Los propios socios de Fagor Electrodomésticos todavía se preguntan cómo se ha llegado a esta situación. Y la respuesta es sencilla. La compañía no ha podido o sabido responder con velocidad a la evolución del mercado.
No ha podido hacer frente a la combinación de una globalización industrial y de una crisis de ventas en España. La clase media no pasa por sus mejores momentos y ello ha afectado al posicionamiento en el mercado de Fagor. Sus productos, una digna gama media, no han podido dar el salto hacia las marcas premium, con altas dosis de innovación y precios más altos aceptados por los consumidores, como los que fabrica el líder europeo y tercer productor mundial, el grupo Bosh-Siemens.
La compañía alemana cerró el pasado año con unas ventas de 9.800 millones de euros y un beneficio neto de 466 millones. A su lado, las cifras de Fagor Electrodomésticos, 1.167 millones de euros de facturación y unas pérdidas de 89 millones no dejan lugar a dudas de la desigual pelea. Pero hay un elemento que marca aún más las diferencias. Bosh-Siemens destinó a labores de I+D en 2012 un total de 326 millones de euros frente a los 37 millones que la compañía de Mondragón invirtió en I+D+i. El dato es esclarecedor. El líder europeo invierte ocho veces más que la compañía vasca en desarrollar productos innovadores. Y esa liga es la que Fagor no ha podido jugar mientras que por abajo la crisis europea -con especial incidencia en España donde las ventas de electrodomésticos de línea blanca han caído a la mitad desde 2007 a 2012, (de 10 millones de aparatos vendidos a poco más de cinco)- ha llevado a los consumidores a elegir los productos más baratos, en buena parte marcas de los distribuidores comerciales. Estos productos fabricados mayormente en Asia, en grandes series y con unos costes inferiores a los de Euskadi y Francia, han arrastrado a Fagor a los números rojos. Ayer, paradojas de la vida, una gran superficie comercial anunciaba en Euskadi la venta de lavadoras a 179 euros. A esos precios no se puede competir fabricando en Europa occidental.
Y lo peor es que los fabricantes asiáticos han apostado también por la innovación. El grupo chino Haier, el mayor fabricante mundial de electrodomésticos con un 7,8% de las ventas globales, ha presentado en la feria IFA de Berlín productos que aún son prototipos pero que se acabarán viendo en los hogares. Entre ellos, lavadoras inteligentes que se manejan desde el teléfono móvil, a las que se les pueden instalar nuevos programas de lavado en forma de apps. Y frigoríficos interactivos capaces de controlar la cantidad de alimentos que almacenan y avisar cuando estos se acaban o neveras con cristal frontal, que se vuelve transparente al tocarlo con las manos de forma que no es necesario abrir el frigorífico para ver qué hay en su interior, ahorrando así energía eléctrica. Competir en estos parámetros se había convertido en misión imposible.
Xabier Aja, en Grupo Noticias
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