UN NUEVO CICLO POLÍTICO
Asistimos al cierre de un ciclo que se inició con la llegada de la etapa democrática y se abre una nueva fase. Estos serían algunos de los rasgos de la misma: La crisis económica y el fuerte deterioro social que amenaza al Estado de bienestar; la posible desaparición de ETA, un fenómeno que ha condicionado de modo muy importante la política en Navarra; la división de la derecha, UPN y PP, después de veinte años de gobierno, buena parte de ellos con apoyo expreso o tácito del PSN; posiblemente un nuevo reordenamiento del nacionalismo vasco en Navarra; y, sobre todo, el reto para las fuerzas de izquierdas de ofrecer una alternativa propia, unificada y más fuerte.
Queremos un cambio de rumbo: fortalecer el polo de izquierdas transformadoras navarras. Un cambio de rumbo en torno a unos acuerdos programáticos sobre los valores imprescindibles de la izquierda: ser un revulsivo social frente a la injusticia; solidaridad; compromiso con la libertad, la tolerancia y la igualdad; defensa radical de los derechos humanos. Queremos avanzar en la suma de fuerzas de la izquierda, una suma capaz de incorporar la pluralidad identitaria, a las diferentes sensibilidades. Queremos una alternativa plural, laica, republicana, feminista, inter-identitaria y satisfactoria para los diversos sentimientos de pertenencia, comprometida con el medio ambiente, la paz, la democracia participativa y la solidaridad internacional.
Apostamos por el cambio social. Y ello requiere una mayoría parlamentaria de izquierdas y progresista que lo haga factible, un acuerdo programático que dé salida a los damnificados populares por la crisis, a la convivencia de identidades, a las causas progresistas, a las reformas sociales y en todo caso, la defensa y mejora del Estado de bienestar, la defensa de la gente afectada por la crisis será uno de los ejes centrales haya o no haya cambio alternativo.
NUESTRA PRIORIDAD POLÍTICA: UNA SALIDA SOCIAL Y SOSTENIBLE A LA CRISIS ECONÓMICA
Durante las tres últimas décadas la ideología neoliberal ha ido imponiendo como un rodillo, sin apenas oposición, sus modelos y recetas tanto en el orden económico como en el político. En la economía ha consagrado la supremacía del libre mercado y el interés individual sobre lo público y el interés general, lo cual ha conllevado la supresión de muchas políticas sociales. En última instancia, el neoliberalismo intenta promover fuertes recortes del Estado de Bienestar a través de sucesivas reformas liberalizadoras de los mercados (de capitales), medidas privatizadoras de todos los sectores económicos públicos (sobre todo de los bancos públicos, privando al Estado de poder económico), reformas fiscales siempre en el sentido de favorecer a las rentas de capital frente a las de trabajo, reformas de los sistemas de protección social para limitar las aportaciones de las rentas más altas aunque signifique reducir prestaciones, reformas presupuestarias para limitar el gasto público reduciendo la capacidad redistributiva del Estado, reformas laborales para reforzar la posición de las empresas frente a los trabajadores. Su mayor éxito ha sido ideológico, una parte de la población de los países desarrollados ha aceptado que esas reformas son imprescindibles para que la economía siga funcionando.
Hoy día, nos hallamos ante la mayor crisis económica de las últimas décadas y es de dimensión global-mundial. Lo que inicialmente fue una crisis financiera, fruto de la explosión de la burbuja inmobiliaria, termina contagiando a la economía real, a través de la falta de crédito a la economía productiva, la contracción de la demanda, y la consiguiente recesión. Y esta, como no puede ser de otra manera, condena a millones de personas al paro, la pobreza y la exclusión social. Esta crisis ha puesto en cuestión al triunfante paradigma neoliberal de los últimos años: liberalización casi total de la economía financiera, falta de regulación de estos mercados y promoción por parte de los Estados de la economía especulativa.
Hay responsables de estos desastres. Y son las grandes empresas financieras, promotoras de esta economía especulativa, y los gobiernos de las principales economías desarrolladas (tanto con gobiernos de derecha como socialdemócratas), que han propiciado un desarrollo desorbitado de la economía financiera y del mercado inmobiliario.
La respuesta de los Estados a la crisis financiera ha sido el apoyo millonario a la banca y al sector financiero, lo que ha supuesto que el sector público asume parte de esas pérdidas, aumenta de manera importante su deuda pública y resta capacidad de inversión productiva que facilite la salida de la crisis. Y, mientras tanto, se nos vende como inevitable el recorte de las Pensiones, del gasto social, de los derechos laborales, de la política de solidaridad para con la gente más necesitada. En nombre de “los mercados” (de quienes controlan los mercados de capital) se intensifica la política de ajuste presupuestario, reforma laboral, reforma de las pensiones, con el mismo sesgo antisocial redoblado. De la promesa de pleno empleo hemos pasado a más de cuatro millones de parados, una prueba contundente del fracaso de las políticas económicas aplicadas en las últimas dos décadas por el PSOE y el PP, pero la prioridad del gobierno no es crear empleo sino la contención del gasto público y la reducción del déficit para garantizar la tranquilidad de los acreedores del Estado.
Los países desarrollados, en general, gozan de una democracia asentada; todavía hoy una mayoría social disfruta de un importante nivel de bienestar y de un sistema garantista de respeto a los derechos fundamentales y a los derechos humanos, aunque siempre han existido importantes sectores afectados por la exclusión social y lagunas en su aplicación. Estas conquistas democráticas, sociales y civiles han sido fruto de las luchas del movimiento obrero, del movimiento democrático y de los nuevos movimientos sociales.
Hoy día, en lugar de avanzar en el ensanchamiento democrático, en ampliar las vías de la participación ciudadana, en mejorar los derechos sociales asistimos a un retroceso general. Especialmente, en materia económica y social los llamados mercados condicionan las decisiones de los gobiernos democráticos que se limitan a ejecutar lo que presentan como inevitable. Es muy evidente esta presión en la actuación del gobierno de Rodríguez Zapatero con el apoyo de algunas fuerzas regionalistas y nacionalistas; y parecida política desarrollaría el PP. Con esta pérdida de pujanza por parte de la democracia la cosa pública pierde valor y aumenta la indiferencia política.
Por otro lado, un sistema cuya máxima prioridad es el desarrollismo productivista y la competitividad (de individuos, de empresas, de países) lleva consigo la toma de decisiones con un criterio radicalmente egoísta, sin tener en cuenta el interés general y con un insostenible despilfarro de recursos naturales; un sistema en permanente agresión al medio ambiente que pone en peligro la existencia misma de la especie humana; un sistema que multiplica la desigualdad a nivel internacional.
Treinta años de globalización neoliberal no han encontrado una resistencia suficientemente coherente y firme de las distintas izquierdas en el terreno de la movilización social, en lo ideológico y lo cultural. En particular, la socialdemocracia, como fuerza hegemónica de la izquierda social, se ha plegado a las tesis neoliberales, hasta el punto de que su actual retroceso electoral en toda Europa se debe a que es incapaz de ofrecer medidas sustancialmente distintas a las de la derecha.
Ante este panorama, desde la izquierda transformadora apostamos por una salida de la crisis favorable a los trabajadores y a la mayoría social que ponga las bases para un modelo económico y social alternativo donde el fortalecimiento del Estado de Bienestar, la justicia social y la sostenibilidad ambiental sean sus ejes fundamentales. Apostamos por no retroceder sino avanzar en derechos sociales y laborales eliminando la contratación temporal fraudulenta, fortalecer la Seguridad Social y el sistema público de pensiones, no descargar sobre los salarios nuevos ajustes sociales, aumentar los impuestos a los que más tienen para incrementar las políticas públicas de protección social, luchar decididamente contra el fraude fiscal, regular los mercados, recuperar una banca pública y una presencia, regulación e intervención pública en aquellos sectores estratégicos de la economía en los que las instituciones democráticas lo consideren necesario, en la apuesta por el capital humano y su formación, en la participación real de los trabajadores en las decisiones económicas y empresariales y en la gestión de los asuntos públicos.
En Navarra la aplicación de las medidas que impone el modelo neoliberal ha corrido a cargo desde hace veinte años de UPN con la inestimable colaboración del PSN-PSOE. El PSN en lugar de orientarse hacia la izquierda, hacia el entendimiento con las fuerzas de izquierdas y progresistas se ha plegado a la agenda de la derecha. La agenda social y de izquierdas ha quedado desplazada del foco de la lucha política y electoral. El permanente autobombo sobre la privilegiada situación de Navarra, que magnifica las cifras macroeconómicas y el bienestar de que disfruta una parte importante de la población, oculta problemas graves: 41.000 parados, creciente precariedad laboral –en torno al 26 % de la población ocupada pero del 75 % entre los jóvenes- que incide, entre otras cosas, en la siniestralidad laboral, persistente desigualdad con 46.000 personas bajo el umbral de la pobreza, etc.
Es imprescindible fortalecer y hacer avanzar un cambio de izquierdas en Navarra. El cambio de izquierdas implica que la agenda social, los derechos sociales y ciudadanos, la democracia, la justicia social y la igualdad, la movilización por otro modelo de desarrollo y de crecimiento ecológicamente sostenible y por una salida justa y democrática ante la crisis y el paro ocupe un lugar central en la vida pública. Que la derecha gobierne Navarra y mantenga una notable hegemonía ideológica, cultural y social no es inevitable, responde simplemente a unas circunstancias políticas y sociales que se pueden y deben enfrentar y transformar. Esta es nuestra apuesta. Un programa de izquierdas, de cambio real del modelo social y económico, con el que situar los intereses y necesidades de la mayoría social y de los sectores más afectados por la crisis en el centro de la actuación de los poderes públicos. Para ello, es necesario aumentar considerablemente la capacidad de acción de lo público para la protección social de los sectores más damnificados de la crisis, para la creación del empleo público y para el cambio de modelo de crecimiento. Mediante la mejora y ampliación de los servicios y bienes públicos se logra un aumento de la calidad de vida de la población; se genera más empleo; se reduce la discriminación entre las personas; los servicios públicos son más sostenibles, están a resguardo de la competencia externa y contribuyen a revalorizar el patrimonio de la sociedad. En este sentido, la mejora de las pensiones (no su disminución), la mejora de la sanidad y educación públicas y de los servicios sociales (dependencia, lucha contra la exclusión social, integración de la inmigración), son fundamentales para una sociedad más justa, sostenible e integrada socialmente, donde la reducción de las desigualdades sociales, sea una prioridad.
La expansión del gasto público no puede ser indiscriminada y hacia cualquier sector económico con tal de generar empleo. No vamos a seguir alimentando sectores ruinosos como el inmobiliario u otros ecológicamente insostenibles. Además de ser poco útiles para el crecimiento económico, no son opciones sostenibles a medio y largo plazo y ocasionan perjuicios que repercuten en el bienestar de las personas, además de un endeudamiento excesivo que hipoteca a generaciones futuras y limita las posibilidades que este sector público tiene de mejora de la protección social. Combatir el desempleo, es una prioridad máxima para esta coalición. La inversión pública orientada al cambio de modelo de desarrollo, debe procurar una generación importante de empleo, mediante la promoción de sectores con alto valor añadido, sostenibles ecológicamente, e intensivos en conocimiento y trabajo. Son sectores con futuro, que ayudan a reducir la crisis ecológica, procuran empleo y mejoran la calidad de vida de la sociedad.
IDENTIDAD, IDENTIDADES, UNA APUESTA POR LA CONVIVENCIA Y LA PLURALIDAD
Nos definimos como una coalición inter-identitaria de las izquierdas transformadoras navarras basada en un plan común de convivencia y en cauces suficientes para el desarrollo específico de cada identidad. Navarra es un territorio especialmente afectado por la confrontación identitaria. Desde hace un siglo se han desarrollado distintas maneras de entender la propia identidad, de interpretar la propia historia, de imaginar el hecho nacional, y distintos proyectos en cuanto al estatus de Navarra y su relación con otras unidades políticas; y es evidente la insatisfacción de amplios sectores, en términos sociológicos y electorales, que no ven suficientemente reconocida suidentidad política, cultural, lingüística o nacional por la mayoría que domina las instituciones e impone su visión. Hasta ahora se ha producido un enfrentamiento sin salida positiva. Desde el poder establecido se ha funcionado con la regla democrática de la mayoría pero sin atender suficientemente a los derechos de las minorías. Y ETA ha intentado imponer un proyecto uniformemediante la muerte del adversario político. Las sucesivas consultas electorales corroboran las mayorías y minorías actualmente constituidas, la comunidad política navarra existente y el ámbito navarro de decisión; e, igualmente, existen unas afinidades especificas con la CAV y en algunos aspectos con el País Vasco-francés que encuentran un eco desigual entre nuestra ciudadanía.
En las sociedades modernas, complejas y plurales, los poderes públicos deben respetar todos los derechos y libertades personales y no sólo en relación con su opinión y sus creencias religiosas, filosóficas y políticas, también han de garantizar el derecho a la diferencia, la pluralidad cultural, lingüística e identitaria. Los valores compartidos que hacen posible la convivencia deben reflejarse en la ley en un marco de respeto de los derechos de todos, pero no ha de imponerse una identidad ni a los ciudadanos individualmente, ni a los colectivos sociales ni a la sociedad en su conjunto. El Estado debe ser laico en el sentido tradicional de ser neutro ante las diversas creencias religiosas y plurales en el sentido clásico de respetar las diversas opciones políticas e ideológicas, pero también laico y plural en lo nacional e identitario, respetuoso con el pluralismo de identidades.
Sólo un Estado que ya no debe ser nacional sino plural y pluralista, que admita que en su seno pueden convivir varias naciones o varios sentimientos de identidad nacional, puede permitir la convivencia de ciudadanos que perciben de diversa forma la comunidad en la que viven. Sólo un Estado que profundice en la democracia a través de la descentralización y del autogobierno territorial en todos los niveles, que no se limite a la decisión de la mayoría sino también al respeto de las minorías, es capaz de manejar los inevitables conflictos de identidad y convivencia y de resolverlos a través del diálogo, el consenso y el pacto.
Se precisa una cultura pública común de la sociedad navarra que ha de basarse en la integración de todas las identidades particulares; en la aceptación de la regla de la mayoría y simultáneamente en el reconocimiento de los derechos de las minorías; en la adopción del respeto al otro como eje vertebrador de la convivencia; en el rechazo a la imposición de la supremacía de una parte; en un compromiso de mutuo reconocimiento y de mutuas concesiones. Esto es muy importante y beneficioso para la cohesión social de nuestra comunidad, para la calidad de la convivencia y de la vida pública.
Planteamos una Navarra plural, integradora y tolerante. Es necesario superar la tendencia a la imposición, la exclusión y a la fractura entre las distintas opciones sociales y culturales que componen Navarra. Sus poderes públicos han de garantizar el derecho a la identidad y a la diferencia, pero no imponer identidades verdaderas u oficiales. El diálogo en todas sus formas y ámbitos debe ser el mejor instrumento de trabajo y el único camino democrático.
Asumimos y respetamos la diversidad política, social, lingüística y cultural de Navarra y la consideramos como algo enriquecedor. Rechazamos la imposición de una identidad sobre las demás, de un proyecto político sobre los restantes, y en particular consideramos necesario el reconocimiento a la identidad vasca de una parte de su ciudadanía. En un sistema pluralista debe reconocerse que tan legítima es la opción que apuesta por mantener el actual estatus de Navarra como las que plantean otras posiciones, entre ellas la de la unión con la Comunidad Autónoma del País Vasco.
AUTOGOBIERNO Y CAPACIDAD DE DECISIÓN
Sólo la decisión libre y democrática de la ciudadanía de Navarra determinará el futuro institucional de nuestra comunidad. Rechazamos cualquier intento de suprimir el derecho de la ciudadanía a decidir su futuro y defendemos el mantenimiento de la opción que ofrece la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución. Y no debemos renunciar a las reformas legislativas que sean necesarias para profundizar, potenciar y sobre todo mejorar la democracia y el autogobierno, siempre buscando el máximo consenso posible, la integración de las diferentes opciones socio-políticas y el respeto a los diferentes sentimientos de identidad existentes en Navarra.
El Amejoramiento del Fuero, con sus evidentes carencias de participación e integración política en cuanto a su proceso de elaboración, ha supuesto la modernización y democratización de las instituciones y un nivel muy importante de autogobierno. Exigimos, de un lado, su completo desarrollo con la asunción de las competencias todavía no transferidas, la realización de la posibilidad constitucional de delegación de competencias estatales y el establecimiento de mecanismos de participación en órganos de decisión estatal, en la gestión del sector público estatal, en las políticas sobre la Unión Europea y en la ejecución de las políticas europeas. Pero, además, es imprescindible que la reforma del Amejoramiento tenga lugar dentro de un proceso de reforma del Estado autonómico en el que se integre y haga compatible la solidaridad, la corresponsabilidad y el gobierno conjunto de lo común con el autogobierno y el respeto de lo propio de cada parte. Con medidas como la reforma del Senado como mecanismo para la participación de las Comunidades Autónomas en la formación de la voluntad del Estado y de sus instituciones, la redefinición y clarificación de la distribución de competencias y, en su caso, de los mecanismos para su ejercicio cooperativo. La unidad política debe basarse en la voluntariedad y no debe cerrarse el paso, en su caso, al ejercicio del derecho de separación mediante cauces democráticos en el sentido expuesto por el Tribunal Supremo de Canadá: pregunta clara, mayoría clara, negociación y pacto de separación, garantía de los derechos de las minorías. En un sistema democrático no puede obligarse a una comunidad a mantener un estatuto de integración política que no desea; pero el establecimiento de un nuevo estatus que dé satisfacción a los intereses y derechos de todos los afectados exige negociación y acuerdo entre las partes.
La reforma tanto del Amejoramiento del Fuero como de la estructura del Estado ha de pasar por un proceso de debate participativo que tenga como resultado un nuevo pacto de convivencia consensuado y sometido a refrendo popular.
Queremos conciliar la existencia de dos idiomas propios de Navarra a través de un Pacto Social por el euskera que haga de éste un instrumento de comunicación, de pluralidad y de cultura y no un arma de enfrentamiento partidista. Debe asumirse la utilización normalizada del euskera en el ámbito oficial y administrativo y promoverse las modificaciones normativas precisas para garantizar a la ciudadanía navarra el derecho a conocer y usar dicha lengua. A tal fin, desde el principio de voluntariedad se debe proteger y promover su recuperación y desarrollo en toda nuestra comunidad mediante medidas para el fomento de su uso y conocimiento, garantizar el derecho a recibir la enseñanza en euskera y del euskera, favorecer la existencia de medios de comunicación en este idioma (radio, televisión), y adoptar cuantas medidas sean necesarias para impedir la discriminación de la ciudadanía por razones de lengua. Este es el sentido que le damos a la cooficialidad de lenguas en todo el territorio, que deberá adecuarse a la realidad sociolingüística de cada zona o localidad.
Es necesaria también una política de tolerancia e integración de los símbolos. Planteamos la modificación de la legislación de símbolos de Navarra para eliminar criterios prohibitivos y excluyentes; cabe la convivencia y el respeto de los diversos símbolos con criterios de racionalidad, adecuación a las diversas circunstancias y de consenso entre las diversas sensibilidades.
La pluralidad y el diálogo deben practicarse hacia dentro y hacia afuera. Es por ello que defendemos la normalización de las relaciones con la Comunidad Autónoma del País Vasco sin que ello afecte al pleno autogobierno de Navarra. A tal fin proponemos un marco de cooperación permanente entre Navarra y la Comunidad Autónoma del País Vasco, así como establecer convenios de colaboración transfronterizos con el País Vasco francés en materias de interés común como el euskara o la cooperación cultural.
PAZ, RECONCILIACIÓN Y NORMALIZACIÓN.
Apostamos por la paz y por la política por medios democráticos, excluyendo la violencia y la imposición. Nos comprometemos en la deslegitimación social de ETA y de quienes le apoyen, de su imposición totalitaria y antidemocrática a la sociedad, de la vulneración de los derechos humanos y la persecución de quienes piensan o se sienten diferentes. También rechazamos por completo que en la lucha contra ETA se empleen medios que supongan la vulneración de derechos, la reducción de las garantías del Estado de Derecho o la limitación de los derechos de participación política y del pluralismo.
Nos unimos a la exigencia de disolución unilateral, incondicional y verificable de ETA, sin ningún precio político, para que sea posible una normalización de la vida política. Nos comprometemos a, una vez producida, trabajar por la reconciliación y la superación de los efectos de tantos años de violencia: reparación a todas las víctimas, sean de ETA o del GAL, de la extrema derecha, de los abusos policiales o de cualquier otro origen, en todos los órdenes y con ampliación a todas ellas de la legislación de protección de las víctimas; reinserción de los presos; garantías para una convivencia pacífica y para el ejercicio del pluralismo y la participación política.
UN COMPROMISO POR LAS POLÍTICAS DE IZQUIERDA.
A partir del acuerdo de coalición llamamos a todas las personas de izquierdas de Navarra a participar en la elaboración de un programa electoral que posibilite la alternativa centrado en los siguientes ejes:
- Una Navarra social, sostenible y solidaria.
- Una convivencia integradora que normalice la pluralidad de identidades.
- Desarrollo del autogobierno.
- Mejora de los instrumentos de participación y decisión y de la calidad del sistema democrático.
- Una salida de la crisis económica favorable a las y los trabajadores, pensionistas, parados, autónomos, etc., que refuerce el Estado de bienestar.
- Garantía de derechos económicos y sociales.
- Refuerzo de los servicios públicos: una salud pública gratuita y universal; una enseñanza pública, de calidad, multilingüe; unos servicios sociales universales.
- Por la integración social de los inmigrantes.
- Por un desarrollo sostenible y la defensa del medio ambiente.
- Por garantizar la igualdad real entre hombres y mujeres.
- Por la libertad de orientación sexual.
- Cultura de la paz y desmilitarización.
- Política de normalización política y reconciliación tras el fin de ETA.
- Solidaridad internacional.
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