Fagor Electrodomésticos (FED) ha sido la empresa donde prendió la mecha del llamado movimiento cooperativista vasco. No en balde la precursora de esta empresa, se llamaba ULGOR, nombre conformado por las iniciales de los precursores del cooperativismo que actuaron bajo la batuta de Don José María Arizmendiarrieta. Ni qué decir tiene que estos hombres, se esté de acuerdo o no con ellos, eran unos grandes idealistas. Los que todavía viven están compungidos por el fiasco al que nos han llevado los gestores que han regido la cooperativa los últimos diez, quince años.
A la situación de Preconcurso de Acreedores, en las puertas del Concurso, se llega por gestiones desastrosas, proyecciones de futuro francamente mejorables, huidas hacia adelante con dosis altas de oscurantismo y ocultamiento de datos hacia dentro y fuera de la cooperativa. Se dice que algunas de éstas grandes adquisiciones, Mastercook en Polonia y Brandt en Francia, se hicieron sin una asignación para hacer frente a los costes financieros que estas operaciones suponían. Ya en esos años fabricábamos electrodomésticos, el producto de siempre, con poco valor añadido y tecnologías de fácil manejo por las empresas de Países Emergentes y con altas probabilidades de poner en el mercado productos de igual calidad a precios más baratos. Era el momento de repensar el cooperativismo y de analizar los márgenes del cooperativismo en un mundo globalizado. Pensar en si había que ir a un modelo de empresas más reducidas, adaptadas al territorio con nuevos productos que fueran tecnológicamente avanzados, y social y ecológicamente sostenibles. No se hizo y así estamos donde estamos.
Es evidente que en el capítulo de responsabilidades hay mucho que rascar. Responsabilidades tanto sociales como políticas, por la mala gestión y por hacerlo de una forma un tanto peligrosa y errática. Gente que ha ostentado los más altos puestos en Fagor Electrodomésticos mientras se estaba gestando el fiasco, están situados hoy en la cúspide de MCC (Grupo Mondragón). Parece ser que en el cooperativismo actual da igual cuales sean los resultados de tu gestión: la resultante es ascenso hacia puestos de más responsabilidad. Esto evidentemente no puede seguir así, no nos lo podemos permitir.
Actualmente, en nuestra cooperativa y, también, en el movimiento cooperativista en general, nos encontramos con la urgente necesidad de debatir sobre el devenir del cooperativismo, tanto en los aspectos puramente empresariales como en los sociales. Habrá que pensar el tipo de empresa, tipo de productos, dimensionamiento… Creo que la aureola del cooperativismo como organización capaz de superar las crisis, hacer una gestión mejor y hacerlo de forma más democrática y participativa entra en la rampa de caída.
En el apartado social conviene analizar y proponer cómo tiene que ser el cooperativismo del siglo XXI. Es bastante evidente que en el terreno de la participación y protagonismo de los socios y socias no son válidos instrumentos creados hace más de 50 años y pensados para aquella sociedad y aquel tipo de empresa, mucho más pequeña y manejable. Nuestros congresos, los congresos de la MCC, no pueden ser actos formales, tendrían que ser el marco de debates en profundidad de estos aspectos con la participación de todos y todas las cooperativistas. En cualquier caso, hay que hacer un gran esfuerzo para que los valores y logros sociales del cooperativismo, al igual que los logros empresariales se contemplen en los planes de gestión y se controlen con todo rigor.
Junto a este apartado tenemos que hacer lo imposible para superar las dolorosas consecuencias que han traído consigo los “cristales rotos” de FED. Quedan en la calle 2000 socios y socias suponiendo un empobrecimiento masivo para el Alto Deba, para Basauri y para aquellas empresas que trabajaban para FED. Quedan en la calle, sin que nadie se acuerde de ellos y ellas, los centenares de eventuales que trabajaban en las cooperativas. Se dice que se van a articular cerca de 1000 puestos de trabajo para socios que, por lo menos a la hora de escribir estas líneas, no se han objetivado de ninguna manera. La forma de solucionar este tema sería por medio de prejubilaciones y reubicaciones. Conviene que las prejubilaciones no sean, en algunos casos, tan miserables como las que se han propuesto: a los 55 años el 50% (con el 60% del 80% que se cobra actualmente). Las reubicaciones en otras cooperativas tienen que ser para toda la gente, incluyendo a quienes tienen minusvalías sobrevenidas. No podemos despojarnos de los “deshechos”. Hay que crear puestos de trabajo para toda aquella gente que trabajaba para FED, para toda.
Hay que devolver también sus dineros a la gente que se le debe por Aportaciones Voluntarias y Capital social. El cooperativismo no puede actuar como un banco malo y si te he visto no me acuerdo.
Insigne tarea la que nos queda. Convendría abordar la misma desde un organismo plural que incorpore a todos los sectores de la Cooperativa: Consejos Sociales, corrientes críticas como Ahots Kooperatibista, la asociación Ordaindu que reclama capitales y Voluntarias, comisión de minusvalías etc. éste podría ser un órgano para proponer alternativas y de control de lo que desde la MCC llaman Mesa de empleo.
No quiero terminar sin citar el papel puramente conservador de algunos intelectuales que se encargan siempre de promocionar las bondades del cooperativismo. Un poco de espíritu crítico y análisis de la realidad nunca viene mal. A lo mejor debieran ser más comedidos quienes nunca han trabajado en empresas industriales. Es evidente que son las empresas el organismo básico del cooperativismo. Cuando algunos criticábamos el plan Industrial, que nos ha llevado a esta hecatombe, decían que todo estaba bien, la solidaridad y patatín y patatán. Ganas tiene el menda de oírles analizar ahora este fiasco y no irse por los cerros. Servirá el cooperativismo, pero lo que ocurre por el camino es importante. Ser progresista no es solamente predicar, hay que analizar las realidades sin orejeras.
Ánimo que conseguiremos con lucha que esta negra situación mejore y recompongan los cristales rotos del fiasco.
Mikel Olabe, miembro de Ahots Kooperatibista (en Viento Sur)
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