Dice el mito griego que el mundo vivía feliz hasta que Epimeteo abrió la caja de su mujer, Pandora, liberando así a todas las desgracias que hoy acechan al ser humano. Probablemente tardaremos algún lustro en saber exactamente qué es lo que ha pasado durante estos últimos años en Caja Navarra para llegar a su situación actual. Cómo es que la empresa pública más importante de la Comunidad Foral, a la que machaconamente se nos ha presentado como modélica en su gestión, tenga que acabar buscando desesperadamente tablas de salvación, cuanto más lejos mejor, a la vez que vende sus bienes y se dispone a deshacerse de parte de su personal. Ya no me acuerdo quién dijo que lo de las prejubilaciones con dinero público se había acabado, pero va a ser que no. La opacidad con la que viene operando esa entidad financiera que Navarra está a punto de perder -pero de la que políticos y actuales directivos van a seguir cobrando- está provocando una espiral de bulos y sospechas que llegan a los medios con cuentagotas. Parece que hay gente que sabe de qué va esto, pero que se resiste a contarlo. Una prudencia no sé si bien o mal entendida contribuye a crear un muro de silencio alrededor de los últimos pasos dados por esta entidad, no sea que un poco de luz acabe prendiendo la mecha que acabe mandándolo todo a tomar por el saco. En cambio, si rastreas en la red por los medios de fuera de esta Comunidad amedrentada se te ponen de corbata. Y que salga Miguel Sanz defendiendo la solvencia de la entidad que ha presidido hasta hace dos días, en vez de tranquilizar acojona. Arguye nuestro todavía lehendakari para pedir nuestra confianza, que "las pocas perras" que tiene las tiene depositadas en Caja Navarra. El campechano Sanz, a la misma altura que el común de los navarritos. Demasiado bonito, demasiado difícil de creer, tanto la primera como la segunda parte de su afirmación. Sobre este tema, todo suena más falso que una moneda de tres euros. Como algún Epimeteo abra esta Caja, lo de Pandora va a ser una broma en comparación. Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
martes, 23 de noviembre de 2010
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