128 votos para José Javier Esparza, 79 para Alberto Catalán y uno en blanco. Este es el resultado del Consejo Político que UPN celebró en un hotel de Iruñea y que confirmó el control que Yolanda Barcina sigue teniendo en el partido, pese a los vaivenes experimentados en las últimas semanas.
De este modo, Esparza, el hombre de Barcina, será el candidato de UPN que encabezará las listas en unas elecciones forales de mayo en las que esta formación puede perder el control del régimen del Amejoramiento.
El exalcalde de Agoitz realizará hoy su primer discurso como candidato en el Día del Partido que UPN celebrará en el polideportivo Ciudad de Tudela de la capital ribera. Ayer, en sus declaraciones a los medios tras ser investido por el cónclave del partido, se limitó a mostrarse «tremendamente agradecido» por haber sido elegido. «En Tudela tendremos oportunidad de hablar, de trasladar lo que pensamos hacer en Navarra en el futuro», añadió.
Segunda derrota de Catalán
Alberto Catalán, por su parte, expresaba su «total y absoluta tranquilidad» tras sufrir su segunda derrota en una votación decisiva para su futuro político desde marzo de 2013, cuando se celebró el noveno congreso de UPN.
«Tenía muy claro que, pasase lo que pasase, era el comienzo de una nueva vida. Hay que hacerlo así, con total y absoluta tranquilidad. Lo he dicho a la entrada y a la salida», añadió el presidente del Parlamento navarro. Al entrar en el hotel, dijo que se presentaba para ganar. Tras la derrota, calificó de favorito un tweet que recogía sus palabras. Pese a todo, el presidente del Parlamento aparecía cariacontecido por el resultado.
Miguel Sanz, por su parte, abandonó el Consejo Político de manera apresurada antes incluso de que Barcina hiciera oficial ante los medios de comunicación la victoria de Esparza.
La jornada concluyó con el Consejo Político escogiendo entre solo dos candidatos, Esparza y Catalán, pero comenzó con cuatro aspirantes. El primero en abandonar la carrera por la nominación fue Juan Ramón Rábade, que lo hizo por la mañana.
Amelia Salanueva esperó a que faltaran escasos minutos para que comenzara el Consejo Político para hacer oficial lo que ya era un secreto a voces. Nada más llegar al hotel Iruña Park, Salanueva conversó con Barcina en la puerta, delante de todos los medios, para comunicarle que se retiraba de la liza. Instantes después, informaba a la prensa. De este modo, Salanueva quería mantener el derecho a hablar ante el Consejo Político para exponer la voz del sector crítico. Había reclamado primarias para elegir al candidato, pero Barcina se negó rotundamente a ello, dejando la decisión en el Consejo Político.
Con solo dos aspirantes a la candidatura de las elecciones forales, el Consejo Político se desarrolló con una velocidad aceptable y en poco más de dos horas se abrían las puertas del cónclave para hacer oficial la nominación de Esparza.
Barcina: «Tranquilidad»
Yolanda Barcina, en su calidad de presidenta del partido, fue la encargada de dar el resultado de las votaciones -también fueron confirmados Enrique Maya como candidato a repetir como alcalde de Iruñea y Mariví Castillo como aspirante a suceder a Luis Casado al frente del Ayuntamiento de Tutera-.
«Hemos tenido una exposición tranquila, sosegada. Han venido todas las personas del Consejo Político», declaró la presidenta a los medios antes de subrayar que el de ayer fue «un día grande para UPN y, consecuentemente, un día grande para Navarra».
La líder de UPN no tuvo reparos en presentar a Esparza como uno de los suyos, señalando que es «el mejor candidato».
«El candidato que hoy [ayer] saliese elegido era el mío, porque es el candidato de UPN, el mejor, el que va a encabezar la lista que yo estoy convencida que tendrá la mayor confianza de todos los navarros en las elecciones de 2015», proclamó.
Al mismo tiempo, quiso ser magnánima con el derrotado Catalán. «Es otra gran persona de UPN. También su actuación ha sido ejemplar, yo siempre he dicho que teníamos muy buenos candidatos para encabezar la lista y obviamente era uno de los buenos candidatos».
Preguntada por si, tal y como anunció al hacer pública su retirada de la primera línea política, formará parte de la candidatura que presentará UPN para las elecciones al Parlamento navarro, Barcina se mostró evasiva y dijo que no iba a hablar de listas «hasta que toque abrir este tema».
«No vamos a hablar de listas hasta marzo. Catalán es un gran activo de UPN y le agradezco todo lo que ha hecho hasta ahora», trató de zanjar la todavía presidenta del partido.
El candidato tendrá que unir un partido roto por dos egos
Según transcurría la semana, cada vez se veía más claro que ni el «consenso» ni la «reconciliación» iban a ser posibles en UPN. Los tres candidatos que se enfrentaron al oficialista José Javier Esparza unieron fuerzas para pedir primaras al principio y, después, para conseguir al menos tener algo más de plazo. Yolanda Barcina tenía muy claro que este había de ser un proceso tutelado. Se mantuvo inmóvil y les dejó estrellarse contra el muro.
Miguel Sanz, líder de este amotinamiento e inspirador del que protagonizó Alberto Catalán el año pasado, empleó todo cuanto tuvo a su alcance para torpedear la designación de Esparza, cruzando todas las líneas de lo políticamente permisible. El sector de Sanz, a través de los actuales líderes de las juventudes (Nacho Igea y Zeus Pérez) presentó un recurso contra el modelo de elección del candidato. Ese recurso, al que todavía se le podría dar trámite por la vía ordinaria, se empleó como un chantaje para intentar que el partido se jugara en un entorno neutral y no en un Consejo Político que debe lealtad a Barcina (y donde Catalán ha logrado un nivel de apoyo llamativo). La elección de Igea (de Cintruénigo) y Pérez (de Tutera) para usar la baza legal ha fracturado las juventudes entre el «sector pijo» de la capital (barcinista) y los jóvenes riberos.
Desde que perdió el Congreso, Catalán decidió mantenerse en la equidistancia. Si se buscaba consenso, él era la única opción. Pero el que ha ganado es Esparza, sin más mérito que tener detrás a Barcina, que sigue siendo uno de los dos focos de discordia. Y eso lo complica todo. El candidato tiene por delante la difícil labor de reconciliar al partido, roto de tanto que han tirado de la cuerda tanto Sanz como la presidenta. Para ello, primero deberá sacudirse de encima el sambenito de segundón, de títere, y demostrar que no es un hombre de paja. Si bien es cierto que la vida política de Esparza se resume en una concatenación de fracasos (hundimiento del Ayuntamiento de Agoitz, de la asociación Cederna y, ya como consejero, fracaso en la reforma de la Administración Local) no es menos verdad que el profesor del colegio católico Amigó cuenta con buenos aliados para intentar coser de nuevo al partido. Su principal baza es su padre político, Franscisco Iribarren, que actualmente es uno de los nombres de peso del sector de Miguel Sanz. Además, su puesto de consejero le ha acercado a los poderes fácticos locales (ayuntamientos, Denominaciones de Origen, ganaderos y terratenientes, entre otros).
Por otro lado, el encumbramiento de Esparza supone la caída en desgracia del sector de Sanz. La baza de la lista electoral puede servir para limar asperezas, pero la guerra cainita que se ha desatado ha sido tan intensa que ya se pueden hacer otras listas: las negras. Y entre los nombres de los caídos, hay pesos pesados: Javier y María Caballero, Amelia Salanueva, Sanz, Faustino León y hasta el propio Alberto Catalán. También aquellos barcinistas que apostaron por Enrique Maya lo tendrán difícil.
Aritz Intxusta, en GARA
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