domingo, 28 de noviembre de 2010

LA CAN HA NECESITADO VENDER SU SEDE CENTRAL Y 25 OFICINAS EN UN AÑO

La falta de liquidez en Caja Navarra la ha convertido en un pelele. El Estado ha conseguido imponer la entrada de Cajasol en el Banca Cívica y, probablemente, también imponga un rescate al nuevo banco a través de un préstamo de 1.100 millones de euros a través del FROB. La necesidad urgente de Caja Navarra de aprovisionar fondos le ha obligado a recurrir a una fórmula que vendió como «novedosa», el sale and lease back (venta y alquiler con derecho a recompra), que la CAN ha ejercitado en tres ocasiones de forma opaca.

La primera de estas operaciones se ejecutó en junio del pasado año. La CAN vendió las dos primeras plantas de su sede central a un selecto grupo de clientes, a quienes se comprometió a recomprar los inmuebles dentro de 10 o 15 años, tras una nueva tasación de los mismos. Desde entonces, la CAN paga un alquiler por seguir trabajando en esas dos plantas. La caja se negó a ofrecer los detalles de la operación: ni por cuánto dinero vendió los inmuebles, ni quiénes son los compradores.

Los propietarios de las dos plantas de la sede de la CAN, en plena Avenida Carlos III de Iruñea, se constituyeron como una sociedad. Según ha podido saber este periódico, entre los miembros de esta sociedad se encuentran ex deportistas navarros de élite y la Iglesia.

«Seguimos teniendo excedente de liquidez, pero este instrumento nos ha parecido también atractivo», señaló la CAN en su momento. Lo que no dijo es el efecto maquillaje que tiene sobre sus cuentas, ya que con la venta se reduce el inmovilizado y, en consecuencia, las amortizaciones sobre los mismos, que a la hora de presentar resultados figuran como gastos. Poco después, trascendería que, por esas dos plantas, la sociedad de clientes preferenciales abonó 31 millones de euros.

La Caja alabó la «sobreoferta» de solicitudes para participar en esta operación, que garantiza a los inversores una rentabilidad fija (a través del alquiler), así como la posibilidad de que el inmueble se revalorice. Esta sobreoferta no es de extrañar, ya que la caja concertó en pagar a la sociedad unos 2 millones de euros anuales en concepto de alquiler, que se actualizan según el IPC. Es decir, si tarda 15 años en recomprar sus plantas, habrá recibido 31 millones y abonado 30 de alquiler, para después tener que volver a comprarlas.

Pero pronto esos 31 millones de euros se convirtieron en insuficientes. En marzo de este mismo año, la CAN decidió vender, también con recompra, el resto de plantas de su sede central. La fórmula fue exactamente la misma, a través de una sociedad conformada por clientes preferenciales de la caja. Este segundo lease back, coincide con la implantación de la nueva regulación para la banca (Basilea III), por la cual se eleva el mínimo de liquidez en caja para poder emitir nuevos préstamos. La escasez de fondos propios de la CAN volvía a ahogarla.

El tercer lease back ocurrió a finales de septiembre pasado. En esta ocasión se vendieron, para seguir ocupando y pagando alquiler, 25 de sucursales de la CAN. Esta vez no sólo se negó a hacer público el importe, sino que tampoco se sabe de qué sedes en concreto se trata.

Cuando una caja padece problemas de liquidez, tiene cuatro opciones: titulizar, vender inmovilizado, dejar entrar nuevos capitales o pedir un préstamo. Caja Navarra ha explotado las cuatro opciones. Primero titulizó, es decir, vendió paquetes de hipotecas a terceros, para cobrar de golpe lo que le debían. Pero esta fórmula de aprovisionamiento se le complicó con la caída del banco Lehman Brothers y el estallido de la actual crisis. La desconfianza hacia los bonos basura provocó que este tipo de productos no se consiguieran colocar. Y una caja, sin liquidez, sin solvencia, no puede realizar préstamos.

La CAN se acogió al lease back, porque se negaba a pedir un préstamo al Estado a través del FROB, ya que este fondo está pensado para la la reestructuración, y le hubiera impedido continuar con su expansión. Habría imposibilitado, por ejemplo, la apertura de la sucursal en una de las mejores zonas de Washington. No obstante, ahora se va a ver forzada a hacerlo. Durante la fusión con Caja Canarias y Caja Burgos se detectó un agujero de 730 millones de euros. Al cuarto socio, Cajasol, le falta una cifra similar, por lo que el Estado ha anunciado un préstamo de 1.100 millones.

No obstante, al máximo responsable de la entidad, Enrique Goñi, se le atraganta el dinero del FROB, que coartaría su poder decisorio y luego hay que devolverlo a un interés alto. Por eso ha puesto su mirada en fondos internacionales, como J.C. Flowers, donde el interés es más bajo. El precio se paga de otra forma, ya que supone una privatización de la caja. El 10 de diciembre se votará la posibilidad de privatizar hasta el 40% de la CAN. Goñi ya ha afirmado que Banca Cívica saldrá a bolsa.

En 10 años, Caja Navarra ha pasado de ser una de las entidades más solventes y con una filosfía más conservadora del Estado, a una de las más agresivas. El golpe de timón lo dio Enrique Goñi y, para eso, tuvo que quitar mandos intermedios y jefes que habían acumulado poder a lo largo de los años dentro de la entidad. Los cambió por licenciados sin experiencia, más baratos y manejables. Entre 2001 y 2009, se ha prejubilado a 500 personas, lo que ha supuesto un desembolso de 166 millones de euros para la entidad. Pero fundamentalmente, una pérdida importante de profesionales que se habían formado en la CAN y que conocían bien los entresijos de la entidad. Si bien la mayoría de las prejubilaciones coinciden con la fusión entre Caja Pamplona y Caja Navarra (lo que sería justificable desde el punto de vista de la duplicidad de cargos), el número de empleados que tiene la entidad cada año, desmiente esta teoría. A pesar de las 500 prejubilaciones, el número de empleados de la CAN no descidende, sino que aumenta considerablemente. Además, atendiendo a la cuantía que se pagó por esas jubilaciones, se observa cómo la dirección actual se deshizo de altos cargos a un coste elevadísimo. Para prejubilar a ocho personas en 2008, la CAN tuvo que abonar 4,5 millones de euros. En 2009, también se supera una media de medio millón por prejubilado: por 35 personas, se pagaron 17,2 millones de euros.

Aritz Intxusta, en GARA

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