domingo, 11 de marzo de 2012

¡AUPA CHOCO!

¡ AÚPA CHOCO !
La frase, lanzada desde las gargantas de todo el San Francisco hacián presagiar algo grande para los azules. El remate, el peligro para los rivales y cuántas veces el gol llegaba de uno de los jugadores más queridos y admirados, Pedro Ojer Zubiri "Chocolate ".

Los peñistas, hasta hace poco, veíamos a Chocolate todavía sobre el rectángulo verde. Pedro seguía jugando en ese imaginario partido ya que pocos como él siguió al equipo aquí y allí disputando cada balón, cada jugada y disfrutando con los goles azules casi tanto como aquellos, muchos, que salieron de sus botas.

Pedro Ojer " Cañuca " , apartó su distinguido apodo familiar para ser nuestro entrañable y admirado CHOCOLATE. Debutó en edad juvenil en un equipo que pasaba por horas bajas se hizo con un puesto en el ataque y se convirtió en un fijo en el equipo de todos.

Los sesenta fueron sus años de gloria. Si Zoca y Bruno apostaron por su hacer y figura, Basilio intentó sacar sus mejores maneras mientras Olcoz recogió los triunfos sagrados del gol siempre gratificante.

Chocolate, ajeno a técnica alguna nos deleitó, en su década prodigiosa ( 1957/1966 ) con arranques, ataques y goles. Como muestra aquella tarde frente al Iruña: La vieja tribuna albergaba a los verdes de la capital dirigidos por Indalecio Díaz el popular "Picus" quien en broma le comentó a Pedro que esa tarde no iba a "mojar".

El delantero azul fué claro :" cuatro, te voy a meter cuatro ".. y se los hizo.

Con todo esto, y es mucho, el de San Pedro ( lo era con todo el orgullo sampedrero ) hubiera pasado a la mejor historia de nuestro club pero quiso el destino, el buen destino entonces, que Pedro sumara una de las anécdotas que de temida tragedia terminara con el mejor final.

La tarde del 4 de diciembre del 66 su vida futbolística quedó truncada. El portero del Berceo salió a bloquear un balón y arrolló a nuestro ídolo que quedó fulminado sobre la hierba. El mal presagio se cernía sobre una grave lesión. Aquella semana, los peñistas, mayores y pequeños, vivimos la peor semana de nuestro compromiso ya que nuestro goleador peleaba frente al peor arquero, la muerte.

Su fuerza, ilusión y ¡ cómo no ! la suerte que ahora le ha dejado y el bazo estirpado fueron suficientes para vencer en la batalla y seguir peleando en el campo de la vida. Colgó las botas, tuvo el homenaje merecido de su afición y desde entonces fué el 12 del equipo, un aficionano fiel que sólo ahora dejará de animar por sus colores.

Una vez más nos toca decir adiós a uno de los mejores. Pedro lo fué y de los buenos.

Hasta siempre amigo. Nosotros, desde aquí seguiremos con ese ¡ AÚPA CHOCO ! que nunca dejó de escucharse en nuestro entrañable San Francisco.

José luis Lizarbe

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