viernes, 16 de enero de 2009

"UN HOMBRE SIN OPINIÓN"

Posiblemente sepamos más de Obama que de la alcaldesa de nuestro pueblo. El de “We can” es un maestro del arte del discurso y ha llegado a la Casa Blanca gracias a una verborrea clara en la que, como recurso, ha acudido muchas veces a su biografía.
Sabemos que es negro, pero lo crío una abuela blanca. Que de joven fue un poco viva la virgen y que su mujer es hija de obreros. Sin embargo, qué conocemos de los mandatarios más próximos, de los que más cerca manejan los dineros que salen de nuestras diputaciones o ayuntamientos. Menos que de Barack, seguro.
A diferencia de los políticos de aquí, los de allí invocan en sus discursos a personajes y pasajes de la historia propia, de un EE.UU. en torno al que gira todo el Universo. Recrean un sentido de comunidad que les pega sin alzas a la oreja del oyente medio. Bush, experto en la soflama en blanco o negro, llegó a sacar la Biblia para hablar del Imperio del Bien frente al del Mal a la hora de afilar la punta de los misiles que iban a machacar Irak.
Influyentes agencias de noticias, la mayoría con sede en Washington, propalan por todo el Globo los mensajes que interesan a estos gobiernos. Son noticias e imágenes con un contenido emponzoñado que vuelven a divulgar y rebotar sin muchos filtros casi todos los medios de comunicación del planeta hasta llegar a Tele Tafalla. Tenemos información al minuto de una nevada que dificulta el tráfico en el centro de Nueva York, pero no sabemos que en Olite el hielo ha sacado de la carretera a la Tafallesa hasta que al día siguiente lo publica el Diario.
El ejemplo meteorológico es sólo una bobada comparado con el de los sueldos o los enchufes que se practican y que se han convertido en parte habitual del paisaje cercano. Por que quién conoce exactamente cuánto cobran nuestros ediles, que complementos apilan los secretarios, cuántas horas trabajan de verdad los consejeros y a cuántos cuñados han convertido en funcionarios los diputados. Al menos los de Obama cuelgan en internet los donativos en dinero que las empresas y corporaciones hacen en la campaña electoral. Lobbys los llaman. Lobos sería más congruente.
De todas formas, menuda diferencia con lo de aquí. Qué si hablaran algunos consejos de administración de empresas, autopistas, cajas de ahorro, consorcios y mancomunidades varias nos “cambiaría la color” de ser tan lerdos. Apunta el dicho que un hombre sin información no tiene opinión y creo que así nos quieren hasta la eternidad. Mientras en el telediario sale Obama otros, silenciosos y próximos, corren que vuelan.

Luis Miguel Escudero (La Voz de la Merindad)

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