Con una mezcla de sentimientos encontrados, sorpresa, dolor e indignación, asistimos estos días, docentes y familias, al último capítulo del acoso y derribo contra la enseñanza pública navarra y en especial la impartida en euskera como lengua vehicular (modelo D). No voy a entrar en el fundamento ni en la legalidad o legitimidad de la elaboración de ese "informe reservado" de la Guardia Civil sobre la influencia de la izquierda abertzale en dicha enseñanza. Lo más grave es el fondo político del asunto y lo que se persigue con esta burda difamación.
Quienes siempre hemos estado y estamos contra todo tipo de violencia y por supuesto contra la lucha armada de ETA y a favor de una educación en los derechos humanos -según el mismo informe, implícitamente, sería casi el 75% del profesorado de más de 150 centros públicos-, nos sentimos particularmente ofendidos. A nadie se le oculta, pues refleja la pluralidad de la misma sociedad navarra, que entre nosotros siempre ha habido y hay simpatizantes o miembros de la izquierda abertzale con quienes, por cierto, y en su mayoría, hemos sabido trabajar con profesionalidad a pesar de las diferencias ideológicas. Para saber eso no hacía falta ningún informe. Sin embargo, de este hecho hasta lo que se ha querido destacar por el partido gobernante en Navarra y por la derecha mediática, hay un largo y malicioso trecho. Las graves acusaciones sobre una supuesta instrumentalización partidista, fuera la que fuera, de la educación pública, son inaceptables para esa gran mayoría de docentes que creemos en lo público como el espacio plural y democrático por excelencia. Con ellas, en realidad, sólo se busca cuestionar el valor y el sentido del mismo modelo D en el que muchas familias confían.
Sin caer en victimismos, es clara cuál ha sido la política lingüística y educativa de las últimas décadas en Navarra. Algún día se escribirá toda la triste historia de gobiernos que han gobernado contra la propia cultura y una de las lenguas propias del pueblo al que dicen representar. Sin embargo, a pesar de trabas, obstáculos legales y administrativos y de los sucesivos programas de enseñanza en inglés impulsados sin recursos, medios suficientes ni criterios técnicos contrastados y con clara intención de frenar la expansión de la enseñanza en euskera, esta ha logrado resistir como una opción educativa válida en la sociedad navarra, gracias también a las ikastolas.
No seré yo, como profesor desde hace años en dicho modelo D y en diferentes institutos, quien haga la defensa del mismo cuyos frutos y resultados académicos son objetivos y reconocidos. En estos centros la inmensa mayoría de docentes estamos trabajando, cada día con más dificultades por los recortes, a favor de una enseñanza de calidad, plurilingüe siempre a partir de las lenguas propias y cuidando con mimo las extranjeras, y desde principios y valores éticos y democráticos.
Parece que estamos ante una estrategia diseñada y con intereses partidarios espurios. Afortunadamente, ETA dejó de matar hace más de dos años y ahora nos encontramos a las puertas de un proceso, que va a ser largo y duro, de construcción de la paz y la convivencia en nuestra tierra, basado en la justicia, la reparación y la memoria. En último término, precisamente contra eso se dirige esta ponzoñosa campaña. ¿Qué se puede esperar de un partido político, sedicente navarro, que nació anti-algo (todo lo vasco, es decir, también navarro), que considera el euskera como "arma del enemigo" o "caballo de Troya del nacionalismo" y que ha sobrevivido políticamente gracias, entre otras cosas, a la terrible tragedia del terrorismo y de sus víctimas? ¿Es que todo va a valer en política, el miedo y la mentira, por obtener réditos electorales y mantenerse en el poder? ¡Ya basta!
Sin embargo, quiero terminar con un mensaje de esperanza. Sé que la mayor parte de la ciudadanía navarra va a saber discernir lo que hay detrás de esta indecencia y situar a cada cual en su sitio. A pesar de la crisis y sus lacerantes consecuencias que, no nos confundan, tiene sus corresponsables políticos en quienes cínicamente acusan a otros de querer arruinar Navarra, anhelo un nuevo tiempo que ponga fin a este desgobierno prorrogado del "empeoramiento" que padecemos. Todas estas posturas y actitudes contrarias a la convivencia que sólo buscan perpetuar el frentismo y la división social, forman parte del pasado y vamos a superarlas. Creo que es hora ya de que en Navarra se empiecen a dar pasos serios en la elaboración de un plan propio de paz y convivencia, que ha de incluir también, como parte de su "suelo ético", la paz lingüística y educativa. Entretanto, desamparados por la misma Administración a la que pertenecemos y que nos da la espalda poniéndonos bajo sospecha, no sería mucho esperar una explicación inmediata del Gobierno de Navarra y una rectificación pública por el mal moral causado a su propio sistema de enseñanza pública, el de todos los navarros y navarras.
Mikel Aranburu Zudaire, profesor de Secundaria en modelo D.
No hay comentarios:
Publicar un comentario