La aprobación de la ley foral de reconocimiento y reparación moral de los ciudadanos y ciudadanas navarros asesinados a raíz del golpe militar de 1936, además de marcar un hito a nivel estatal supone la culminación de una larga, trabajada y sentida reivindicación de una amplia y plural mayoría social que viene tratando de rescatar una asignatura pendiente de la Transición. Los partidos navarros, salvo las no por esperadas menos decepcionantes excepciones, han estado a la altura. El Pleno del Parlamento foral aprobó, con los votos de PSN, Bildu, Aralar-Nabai, I-E y Geroa Bai, la abstención de UPN y el voto en contra del PPN, la Ley Foral de reconocimiento y reparación moral de las víctimas del franquismo. El hecho de que sea Navarra (con más de 3.000 muertos y desaparecidos, sin frente de guerra) la comunidad que haya logrado plasmar en un texto de obligado cumplimiento las principales demandas de miles de personas y numerosas entidades sociales que vienen luchando, con determinación pero sin revanchismo, con firmeza pero sin intereses políticos y sin escudarse en su estatus de víctimas, supone toda una lección en los tiempos que corren y una referencia hacia el futuro. Realmente, el hecho de que hayan tenido que pasar tantos años desde el golpe de Estado y el final de la dictadura es el único pero que se puede poner a lo vivido ayer en el Parlamento de Navarra. No resulta justificable ampararse, y menos viniendo de partidos que no predican el consenso cuando tienen la mayoría, en la fórmula final de concreción de esta norma derivada de una ponencia unánime para votar en contra o abstenerse. Y menos cuando se está tratando de algo como la reparación a las víctimas de una dictadura totalitaria. Pero lo más importante es que esta norma tendrá -o debería tener si no se vacía de contenido presupuestariamente- efectos prácticos y tangibles para las miles de familias y personas afectadas por aquella infamia: la recuperación de los restos de las personas desaparecidas, la señalización y protección de los lugares de enterramiento en Navarra, la retirada de las menciones y símbolos franquistas, el fomento del estudio y conocimiento de los hechos acaecidos durante la dictadura o la protección de los monumentos de memoria de las víctimas, entre otros. Una ley justa que supone toda una enseñanza para una sociedad que mira al futuro sin olvidar el pasado, para que nunca más ni para nadie se repitan aquellos horrores.
Editorial del ¨Diario de Noticias
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