jueves, 18 de noviembre de 2010

FERNANDO GUILLÉN SOTA "ZAMAR"

Fernando Guillén nos dejó el pasado día 3 de noviembre cuando apenas le faltaban una docena de días para cumplir los 48. Nació, pues, el 15 de noviembre de 1962 en Pueyo, pueblo que le vio nacer y crecer. En Pueyo fue donde cursó sus primeros estudios, estudios que luego terminó en la escuela laboral de Tafalla en la rama del metal. De aquí se trasladó a Pamplona, donde junto con otro socio regentaron, hasta caer enfermo, un negocio de restauración de muebles en la castiza calle Descalzos. Sus habilidades con las gubias y demás herramientas para trabajar la madera han sido notables, incluso fuera del horario laboral, y en plenos paseos podía ver una raíz de un árbol y aprovecharla para hacer figuras con un arte fuera de toda duda. Como buen baldorbés colaboró en exposiciones sobre sus trabajos en los sucesivos días de celebración del valle. Impartía con éxito cursos de restauración de muebles en Ororbia. De joven con su cuadrilla jugó en el equipo de entonces de Pueyo, el Tropezón, y más tarde probó fortuna en el Iruntxiki de Potasas. Pero sobre todo, lo que más se nos ha quedado grabado en nustras retinas ha sido su afición al monte. Su tardía incorporación primero al grupo de monte de Pueyo Erripamendi Taldea, y luego haciendo travesías con otros clubs, así como salidas mañaneras con sus hermanas o solo, nos dejó el recuerdo de que a nuestro querido amigo Zamar, le faltaban días para ir al monte. Organizador de muchas de las salidas del club preparadas con esmero y exhaustividad, disponía de una gran forma física y tenía conocimientos sobre cartografía y orientación. Es así como consiguió sin dificultad el respeto y admiración de todos los amigos de la montaña. El club de Pueyo, está claro, ya no será lo mismo, pero los gratos recuerdos, su amistad, su sonrisa tibia, su agilidad, su forma de ser, de gran corazón y de buena gente, eso no nos lo quita nadie.

De una familia excepcional, sus tres hermanas y su madre se pueden sentir bien orgullosas de Fernando, al igual que su cuadrilla de la Perolika y demás vecinos del pueblo. Descansa en paz, Fernando, y no te preocupes por las salidas montañeras, que nosotros recogeremos tu testigo y tu afán por conocer nuevos horizontes. Hasta siempre, Zamar. Agur.
Tus amigos y compañeros de Erripamendi Taldea de Pueyo.

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