En un reciente análisis sobre las últimas elecciones generales en Navarra Jesús Urra (Batzarre) plantea las debilidades de Geroa Bai: se trata de "una fuerza política con una estructura débil; que depende en demasía de una persona y de un periódico; resulta curiosa la presencia en la sombra del PNV". Y algunas dudas sobre su futuro: ¿se orientará hacia el centro, hacia la izquierda o permanecerá en una indefinición vacua en bastantes cuestiones ajenas al hecho nacional?... ¿Logrará o no su consolidación organizativa?". (Ezkerretik Berrituz, enero 2012).
El estudio realizado por nuestro buen amigo Jesús Urra es certero en varias cuestiones generales, aunque respecto de las debilidades así como del porvenir de Geroa Bai, parece haber olvidado algunos elementos de juicio que ofrece la Nueva Cultura Política (NCP). Esta es una noción propuesta por teorías sociopolíticas cuyos autores más relevantes son el sociólogo TN Clark y el politólogo R. Inglehart (autor de La revolución silenciosa y de El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas), según las que, a lo largo de los últimos quince años, se ha producido un cambio muy notable en el sistema de valores y de comportamiento electoral en los ciudadanos de las democracias postindustriales. Se trata de conclusiones surgidas de estudios fundados en amplias encuestas repetidas durante varios años en países de Europa y América a ciudadanos, líderes políticos, funcionarios... Por tanto, las mismas no son meras formulaciones especulativas, sino que tienen una notable base empírica. Aquí se van a revisar primero los principales presupuestos de la teoría y luego se verá el grado de aplicación de la misma en Navarra.
Los aspectos clave sobre los que llama la atención la NCP se resumen en tres grandes características íntimamente relacionadas:
1. La transformación de la distinción clásica de izquierda-derecha y ascenso de los valores postmaterialistas: según la política de clase tradicional, la derecha es conservadora tanto en las cuestiones fiscales como sociales, mientras la izquierda siempre adopta posiciones progresistas en ambos temas. Sin embargo, en la NCP se pueden encontrar posiciones críticas respecto del gasto público descontrolado cuando las entidades no prestan eficientemente los servicios (en esa medida conservadoras), y al mismo tiempo se mantienen actitudes altamente democráticas en temas sociales, tales como los nuevos roles de la mujer, el multiculturalismo, la inmigración, etcétera.
Asimismo, la NCP expresa el creciente interés por los llamados valores postmaterialistas, tales como la conservación de los recursos, el control de la contaminación y del deterioro del medio ambiente, la descentralización, las libertades individuales, la democracia participativa. Tales cambios se traducen en pérdidas de lealtades de voto a los partidos y en el desgaste del significado de sus posicionamientos en el eje derechas-izquierdas, lo que conlleva una apertura a nuevos espacios electorales. Estos escenarios diferentes se manifiestan en el voto verde, así como en ámbitos centrados en problemáticas locales concretas y en el aumento de la participación ciudadana.
2. Carácter no mediado de la interacción líder-ciudadanía y declive de las organizaciones políticas burocratizadas: En la NCP prevalece la relación directa con el ciudadano sin mediación de organizaciones o grupos.
3. Aparición de nuevos sujetos políticos en la sociedad civil: la NCP se caracteriza por el surgimiento de diferentes movimientos sociales. Su desarrollo y lógica de actuación responden a la defensa de causas concretas y derechos de la ciudadanía con respecto a temas no articulados en torno a posiciones ideológicas de clase. En cuanto a los cambios socioeconómicos relacionados con la NCP, predominan el aumento del nivel educativo y del nivel de vida de la población. Pues bien, en Navarra se cuenta con dos indicios objetivos de que ya se ha dado efectivamente un cambio en la cultura política: El primer signo de transformación consiste, evidentemente, en las variaciones del sentido del sufragio en los resultados de las elecciones generales, con los 42.461 votos obtenidos -contra todo pronóstico- por una coalición en la que no participaron tres de los partidos políticos que integraron Nafarroa Bai y que aparecían como más fuertes en este escenario, es decir, Batzarre, Aralar y Eusko Alkartasuna.
Una vez autodesvinculados del proyecto estos partidos, y con el único apoyo del PNV, aunado al esfuerzo de un destacado grupo de gentes independientes y no profesionales de la política, parece que el espectacular número de votos logrados por Geroa Bai se debió a una razón mucho más poderosa que cualquier estructura: una idea, una ilusión, una expectativa. Esto es, la idea del cambio, la ilusión de tratarse de algo nuevo y diferente. Y una gran expectativa sobre la posibilidad de llevar a la realidad un nueva forma de hacer política no contaminada con los viejos vicios de la política tradicional.
Todo ello, sumado a otro dato contrastable que es el ya consolidado prestigio de Uxue Barkos, labrado gracias a su riguroso desempeño en el Parlamento, donde desarrolla una acción acorde con la NCP: propuesta de objetivos ecologistas y feministas, defensa de intereses locales en materia de protección de medio ambiente tales como el rechazo al polígono de tiro de las Bardenas y a las centrales térmicas de Castejón, o el asentamiento de la descentralización y la autonomía foral en contra de los envites recentralizadores del actual Gobierno, por destacar solo unos pocos. El prestigio de Uxue es un hecho incuestionable pues, como es sabido, la parlamentaria de Geroa Bai es actualmente la tercera dirigente política más valorada del país según el barómetro del CIS. De esta forma, lo que tacha Urra como dependencia de una persona, en realidad consiste en un hecho positivo, que Uxue Barkos es la política navarra más conocida del ámbito español.
Estas circunstancias contribuyen a afirmar en Navarra las tesis de la NCP sobre el declive de las organizaciones políticas burocratizadas, por una parte, y sobre la aparición de nuevos sujetos y movimientos políticos, por la otra.
Otra circunstancia decisiva ha sido la concordancia del programa electoral y del discurso político de Geroa Bai con esos nuevos valores llamados postmaterialistas. Y, posiblemente, la mayor sintonía con los electores residió justamente -no en la ambigüedad como insinúa Urra-, sino todo lo contrario, en la constatación de la realidad plural de la sociedad navarra como virtud y en la sensata propuesta sobre un nacionalismo cívico incluyente que busca integrar a sectores nacionalistas o abertzales, soberanistas o postsoberanistas; de la izquierda vasquista no nacionalista con navarros progresistas que creen en la sociedad multicultural, para dirigir esa Navarra pluralista.
Ahora bien, ¿qué posibilidades hay de consolidación y desarrollo de esta Nueva Cultura Política en la Comunidad Foral? Es igualmente difícil responder con rigor a este interrogante mientras no se tengan informes derivados de investigaciones sociológicas.
No obstante, en Navarra se evidencian rasgos de desarrollo postindustrial; además, es sabido que esta comunidad se caracteriza por un alto nivel de vida -ha mantenido en los últimos años las primeras posiciones en el ranking regional de desarrollo humano, junto a la CAV y a Madrid-. Y otro tanto puede decirse del creciente porcentaje de personas que alcanzan el nivel de educación superior según el informe oficial del 2011. Todos estos hechos favorecerían la NCP entre nosotros. Igualmente, según las teorías consideradas, puede contribuir a la expansión de la NCP la adopción de formas de organización políticas más cercanas a los nuevos movimientos sociales, así como a organizaciones fundamentalmente democráticas, poco jerarquizadas o burocratizas y fundadas en el trabajo y el mérito como único criterio de promoción de sus miembros para vencer a las típicas relaciones clientelistas de la política tradicional.
Con todo, en contra del avance de la NCP actuaría el sistema electoral y de partidos vigente, así como la reinante crisis económica que podría dar un nuevo impulso a la aún existente política de clases y, su principal corolario, el eje izquierda-derecha. Si bien Geroa Bai no ha sido, ni lo va a ser, una formación ajena a la justicia social y así lo ha percibido hasta hoy el propio electorado navarro.
Melba Luz Calle, profesora de Teoría del Derecho y miembro de Geroa Bai de la Ribera
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