El pasado día 4 fue enterrado en Xabier el jesuita Antonio Zavala, etnógrafo e historiador , que dedicó toda su vida al estudio y a la difusión de la literatura popular. Escribió siempre en euskera aun cuando tradujo en ocasiones sus artículos al castellano para colaborar con algunos medios de fuera de Euskal Herria, como el Diario del Alto Aragón, por ejemplo. Su gran pasión era caminar, observar y contar. Y contar lo que veía, lo que oía y lo que leía, con su estilo sencillo y encantador. Recorrió los caseríos de todo el país en busca de bertsos escritos, para luego divulgarlos y rescatarlos de un olvido inevitable.
Hoy vamos a contar resumidamente en gerindabai una historia que recogió y sobre la que escribió tras una visita a Artajona: “Artaxonako mandatari bizkorra” (La veloz mensajera de Artajona)
En 1494, en la coronación en Pamplona de Juan de Labrit y la reina Catalina, se cantaron unas coplas en euskera, sin duda de las más antiguas que están recogidas:
Labrit eta errege
aita-seme dirade.
Kondestable jauna
ar bizate anaie
El citado Condestable o segundo Conde de Lerín, Luis Beaumont, que tanto daño hizo a Navarra (sic), apareció cierto día por Artajona, reclamando la propiedad del pueblo, alegando que se la había otorgado el rey. Enviado un representante al rey, éste dio la razón al pueblo. Pero el conde tomó presos al alcalde y a cuarenta hombres más, tras lo que el rey se vio obligado a mandar tropas para liberarlos. Pero en 1512 Fernando el Católico se lo dio finalmente para agradecer su ayuda inestimable. Y de ahí en adelante comenzaron pleitos interminables.
La resolución final se tomó el 18 de diciembre de 1596 en Iruña. El pueblo estaba nervioso y expectante y alguien estableció un premio para el primero que llevase la noticia del fallo. Una cuadrilla de jóvenes se presentó en el Juzgado con la idea de salir inmediatamente, cual si tuviesen a todos los diablos detrás, no se sabe si corriendo o a caballo, para Artajona para dar cuenta del veredicto, que finalmente fue favorable para el pueblo.
Pero cuando llegaron a Artajona se encontraron con la sorpresa de que ya todo el pueblo estaba festejando la buena noticia. ¿Cómo era posible?
Cuando estaban esperando en el Juzgado habían reparado en un hombre ya de edad que también era de Artajona. Pero poca preocupación les suponía a ellos la competencia que les podía oponer en velocidad aquel hombre.
Pero el viejico tenía con él una perra que acababa de tener crías. Y mientras los jóvenes salían de estampida, él con toda tranquilidad le colocó un papel pegado al cuello y la soltó. La perra, ansiosa por ver a sus crías, salió volando más que corriendo, y buena conocedora del terreno, dejó pronto atrás a los otros emisarios. En cuanto llegó a casa, la etxekoandre, preparada, recogió el papel y se lo entregó a las autoridades, quienes tras extender la noticia, entregaron el premio establecido a quien correspondía.
Este artículo “Artaxonako mandatari bizkorra” fue publicado por Antonio Zavala en el Diario Vasco el 25 de mayo de 2000 y está, recogido junto a otros muchos, en el tercer tomo de la serie “Oiñez eta jakin miñez”.
Hoy vamos a contar resumidamente en gerindabai una historia que recogió y sobre la que escribió tras una visita a Artajona: “Artaxonako mandatari bizkorra” (La veloz mensajera de Artajona)
En 1494, en la coronación en Pamplona de Juan de Labrit y la reina Catalina, se cantaron unas coplas en euskera, sin duda de las más antiguas que están recogidas:
Labrit eta errege
aita-seme dirade.
Kondestable jauna
ar bizate anaie
El citado Condestable o segundo Conde de Lerín, Luis Beaumont, que tanto daño hizo a Navarra (sic), apareció cierto día por Artajona, reclamando la propiedad del pueblo, alegando que se la había otorgado el rey. Enviado un representante al rey, éste dio la razón al pueblo. Pero el conde tomó presos al alcalde y a cuarenta hombres más, tras lo que el rey se vio obligado a mandar tropas para liberarlos. Pero en 1512 Fernando el Católico se lo dio finalmente para agradecer su ayuda inestimable. Y de ahí en adelante comenzaron pleitos interminables.
La resolución final se tomó el 18 de diciembre de 1596 en Iruña. El pueblo estaba nervioso y expectante y alguien estableció un premio para el primero que llevase la noticia del fallo. Una cuadrilla de jóvenes se presentó en el Juzgado con la idea de salir inmediatamente, cual si tuviesen a todos los diablos detrás, no se sabe si corriendo o a caballo, para Artajona para dar cuenta del veredicto, que finalmente fue favorable para el pueblo.
Pero cuando llegaron a Artajona se encontraron con la sorpresa de que ya todo el pueblo estaba festejando la buena noticia. ¿Cómo era posible?
Cuando estaban esperando en el Juzgado habían reparado en un hombre ya de edad que también era de Artajona. Pero poca preocupación les suponía a ellos la competencia que les podía oponer en velocidad aquel hombre.
Pero el viejico tenía con él una perra que acababa de tener crías. Y mientras los jóvenes salían de estampida, él con toda tranquilidad le colocó un papel pegado al cuello y la soltó. La perra, ansiosa por ver a sus crías, salió volando más que corriendo, y buena conocedora del terreno, dejó pronto atrás a los otros emisarios. En cuanto llegó a casa, la etxekoandre, preparada, recogió el papel y se lo entregó a las autoridades, quienes tras extender la noticia, entregaron el premio establecido a quien correspondía.
Este artículo “Artaxonako mandatari bizkorra” fue publicado por Antonio Zavala en el Diario Vasco el 25 de mayo de 2000 y está, recogido junto a otros muchos, en el tercer tomo de la serie “Oiñez eta jakin miñez”.
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