domingo, 25 de enero de 2009

LA DIPUTACIÓN DE LOS "LEGALES"

CALENDARIO REPUBLICANO
Pamplona, enero de 1935

La derecha navarra suspiraba desde hacía tiempo por un cambio en los gestores de la Diputación. En cuanto el panorama fue favorable y la sintonía con Madrid se acentúo, el Gobernador civil interino, Modesto Font, convocó elecciones a celebrar el día 27 de enero de aquel recién estrenado año de 1935. Los ayuntamientos, no los ciudadanos, eran los encargados de designar a los siete diputados que se iban a sentar en el Palacio de Navarra para repartir las suculentas rentas de los navarros.
Las fuerzas conservadoras llegaron a un acuerdo para concurrir juntas. Pergeñaron una candidatura formada por dos hombres de Unión Navarra, Arturo Monzón y Juan Ochoa, que se presentaban por los distritos de Tafalla y Estella, respectivamente. Dentro de la misma alianza, los carlistas designaron a José Gómez Itoiz, por la zona de Sangüesa/Aoiz; a Félix Díaz Martínez como segundo candidato por Estella y, finalmente, a Genaro Larrache para Pamplona. Cerraba la tabla el independiente Juan Pedro Arraiza.
El Partido Radical de Navarra, que gobernaba con la derecha en Madrid, sorpresivamente no designó candidatos y eludió así la coalición con el bloque conservador. Las divergencias internas entre los navarros y la política del líder estatal Alejandro Lerroux llevaron a esta forma de disidencia interna. Sin embargo, el dirigente ribero Cándido Frauca rompió la consigna de sus compañeros de Pamplona y, finalmente, hizo pública su candidatura en solitario por el distrito de Tudela.
Mientras tanto, los partidos de la izquierda y el PNV decidieron no participar en los comicios. Las secuelas de la represión por la revolución de Asturias todavía eran palpables. Las sedes de algunos sindicatos estaban cerradas desde octubre del año anterior, persistía el estado de guerra y la censura de prensa. Pero, sobre todo, los partidos exteriorizaban de esta forma su malestar por la suspensión por decreto de una veintena de ayuntamientos navarros de izquierdas, entre ellos Olite, y la sustitución a dedo de los ediles “sospechosos” por personas próximas al Partido Radical y, sobre todo, a la derecha liberal que se reunía en torno a la Ceda y cuyo órgano de expresión era Diario de Navarra.
La izquierda creía que unas elecciones en las que sólo votaban los representantes de los ayuntamientos, algunos de ellos designados con dudosa legitimidad, no iban a reflejar la voluntad real de los navarros. El PNV, incluso, intentó impedir que pudieran participar los ediles conservadores que habían relevado a los elegidos democráticamente en 1931 y reclamó que los sancionados en 1934 fueran repuestos siempre que no estuvieran aparatados judicialmente, algo que ocurría con la mayoría de los concejales que supuestamente había apoyado la revuelta socialista asturiana. Empero, la mayoría conservadora de las Cortes españolas tumbó la propuesta jeltzale. Finalmente, el domingo 27 de enero, la derecha, única opción que se presentó junto a la del radical Frauca, copó todos los cargos de la Diputación. El 75% de los concejales navarros con derecho a voto respaldó al bloque conservador. Sin embargo, en veintiún municipios, pese a todas las limitaciones, hubo representantes locales que como protesta emitieron su voto en blanco o nulo. En Olite, curiosamente, un edil introdujo la papeleta blanca y los seis restantes emitieron el sufragio en favor del candidato tafallés Arturo Monzón, representante de la Unión Navarra que había fundado el abogado Rafael Aizpún.

La Voz de la Merindad

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