La muerte de Mikel Zabalza hace ahora 25 años conmocionó a toda la sociedad, por las extrañas circunstancias que rodearon el fallecimiento y la escasa credibilidad que suscitó la versión oficial. El archivo provisional de la causa sin que nadie haya pagado por el crimen, incrementa la impotencia alrededor de los hechos.
El joven de 33 años de Orbaitzeta fue detenido en Alza tras un atentado de ETA perpetrado el 25 de noviembre. Mikel Zabalza y dos familiares también arrestados (un primo y su novia) fueron trasladados al cuartel de Intxaurrondo, dirigido en aquel momento por Rodríguez Galindo. No se le vio más con vida.
La versión oficial que se dio en aquel momento fue que, durante el interrogatorio, Zabalza reconoció saber la ubicación de un zulo y fue trasladado a la zona de Endarlatsa para identificar el lugar. Apunta la Guardia Civil en su versión avalada ahora por la justicia que, al bajar del coche, Zabalza golpeó a uno de los agentes y se escapó por un túnel, cercano al Bidasoa, esposado, y le perdieron la pista. Más tarde, ante el juez, los agentes no supieron explicar por qué alguien que no es de ETA (como más tarde afirmó la organización y el ministro de interior Barrionuevo) llegó a confesar la existencia de un zulo, ni por qué iba a querer escapar, ni cómo Zabalza podría haber cruzado el río para llegar a la frontera con Francia con las manos esposadas sin ser retenido, ni por qué no dispararon, ni por qué un cazador que se encontraba en el lugar de la supuesta fuga no vio ningún movimiento, ni coches de policía...
Estas incongruencias iniciales, que se hicieron mayores según avanzaban los acontecimientos, despertaron una gran movilización social que pedía conocer el paradero de Mikel y la verdad sobre lo que había pasado en Intxaurrondo.
El resto de familiares detenidos fueron liberados sin cargos y sus declaraciones sobre lo vivido durante la noche de la detención confirmaron que las sospechas en torno a la falsedad de la versión oficial estaban fundadas. Su novia, Idoia Aierbe, había visto una camilla la noche de la detención con un cuerpo de complexión similar a la de Mikel. Asimismo, su primo, Manuel Vizcay, declaró haberle oído vomitar y gritar. Ambos denunciaron haber sufrido las torturas de la bolsa y la bañera.
A pesar de las sospechas (en muchos casos certeza) de que Mikel había muerto en el interrogatorio víctima de las torturas, el juez, atendiendo a la versión oficial, puso en marcha un dispositivo de la Cruz Roja que rastreó el Bidasoa durante cuatro días sin obtener resultados. El 14 de diciembre se suspendió la búsqueda y precisamente el día siguiente, 15 de diciembre, el cuerpo de Mikel fue encontrado por la Guardia Civil, en un lugar ya rastreado. Tampoco hubo explicación para este repentino hallazgo.
La acusación particular mantuvo en todo momento que Mikel había sido asesinado durante el interrogatorio por la aplicación de la tortura de la bañera -la autopsia aclara que la muerte se dio por sumersión- que consiste en introducir la cabeza del detenido en agua llevándolo hasta el límite para sacarle una declaración. Zabalza había sido operado recientemente, por lo que su resistencia a esta tortura era más limitada. El caso se cerró dando por válida la versión oficial, pero en 1995 se reabrió por una supuesta "manipulación de pruebas por parte de la Guardia Civil en connivencia con personas vinculadas al Ministerio del Interior de entonces" y por unas pruebas extraídas de una investigación periodística de El Mundo en las que se señalaba directamente a Enrique Dorado Villalobos y Felipe Bayo Leal como autores de la muerte de Mikel (Antonio Espejo Valero, Gonzalo Pérez García, Fernando María Castañeda Valls, Miguel Pérez Gómez, José Juan Pastor y Manuel Sujar, estaban ya en el proceso). Pese a que el caso se reabrió en 1995, los dos nuevos acusados no declaran hasta cinco años después.
Respecto a qué pasó con el cuerpo durante los 20 días que estuvo desaparecido, existen hasta tres versiones para explicar la diferencia de diatomeas que hay en el río Bidasoa (7 por mililitro) y las encontradas en la ropa, en la sangre del ventrículo derecho y en el contenido gástrico, consideradas por el forense paradójicamante elevadas (entre 60-70 por mililitro): que se le introdujo en una charca cercana (versión del libro El Caso Interior), que se le inyectó agua del Bidasoa en los pulmones mediante una jeringuilla (versión de El Mundo) y que se le introdujo en una bañera del propio cuartel donde los buzos hacían prácticas (Egin). Según el juez, "el valor probatorio" de estas versiones "es muy reducido" a pesar de que el informe forense realizado en 1996 asegura que "no es posible afirmar el fallecimiento como consecuencia de una sumersión vital en medio líquido con las características del Bidasoa" y de los documentos hallados en la celda del ex coronel Alberto Perote, que llevan por título Conclusiones, donde se hace referencia a que Zabalza murió mientras era torturado y se apunta a un documento del CESID que explicaba la situación. Este informe, dice el juez, que "o no existe o no ha sido desclasificado". También hay constancia de una nota interna de la Guardia Civil con la matrícula del coche que transportó el cadáver hasta el río.
La última prueba que se encontró fue la grabación que salió a la luz en 2005, en la que el capitán Gómez Nieto y el ex coronel Perote hablaban sobre el caso y en la que Gómez afirmaba que Zabalza había muerto en el interrogatorio. A pesar de la fuerza de la declaración, no ha sido considerada por los jueces, porque Gómez negó en su declaración judicial inicial que dicha conversación se hubiera mantenido. Por ello, el juez dice que "como los dos testigos van a mantener sus declaraciones", resulta "de todo punto innecesario" repetir el interrogatorio. Perote sí reconoció haber participado en esa charla (también se encontró una transcripción de ella en su celda), pero el juez cree que no hay manera de saber si las voces corresponden a Perote y a Gómez porque la grabación podría haber sido manipulada digitalmente, ya que formaba parte de una pieza para un programa de televisión (la original está en el CNI donde niegan su existencia) y considera "superfuas e irrelevantes" las declaraciones.
Los ocho hermanos de Zabalza mantienen su acusación, apoyada por el Ayuntamiento de San Sebastián y la asociación contra la tortura, aportando varios indicios más y a la espera de que aparezca la prueba definitiva en este difícil escenario de lucha contra las fuerzas del Estado. Mientras, los espacios de impunidad siguen vigentes.
Elena Urabayen (en Diario de Noticias)
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