La polémica intervención del diputado Carlos Salvador en el último consejo político de UPN y los duros reproches del portavoz Sergio Sayas al PSN por no apoyar una moción suya a cuenta de la polémica sentencia de Estrasburgo han incendiado UPN. Dos sucesos que en apenas una semana han reabierto las heridas internas del congreso de marzo, y que la formación regionalista todavía no ha logrado suturar.
De poco han servido los llamamientos a pasar página y recuperar la confianza mutua entre las dos partes, claramente diferenciadas y cada vez más irreconciliables, y cuyas diferencias volvieron a salir a luz en el consejo político que la formación regionalista celebró el pasado viernes. Desde semanas antes el sector derrotado había hecho constar sus discrepancias con la gestión que del partido está haciendo el equipo de Barcina, y que tuvieron reflejo público en dos artículos de prensa de Faustino León y Chon Latienda, abiertamente hostiles con la presidenta, y que daban muestra del sentir interno. Críticas que suelen ser habituales en las charlas privadas entre militantes, pero cuya exposición pública ha acabado en un expediente a Latienda, militante de base que internamente se vincula a Miguel Sanz. El proceso previsiblemente acabará sin sanción, pero sirvió para calentar la cita.
Un ambiente enrarecido que motivó el cónclave interno más tenso de los últimos años, y que acabó por incendiar el diputado Carlos Salvador. Habían intervenido varios de los partidarios de Alberto Catalán, entre ellos Amelia Salanueva, Eradio Ezpeleta y el propio León, mostrando su preocupación por la situación del partido y reclamando mayor protagonismo en la toma de decisiones. Un sentir extendido en UPN, donde se observa con inquietud la ruptura de relaciones con el PSN y la ausencia de una dirección política clara, lo que ha dejado al partido con un Gobierno inoperante y ante el serio riesgo de perder el poder.
A todos ellos respondió Salvador con una crítica furibunda, casi ofensiva a juicio de los interpelados, que hizo recordar las duras discusiones del último congreso. De poco sirvieron los esfuerzos de Enrique Maya, Juan Luis Sánchez de Muniáin o de la propia presidenta por apaciguar a la oposición interna. Con la desconfianza a flor de piel, todos los críticos con la dirección actual se sintieron aludidos.
El partido todavía intentaba rebajar la tensión cuando el miércoles Sergio Sayas arremetía contra el PSN acusándole de connivencia con el terrorismo. Una proclama que ha dinamitado los esfuerzos del Gobierno por lograr un improbable apoyo socialista, y que ha sido muy criticado internamente por quienes insisten en la necesidad de recuperar puentes con su único aliado posible. Pero que va más allá, y que incluso complica los esfuerzos de Barcina por lograr la complicidad futura del PSOE.
Tanto Sayas como Salvador forman parte del círculo más cercano a la presidenta. Un grupo de dirigentes con escasa experiencia, surgido del congreso, que ha aprovechado el discreto perfil público del nuevo secretario general, Óscar Arizcuren, para buscar protagonismo mediático y fijar un discurso más radical y controvertido, que se ha visto reflejado en polémicas como la doctrina Parot o la propuesta para obligar a ver la ecografía antes de abortar. Todo con el aval de Barcina, que públicamente ha respaldado a ambos dirigentes, cada vez con mayor influencia dentro de la formación. Lo que aumenta la preocupación de quienes temen por el rumbo del partido y que, de momento, miran desde la barrera.
Diario de Noticias
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