En Francia, los diversos intentos de recortar el derecho a la jubilación ya habían dado lugar a fuertes movimientos de protesta, en 1995 y en 2003. Estos movimientos han marcado el desarrollo de un ciclo ascendente de luchas, en el que han ido apareciendo nuevos actores y nuevas formas de movilización que, en una especie de movimiento acumulativo, han hecho cada oleada de protesta más fuerte y más desestabilizadora que la anterior.
El movimiento contra el Contrato de Primer Empleo (CPE) en 2006, precedido el año anterior por una movilización de los estudiantes de secundaria, y de una revuelta profunda en los suburbios de París, marcó la irrupción de la juventud escolarizada como sujeto fundamental de la lucha de clases, capaz de arrastrar a otros sectores y de dotarse de estructuras de autoorganización (coordinación nacional de delegados de asambleas) que permitieron al movimiento marcarse sus propios ritmos, con independencia de las direcciones sindicales, y lograr finalmente ganarle el pulso al gobierno. Desde 2006, prácticamente todos los años se han sucedido movilizaciones de los estudiantes de secundaria y universitarios, y también nuevos conatos de revueltas violentas en las banlieues.
Desde el verano, el curso actual se anunciaba movido, puesto que de nuevo el gobierno proponía una reforma para retrasar la edad mínima de jubilación de 60 a 62 años, y de la edad necesaria para recibir la pensión plena, de 65 a 67 años. La plataforma unitaria de todos los sindicatos anunciaba su oposición frontal a esta reforma y su voluntad de convocar movilizaciones. Pero muy pronto la movilización por la base de los trabajadores mostraría más empuje que las direcciones. En particular, algunas federaciones de la CGT se posicionaron a favor de la huelga indefinida para lograr la retirada de la reforma, y varios sectores de trabajadores (refinerías, limpieza, cantinas) comenzaron huelgas locales que marcarían la tonalidad combativa del movimiento.
Pero otro elemento clave ha sido de nuevo la movilización de la juventud. Durante el verano, una plataforma unitaria de todas las organizaciones juveniles (Juventudes Socialistas, Comunistas, del NPA, anarquistas, y organizaciones juveniles de los sindicatos), constituida bajo el nombre La jubilación: un asunto de los jóvenes comienza la labor de propaganda para tratar de implicar a la juventud en la movilización. Eric Woerth, ministro de Trabajo y temerosos de una nueva movilización juvenil, acusa de "irresponsables" a quienes llaman a los jóvenes a manifestarse.
De nuevo, el movimiento por la base desbordaría rápidamente las estructuras partidarias y sindicales. A partir del 7 de octubre, comienzan las acciones de bloqueos de institutos por los alumnos. Los estudiantes se levantan temprano y construyen barricadas en la puerta del establecimiento escolar, obligando así a la anulación de las clases y a poder dedicar la jornada a la movilización. El movimiento en secundaria es especialmente móvil, y es frecuente que los estudiantes de un instituto en lucha realicen cortejos que recorren los otros establecimientos de la zona, animando al resto de estudiantes a movilizarse con ellos. Muy pronto empiezan también los enfrentamientos con la policía, que ha desarrollado en los últimos años un potentísimo dispositivo antidisturbios, siempre listo para atacar las movilizaciones y provocar enfrentamientos. En las últimas semanas han circulado en internet varios vídeos donde se ve claramente a policías en civil rompiendo vitrinas y simulando atacar a transeuntes, para justificar así cargas y detenciones. El 14 de octubre en Montreuil, un estudiante recibe un pelotazo de goma de la policía en la cara, que le revienta la órbita ocular. El ministro de interior se verá obligado a llamar a la calma a la policía, y el alcalde de Montreuil prohíbe el uso de pelotas de goma por la policía. La violencia policial no ha disminuido, sin embargo. En Lyon por ejemplo, la manifestación fue bloqueada durante horas en una plaza, sin razón aparente más que buscar la provocación, y los manifestentes encerrados fueron gaseados varias veces por la policía.
Por su parte, los estudiantes universitarios han comenzado a unirse también a la movilización. En las universidades, las diversas organizaciones estudiantiles han realizado una labor de información, logrando convocar asambleas generales que han reunido en ocasiones a más de mil estudiantes, como viene siendo recurrente los últimos años. La práctica del bloqueo esta vez se ejerce con más moderación: muchas universidades han votado bloquear solamente los días de movilización nacional (generalmente martes y/o jueves), permitiendo así el resto de días realizar un trabajo de movilización entre los estudiantes que van a clase.
Alex Merlo (en Diagonal)
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