jueves, 8 de marzo de 2012

PEDRO JOSÉ FRANCÉS INSISTE ANTE EL ALCALDE DE BUÑUEL

Muy señor alcalde:

En mi espera, seguramente vana, a que usted y la corporación que preside se digne a dar una respuesta a alguna de mis peticiones, ni siquiera aquella en la que solicito permiso para acceder a los archivos municipales, solamente me queda la posibilidad de ir rascando en mis papeles viejos y en mi memoria para a la par que le pido algunas cuestiones que creo son de justicia, seguir contando la historia real de nuestro pueblo con todos sus santos desvestidos y los arcones de la sacristía abiertos.

En mi mesa tengo una foto de cuando se inauguró la Casa consistorial en 1933 y aprovecho la ocasión para pedirle que me permita acceder a la documentación existente sobre su construcción, entre otras razones, porque la famosa Web municipal en la que se hace referencia a la villa de Buñuel, resulta que, se recuerda cuando se construyeron las Escuelas y la Casa Cuartel de la guardia Civil en la década de los años 1920, y sin embargo, casualmente, no se hace referencia, a que en los años 1931/1933 se construyó la Casa Consistorial que usted preside y disfruta y que en sus estructuras y sus habitáculos más importantes, están todavía tal y como le dieron vida: aquel alcalde asesinado y cuatro de sus concejales también rematados en aquel verano de 1936 que parece querer olvidar y hacer como si no hubiera existido.

Le envío un nuevo documento escrito por Alfonso Marquina, aquel alcalde que fue asesinado en los bajos de la Casa Consistorial en el que refleja una realidad de entonces, que tiene muchos parecidos con la que se vive ahora.

En Buñuel, enero de 1935

Así da gusto.

El otro día asistimos a una sesión de la Veintena atraídos por lo sabroso de la convocatoria. Nuestra asistencia fue de meros espectadores pues es sabido que recientemente se nos despojó de toda representación.

La sesión tenía dos partes: una, la aprobación de los presupuestos que pasó vertiginosamente sin que ni uno solo de los asistentes sepa a estas horas, ni qué es un presupuesto ni qué alcance tienen las partidas que aprobaron. La ignorancia es así de grande. Y la otra parte era proceder a nombrar una persona pagada de los fondos municipales para que revise las cuentas desde 1931.

Sobre este asunto el secretario hizo sabias y atinadas advertencias que francamente, nosotros en su lugar no las hubiéramos, hecho porque con ello se les enseña, sino que los hubiéramos dejado a ver si en una de ellas, metían el cuezo hasta dentro y quedaban con recuerdo para toda la vida. Naturalmente que la cosa va enderezada a procurar la anulación de los que fuimos concejales por el procedimiento que más apropiado les sea.

Ellos no reparan en que la Orden de 13 de noviembre de 1934 del ministro de la Gobernación, los considera como Ayuntamientos interinos y les prohíbe la adopción de acuerdos municipales que impliquen exigencia de responsabilidad administrativa o que puedan afectar a la aptitud legal de los que fuimos suspendidos gubernativamente. Y que ni la Diputación permite que con fondos municipales se paguen estos caprichos.

Nosotros de toda nuestra gestión, estamos conformes con que se lleve a cabo pero con las garantías necesarias.

A saber:

1º/ Por un Ayuntamiento elegido por sufragio universal sea el que fuere.

2º/ Que la persona encargada de llevar a cabo esta revisión sea una persona de reconocida imparcialidad.

3º/ Que como la justicia tiene que ser igual para todos, que la revisión empiece desde el año 1928 hasta la fecha, incluyendo en esta revisión todas las cuentas y actos de la disuelta Junta de Abastos. Y

4º/ Que los gastos que ocasionen esa revisión se paguen por los que resulten culpables, y en caso contrario por todos los concejales y vocales de todos los organismos revisados desde 1928 hasta la fecha, pero de ningún modo, con fondos municipales.

Alfonso Marquina Vicente.




En Buñuel, enero de 1935

Así da gusto.

El otro día asistimos a una sesión de la Veintena atraídos por lo sabroso de la convocatoria. Nuestra asistencia fue de meros espectadores pues es sabido que recientemente se nos despojó de toda representación.

La sesión tenía dos partes: una, la aprobación de los presupuestos que pasó vertiginosamente sin que ni uno solo de los asistentes sepa a estas horas, ni qué es un presupuesto ni qué alcance tienen las partidas que aprobaron. La ignorancia es así de grande. Y la otra parte era proceder a nombrar una persona pagada de los fondos municipales para que revise las cuentas desde 1931.

Sobre este asunto el secretario hizo sabias y atinadas advertencias que francamente, nosotros en su lugar no las hubiéramos, hecho porque con ello se les enseña, sino que los hubiéramos dejado a ver si en una de ellas, metían el cuezo hasta dentro y quedaban con recuerdo para toda la vida. Naturalmente que la cosa va enderezada a procurar la anulación de los que fuimos concejales por el procedimiento que más apropiado les sea.

Ellos no reparan en que la Orden de 13 de noviembre de 1934 del ministro de la Gobernación, los considera como Ayuntamientos interinos y les prohíbe la adopción de acuerdos municipales que impliquen exigencia de responsabilidad administrativa o que puedan afectar a la aptitud legal de los que fuimos suspendidos gubernativamente. Y que ni la Diputación permite que con fondos municipales se paguen estos caprichos.

Nosotros de toda nuestra gestión, estamos conformes con que se lleve a cabo pero con las garantías necesarias.

A saber:

1º/ Por un Ayuntamiento elegido por sufragio universal sea el que fuere.

2º/ Que la persona encargada de llevar a cabo esta revisión sea una persona de reconocida imparcialidad.

3º/ Que como la justicia tiene que ser igual para todos, que la revisión empiece desde el año 1928 hasta la fecha, incluyendo en esta revisión todas las cuentas y actos de la disuelta Junta de Abastos. Y

4º/ Que los gastos que ocasionen esa revisión se paguen por los que resulten culpables, y en caso contrario por todos los concejales y vocales de todos los organismos revisados desde 1928 hasta la fecha, pero de ningún modo, con fondos municipales.

Alfonso Marquina Vicente.Alfonso era el alcalde legítimo de nuestro pueblo.

Y Fausto Lasheras, Tristán, Alejandro Pascual, Avelino Arriazu

Y Joaquín García, el único concejal que salió con vida de aquel verano.

En esos mismos archivos que usted y los suyos se niegan a que pueda acceder, si quisiera, podría comprobar usted mismo, que en el primer golpe de mano ya se les dio en el mes de Noviembre de 1934, y ya se quiso acabar con sus dignidad como concejales a los que posteriormente se le arrancó hasta la vida.

Ya ve usted que esto es un no parar, aunque sean las dos de la madrugada cuando le estoy escribiendo, pero aunque hoy pasadas más de tres generaciones y no se les pueda devolver la vida, si que se puede y podemos, y se les debe y debemos: reconocerlos como hijos de nuestro pueblo.

Como mejor proceda y quedando a su disposición.

Muy atentamente.

Pedro José Francés Sayas.

Adjunto fotografía de Alfonso Marquina Vicente 16.004.742.P



Alfonso era el alcalde legítimo de nuestro pueblo.

Y Fausto Lasheras, Tristán, Alejandro Pascual, Avelino Arriazu

Y Joaquín García, el único concejal que salió con vida de aquel verano.

En esos mismos archivos que usted y los suyos se niegan a que pueda acceder, si quisiera, podría comprobar usted mismo, que en el primer golpe de mano ya se les dio en el mes de Noviembre de 1934, y ya se quiso acabar con sus dignidad como concejales a los que posteriormente se le arrancó hasta la vida.

Ya ve usted que esto es un no parar, aunque sean las dos de la madrugada cuando le estoy escribiendo, pero aunque hoy pasadas más de tres generaciones y no se les pueda devolver la vida, si que se puede y podemos, y se les debe y debemos: reconocerlos como hijos de nuestro pueblo.

Como mejor proceda y quedando a su disposición.

Muy atentamente.
Pedro José Francés Sayas.
Adjunto fotografía de Alfonso Marquina Vicente 16.004.742.P

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