lunes, 8 de noviembre de 2010

FURIA ALEMANA CONTRA EL TREN NUCLEAR

Unos 17.000 policías alemanes armados con bastones antidisturbios, bombas lacrimógenas y apoyados por helicópteros, vehículos blindados y perros se enfrentaron ayer a miles de activistas antinucleares que intentaban impedir el avance de un tren cargado con 123 toneladas de material altamente radiactivo y cuyo destino final es el cementerio atómico de Gorleben, en Baja Sajonia.
Un tramo de vía de casi 60 kilómetros se convirtió en el escenario de una furiosa batalla campal, protagonizada por agentes y manifestantes, que desafiaron a las fuerzas del orden para intentar bloquear el paso del convoy. Para ello trataron de retirar el balasto de las vías, mientras lanzaban piedras y cócteles molotov contra los antidisturbios. Cuando los policías iban a por ellos, los manifestantes desaparecían en el bosque y otros grupos asaltaban la vía en otro punto. Varios activistas resultaron heridos y, al menos, un coche blindado fue incendiado. Las protestas lograron retrasar la marcha del tren en más de diez horas y, según informaciones no oficiales, un tramo de más de doscientos metros de trazado ferroviario quedó inutilizado.
La etapa más problemática del recorrido del tren nuclear, que se inició el viernes en la localidad francesa de Le Hague, estaba previsto que se llevara a cabo de madrugada. Al cierre de esta edición la Policía trataba de desalojar a varios cientos de manifestantes que bloqueaban el último tramo del trayecto. Cuando el convoy ferroviario llegue a la estación de Dannenberg los contenedores con basura nuclear serán cargados en camiones que intentarán alcanzar el almacén de Gorleben.
Fuentes de las fuerzas del orden apuntaron a que los enfrentamiento se han saldado con varios heridos, pero no precisaron cuántas personas habían sido trasladadas a los hospitales, ni tampoco dio información sobre el número de detenidos. Pero el presidente del sindicato policial, Konrad Freiberg, calificó como un «nuevo nivel de violencia» la combatividad que muestran los antinucleares.

La nueva batalla de Gorleben, como ha sido bautizada por la prensa la multitudinaria protesta, marca un hito en el movimiento antinuclear alemán, que ha resucitado con nuevos bríos a causa de la decisión del Gobierno que dirige Angela Merkel de prolongar la vida útil de las centrales una media de doce años. La medida enfureció a los veteranos del movimiento antiatómico y convenció a miles de personas para adherirse a la protesta. Hace dos meses más de 100.000 acudieron a una manifestación en Berlín y el pasado sábado, otras 50.000 asistieron a una movilización en la localidad de Wendland. Aunque el acto tuvo más bien un tono festivo, los participantes no ocultaron su ira ante la medida del Gobierno que desenterró una discusión que parecía haber quedado olvidada en 2001.
Ese año, el Ejecutivo de socialdemócratas y verdes, dirigido por Gerhard Schröder, fijo el apagón nuclear para 2021. La decisión acabó con las protestas de los ecologistas y las famosas pancartas donde se podía leer 'Atomkraft? Nein Danke!' (¿Energía nuclear? ¡No, gracias!) se cubrieron con el polvo del olvido. Con un entusiasmo y combatividad que no se veía desde hace años, miles de jóvenes con el rostro cubierto han rescatado nueve años después los viejos emblemas de batalla, al tiempo que prometían una guerra sin cuartel para que el Gobierno se vuelva atrás.
Cem Ozdemir, el líder de los verdes, manifestó que su partido había decidido desechar la posibilidad de una alianza a nivel federal con la democristiana CDU, la formación que dirige la canciller. «La señora Merkel se ha inclinado por una radicalización de la política», sentenció.

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