A tenor de los informes presentados por la ONU, el problema de la «basura electrónica» aumenta en mayor proporción de lo previsto y va a más. Teniendo como referente las cifras que fueron presentadas en el año 2000, nuestro planeta albergó entonces alrededor de 10 millones de toneladas de desechos electrónicos, catorce años después, la cantidad supera los 50 millones de toneladas.
Esa cifra indica que cada habitante del planeta genera una media de siete kilos de basura tecnológica y según advierten los cálculos realizados por las Naciones Unidas, se prevé que en los próximos tres años estos residuos aumenten en un tercio. La Oficina de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), con sede en Viena, calcula que en 2016 los países en desarrollo producirán ya más basura electrónica que los industrializados.
Para dar una respuesta a esta situación, la ONU ha lanzado la Iniciativa StEP, con el objetivo de promover la reutilización y aumentar el ciclo vital de los productos electrónicos. Ruediger Kuehr, secretario ejecutivo de StEP, reconoce que aunque este es un problema medioambiental subestimado, al menos comienza a figurar en la agenda política internacional. «Estamos muy al inicio, por el momento no podemos decir que estemos en el buen camino, pero al menos está abriéndose paso en la agenda política» ha explicado el experto alemán el cual no ha dudado en advertir seriamente de la amenaza que supone el aumento indiscriminado de estos residuos y no ha dudado en señalar a «quienes toman decisiones políticas, como los gobiernos, los cuales son conscientes de que esto es una bomba de relojería y de que se deben tomar decisiones».
En palabras de Kuehr, el problema afecta a todos los países, porque en el mundo rico tampoco se recicla lo suficiente, falta concienciación y se tiene una visión equivocada de los peligros. «Los consumidores, en los países industrializados, no son del todo conscientes del desafío que supone la basura electrónica», ya que consideran que es un problema lejano, que afecta a quienes desmantelan los equipos de forma rudimentaria en África o Asia.
Koldo Landaluze, en GARA
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