Dos años después del fracaso de la conferencia de Copenhague /1, la sorpresa no es que el Protocolo de Kyoto se extinga al fuego lento, amenazado por la fecha de caducidad de su primer período de compromiso, que se acaba a finales de 2012. Sino que esta extinción anunciada sea acompañada de una total indiferencia.
La conferencia de Durban sobre el clima se abrió el lunes 28 de noviembre a la salida de un año marcado al ritmo de pequeños avances técnicos y bloqueos diplomáticos de diverso tipo: sobre los mecanismos de financiación de la lucha contra el cambio climático, la ayuda a los países en desarrollo, el marco jurídico internacional. La crisis económica, el accidente nuclear de Fukushima y las próximas elecciones presidenciales (Estados Unidos, Francia en menor medida), todo esto ha hecho como desaparecer el voluntarismo político de líderes ya mudos o casi sobre el calentamiento del planeta. “El objetivo de Durban es no retroceder demasiado”, resume tristemente Sebastien Blavier de la Red Acción Clima /2.
Hace ya dos años que la diplomacia del clima se atasca. La novedad en este fin de año, es la opción de facto de los países ricos por abandonar toda perspectiva a corto plazo de prolongar el protocolo de Kyoto /3. Firmado en 1997, este tratado internacional impone objetivos de reducción de sus emisiones de gas con efecto invernadero a los países industrializados, en nombre de su responsabilidad histórica en la acumulación de carbono en la atmósfera. Los 36 estados firmantes se comprometieron globalmente a reducir sus emisiones un 5% en 2012 en relación a 1990.
Y luego, ¿qué ocurre a partir del 1 de enero de 2013? Por el momento, nada. Japón, Rusia y Canadá han hecho saber que no deseaban emprender un nuevo período jurídicamente obligatorio. La Unión Europea, Noruega, Australia, Nueva Zelanda y Suiza se dicen dispuestos pero a condición de que los no-Kyoto y los grandes emergentes se impongan limitar sus emisiones. Sin embargo los Estados Unidos -hoy no firmantes- no quieren aceptar ningún esfuerzo suplementario si China, primer emisor mundial, no contribuye más a reducir sus gases con efecto invernadero. Mientras que Pekín espera de la administración Obama su adhesión al protocolo. En definitiva, el asunto está atascado.
Concretamente, el protocolo de Kyoto se encamina por tanto hacia un coma de duración ilimitada. Teniendo en cuenta la amplitud del bloqueo, Christiana Figueres /4, la secretaria nacional de la Convención de la ONU sobre el Clima, reclama un acuerdo internacional para 2015. El texto hoy sobre la mesa es el acuerdo obtenido en Cancún /5 el año pasado, que establece un sistema de reducción voluntaria de las emisiones, mucho menos obligatorio que el tratado de 1997.
Pero según una reciente encuesta de The Guardian /6, los países industrializados han cambiado tácitamente de posición, y tienen ahora por objetivo un acuerdo en… 2020. Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía, ha protestado públicamente contra este nuevo retroceso: “Si un acuerdo internacional no se pone en marcha de aquí a 2017, la puerta quedará cerrada para siempre” sobre la posibilidad de contener el calentamiento por debajo de 2ºC.
Con o sin protocolo de Kyoto, la ausencia prolongada de un acuerdo sobre el clima corre el riesgo de amenazar las tentativas de creación de una tasa carbono (en Suecia, en Australia, en China) y de mercados del carbono (en China también por ejemplo) experimentados un poco en todas partes. La Unión Europea constituye una excepción con su objetivo de reducción del 20% de los gases con efecto de invernadero y del 20% de energías renovables en 2020, objetivo consagrado en su “paquete energía clima” /7.
Para Pierre Radanne y Emeline Diaz, autores de una nota /8 realizada por cuenta del instituto de la energía y del medio ambiente de la francofonía /9, “el protocolo de Kyoto no morirá el año próximo, pues su carga simbólica es aún demasiado fuerte para los países en desarrollo y sobre todo constituye el único acuerdo que permite la puesta en pie de mecanismos de flexibilidad y de mecanismos de mercado”.
Pero el protocolo y las políticas climáticas en general están tan deslegitimadas hoy que el mercado europeo del carbono, el más antiguo y a priori el más sólido hasta hoy -pues está garantizado de existir hasta 2020- podría hundirse el año que viene. Es el análisis explosivo que acaba de publicar el banco suizo UBS /10, que predice una caída del curso de la tonelada de carbono en 2012, entre 5 y 3 euros debido al demasiado amplio excedente de créditos de CO2 no utilizados.
El G-77 y China, que reagrupan a los países en situaciones económicas, industriales y sociales cada vez más diferenciadas, hacen del mantenimiento del protocolo de Kyoto una condición sine qua non. “Y no se puede esperar aún ocho años para saber lo que que van a hacer, explica un consejero del grupo Africa. El sistema de reducción voluntaria corre el riesgo de conducirnos a una subida de 5ºC la temperatura del globo”.
Así que la exasperación sube en los países del Sur. Está encarnada estos días por el presidente de Costa Rica, José María Figuieres, antiguo director del Foro de Davos -y hermano de Christiana, la señora del clima de la ONU-, que llama a las delegaciones de los países más afectados por el cambio climático, que erran de cumbre en cumbre a la espera de solución, a “organizar sentadas” y a “ocupar Durban” mientras un acuerdo decente no sea obtenido.
Un llamamiento reformulado por una red más activista y contestataria, Occupy Cop 17 /11 que reescribe el acrónimo en inglés de la Convención de la ONU sobre el Clima (UNFCCC) en “Naciones Unidas de los idiotas, los payasos y los criminales del carbono”.
Este atasco diplomático conduce a cada vez más observadores a distanciarse de la discusión jurídica para concentrarse en las repercusiones financieras. Pero ahí tampoco las noticias son buenas.
En la cumbre de Cancún, los estados del Norte confirmaron que entregarían alrededor de 23 millardos de euros a los países en desarrollo entre 2010 y 2012, y alrededor de 76 millardos por año (es decir, 100 millardos de dólares) de aquí a 2020. Pero según una coalición de ONGs para la justicia climática (Pan African Climate Justice Alliance, Africa Trade Network, Amis de la Terre…), de los 23 primeros millardos de financiación, los gobiernos en realidad no se han comprometido en realidad más que a entregar efectivamente 12 millardos de euros, y solo 9 han sido provisionados en los presupuestos.
Sobre este conjunto, solo 4 millardos de euros se añadirían realmente a las ayudas ya previstas. Las proposiciones de la AGF /12, el grupo de alto nivel encargado de reflexionar sobre mecanismos de financiación innovadores, bajo la batuta del economista Nicholas Stern /13, han quedado en letra muerta. Solo la perspectiva de una tasación sobre los transportes marítimos parece realizable.
En cuanto al Fondo Verde para el Clima creado en Cancún, es una caja vacía esperando contenido. Las discusiones sobre su modo de gobernanza han chocado con la oposición de los Estados Unidos, señalan los negociadores de los países pobres /14. Mientras que tras meses de discusiones, el grupo de trabajo había encontrado un consenso sobre la organización del fondo, los americanos se han opuesto a ello en el último minuto, juzgándolo demasiado ligado a la ONU y a su convención sobre el clima.
Los representantes de la administración Obama se han encontrado así del mismo lado que la Arabia saudita, como en tiempos de George W. Bush. “Habiendo llegado al poder con el eslogan de ‘Si, podemos’, debe ser difícil admitir que no, no puedes”, comentan los delegados que cuentan el episodio.
Ironía de la desesperación… En 2010, por primera vez desde hacía años, las emisiones de gas con efecto invernadero en el mundo han aumentado más rápidamente que el crecimiento. Según un estudio del consultor Price Waterhouse Coopers, la intensidad carbono de la economía mundial ha crecido un 0,6%. Y no es solo por culpa de los grandes emergentes. Los países ricos han vuelto a polucionar más que la riqueza que crean (los Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, mientras Francia, por su parte, ha permanecido estable). Entre los factores de explicación, un invierno frío en el hemisferio Norte, la caída del precio del carbón en relación al gas y la bajada de la parte de las energías renovables.
“Avanzábamos demasiado lentamente en la buena dirección, pero ahora marchamos en la mala”, concluyen los expertos.
Viento Sur
La conferencia de Durban sobre el clima se abrió el lunes 28 de noviembre a la salida de un año marcado al ritmo de pequeños avances técnicos y bloqueos diplomáticos de diverso tipo: sobre los mecanismos de financiación de la lucha contra el cambio climático, la ayuda a los países en desarrollo, el marco jurídico internacional. La crisis económica, el accidente nuclear de Fukushima y las próximas elecciones presidenciales (Estados Unidos, Francia en menor medida), todo esto ha hecho como desaparecer el voluntarismo político de líderes ya mudos o casi sobre el calentamiento del planeta. “El objetivo de Durban es no retroceder demasiado”, resume tristemente Sebastien Blavier de la Red Acción Clima /2.
Hace ya dos años que la diplomacia del clima se atasca. La novedad en este fin de año, es la opción de facto de los países ricos por abandonar toda perspectiva a corto plazo de prolongar el protocolo de Kyoto /3. Firmado en 1997, este tratado internacional impone objetivos de reducción de sus emisiones de gas con efecto invernadero a los países industrializados, en nombre de su responsabilidad histórica en la acumulación de carbono en la atmósfera. Los 36 estados firmantes se comprometieron globalmente a reducir sus emisiones un 5% en 2012 en relación a 1990.
Y luego, ¿qué ocurre a partir del 1 de enero de 2013? Por el momento, nada. Japón, Rusia y Canadá han hecho saber que no deseaban emprender un nuevo período jurídicamente obligatorio. La Unión Europea, Noruega, Australia, Nueva Zelanda y Suiza se dicen dispuestos pero a condición de que los no-Kyoto y los grandes emergentes se impongan limitar sus emisiones. Sin embargo los Estados Unidos -hoy no firmantes- no quieren aceptar ningún esfuerzo suplementario si China, primer emisor mundial, no contribuye más a reducir sus gases con efecto invernadero. Mientras que Pekín espera de la administración Obama su adhesión al protocolo. En definitiva, el asunto está atascado.
Concretamente, el protocolo de Kyoto se encamina por tanto hacia un coma de duración ilimitada. Teniendo en cuenta la amplitud del bloqueo, Christiana Figueres /4, la secretaria nacional de la Convención de la ONU sobre el Clima, reclama un acuerdo internacional para 2015. El texto hoy sobre la mesa es el acuerdo obtenido en Cancún /5 el año pasado, que establece un sistema de reducción voluntaria de las emisiones, mucho menos obligatorio que el tratado de 1997.
Pero según una reciente encuesta de The Guardian /6, los países industrializados han cambiado tácitamente de posición, y tienen ahora por objetivo un acuerdo en… 2020. Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía, ha protestado públicamente contra este nuevo retroceso: “Si un acuerdo internacional no se pone en marcha de aquí a 2017, la puerta quedará cerrada para siempre” sobre la posibilidad de contener el calentamiento por debajo de 2ºC.
Con o sin protocolo de Kyoto, la ausencia prolongada de un acuerdo sobre el clima corre el riesgo de amenazar las tentativas de creación de una tasa carbono (en Suecia, en Australia, en China) y de mercados del carbono (en China también por ejemplo) experimentados un poco en todas partes. La Unión Europea constituye una excepción con su objetivo de reducción del 20% de los gases con efecto de invernadero y del 20% de energías renovables en 2020, objetivo consagrado en su “paquete energía clima” /7.
Para Pierre Radanne y Emeline Diaz, autores de una nota /8 realizada por cuenta del instituto de la energía y del medio ambiente de la francofonía /9, “el protocolo de Kyoto no morirá el año próximo, pues su carga simbólica es aún demasiado fuerte para los países en desarrollo y sobre todo constituye el único acuerdo que permite la puesta en pie de mecanismos de flexibilidad y de mecanismos de mercado”.
Pero el protocolo y las políticas climáticas en general están tan deslegitimadas hoy que el mercado europeo del carbono, el más antiguo y a priori el más sólido hasta hoy -pues está garantizado de existir hasta 2020- podría hundirse el año que viene. Es el análisis explosivo que acaba de publicar el banco suizo UBS /10, que predice una caída del curso de la tonelada de carbono en 2012, entre 5 y 3 euros debido al demasiado amplio excedente de créditos de CO2 no utilizados.
El G-77 y China, que reagrupan a los países en situaciones económicas, industriales y sociales cada vez más diferenciadas, hacen del mantenimiento del protocolo de Kyoto una condición sine qua non. “Y no se puede esperar aún ocho años para saber lo que que van a hacer, explica un consejero del grupo Africa. El sistema de reducción voluntaria corre el riesgo de conducirnos a una subida de 5ºC la temperatura del globo”.
Así que la exasperación sube en los países del Sur. Está encarnada estos días por el presidente de Costa Rica, José María Figuieres, antiguo director del Foro de Davos -y hermano de Christiana, la señora del clima de la ONU-, que llama a las delegaciones de los países más afectados por el cambio climático, que erran de cumbre en cumbre a la espera de solución, a “organizar sentadas” y a “ocupar Durban” mientras un acuerdo decente no sea obtenido.
Un llamamiento reformulado por una red más activista y contestataria, Occupy Cop 17 /11 que reescribe el acrónimo en inglés de la Convención de la ONU sobre el Clima (UNFCCC) en “Naciones Unidas de los idiotas, los payasos y los criminales del carbono”.
Este atasco diplomático conduce a cada vez más observadores a distanciarse de la discusión jurídica para concentrarse en las repercusiones financieras. Pero ahí tampoco las noticias son buenas.
En la cumbre de Cancún, los estados del Norte confirmaron que entregarían alrededor de 23 millardos de euros a los países en desarrollo entre 2010 y 2012, y alrededor de 76 millardos por año (es decir, 100 millardos de dólares) de aquí a 2020. Pero según una coalición de ONGs para la justicia climática (Pan African Climate Justice Alliance, Africa Trade Network, Amis de la Terre…), de los 23 primeros millardos de financiación, los gobiernos en realidad no se han comprometido en realidad más que a entregar efectivamente 12 millardos de euros, y solo 9 han sido provisionados en los presupuestos.
Sobre este conjunto, solo 4 millardos de euros se añadirían realmente a las ayudas ya previstas. Las proposiciones de la AGF /12, el grupo de alto nivel encargado de reflexionar sobre mecanismos de financiación innovadores, bajo la batuta del economista Nicholas Stern /13, han quedado en letra muerta. Solo la perspectiva de una tasación sobre los transportes marítimos parece realizable.
En cuanto al Fondo Verde para el Clima creado en Cancún, es una caja vacía esperando contenido. Las discusiones sobre su modo de gobernanza han chocado con la oposición de los Estados Unidos, señalan los negociadores de los países pobres /14. Mientras que tras meses de discusiones, el grupo de trabajo había encontrado un consenso sobre la organización del fondo, los americanos se han opuesto a ello en el último minuto, juzgándolo demasiado ligado a la ONU y a su convención sobre el clima.
Los representantes de la administración Obama se han encontrado así del mismo lado que la Arabia saudita, como en tiempos de George W. Bush. “Habiendo llegado al poder con el eslogan de ‘Si, podemos’, debe ser difícil admitir que no, no puedes”, comentan los delegados que cuentan el episodio.
Ironía de la desesperación… En 2010, por primera vez desde hacía años, las emisiones de gas con efecto invernadero en el mundo han aumentado más rápidamente que el crecimiento. Según un estudio del consultor Price Waterhouse Coopers, la intensidad carbono de la economía mundial ha crecido un 0,6%. Y no es solo por culpa de los grandes emergentes. Los países ricos han vuelto a polucionar más que la riqueza que crean (los Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, mientras Francia, por su parte, ha permanecido estable). Entre los factores de explicación, un invierno frío en el hemisferio Norte, la caída del precio del carbón en relación al gas y la bajada de la parte de las energías renovables.
“Avanzábamos demasiado lentamente en la buena dirección, pero ahora marchamos en la mala”, concluyen los expertos.
Viento Sur
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