado de la realidad.
Les haría bien reflexionar sobre esta frase, no recuerdo la referencia, “Yo no puedo evitar a quienes me escupen pero si a los que me pasan la mano por la espalda”.
Qué decir de los reyezuelos, conforme van tocando poder, se creen que su puesto tiene más que ver con su persona que con el sistema electoral de partidos. Y le cogen gusto a esto de mandar y tener cierto poder y ser “alguien”. Y poco a poco, llegan a la conclusión de que el cargo conlleva ciertas prebendas porque, indudablemente, se las merecen. Y entienden que lo que les va bien a ellos y ellas es bueno, así, sin paliativos, y se desdibuja la sutil línea de lo privado y lo público. Y de esta forma, cargamos a gasto institucional los viajes para ver a la novia, o dejan de asistir a reuniones o plenos para atender asuntos personales o privados, cobran por asistir a conferencias, asisten a las comisiones que tienen remuneración pero justifican la no asistencia a las que no la tienen, etc, etc, etc.
Los reyezuelos suelen ser bastante mediocres y se rodean de personas que no les hagan sombra, es decir, tienen su corte, que puede ser variada, pero que en general significa que se rodean de un grupo que les ayuda en su trabajo mientras, a su vez, van sacando tajadas diversas, ya sea en trabajo, o contratos, o influencias o.....
Y entre las gentes de mal vivir pongo a todos los ladrones- receptores de la mordida, a los que consienten los atropellos urbanísticos, a los ediles que se callan y no denuncian, a los alcaldes que no paralizan las actuaciones, a los defraudadores fiscales, a los empresarios corruptores, a los privatizadores de los servicios públicos y otras gentuzas.
Claro, me olvidaba de la categoría de “los colaboradores necesarios”, o sea, los tontos que les votamos y los mantenemos en sus puestos.
Ana Ansa
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