jueves, 18 de diciembre de 2008

UPN-PP -SEGUNDA SECUENCIA (ARTÍCULO DE JESUS URRA)

Este artículo actual es una continuación del escrito hace ya un tiempo nada más estallar el conflicto entre UPN y PP, surgido formalmente a raíz de la votación a los presupuestos generales del Estado. Algunas cuestiones de las planteadas entonces se han aclarado, otras siguen pendientes o son susceptibles de especulaciones.

Elementos que se han aclarado: En primer lugar, y el más importante, se produce la ruptura del pacto. La división se consuma con la votación presupuestaria en el congreso y con la actuación del comité de disciplina de UPN. Al margen de las valoraciones que merezca, es evidente que UPN es quien ha roto. Fue quien inició el conflicto y decidió abrir expediente sancionador con la máxima gravedad a Cervera y Del Burgo, cuando el PP hacía públicas dos exigencias para mantener el pacto: a) que haya una voluntad inequívoca de continuarlo y b) que no haya represalias sobre los disidentes. A la vuelta del viaje de M. Sanz por tierras iberoamericanas se desencadena la ruptura.

El PP ha propiciado una línea más sutil, menos rupturista: abogaba por una “suspensión” del pacto, por una simple sanción económica a los parlamentarios rebeldes con el grupo parlamentario (posteriormente UPN decidió que el diputado y la senadora fieles a sus siglas pasaran al grupo mixto); mantuvo conversaciones con Yolanda Barcina durante la ausencia de M. Sanz para arreglar las cosas (para dilatarlas hasta el congreso de UPN ya sin el liderazgo de M. Sanz, según sus adversarios). El PP ha repetido los argumentos ya conocidos: ha sido el máximo defensor de Navarra en la negociación de Zapatero con ETA y en pinchar el globo del gobierno alternativo, el máximo conseguidor de grandes logros para Navarra en la época de Aznar: Itoiz, Canal de Navarra, Convenio económico favorable para Navarra, inicio del AVE...

Ambos han tratado de endosarle al otro la responsabilidad de la ruptura. Pero tanto si miramos los intereses objetivos de uno y otro como el desarrollo de los hechos UPN ha sido quien ha llevado la iniciativa de la ruptura o de unas exigencias que resultaban inaceptables para el PP. De hecho, Rafael Gurrea, histórico dirigente de UPN, reconocía que “había fallado la política de comunicación” de su partido. Y, sin embargo, en una encuesta publicada por el Diario de Navarra, el conjunto del electorado navarro le atribuye una responsabilidad ligeramente mayor al PP (30) que a UPN (28). También es cierto que esto se puede entender por las mayores antipatías que cosecha el PP en el mundo exterior al centro-derecha navarro.

Otro hecho que se va aclarando es la opción que van tomando los cargos públicos. Hasta ahora han optado por el PP (1 diputado, 2 senadores y un europarlamentario) frente a los dos que permanecen en UPN. Esto contrasta sobre manera con lo sucedido por ahora entre los cargos municipales y forales, donde apenas algo más de una decena se han pasado al PPN; y ninguno pertenece al grupo parlamentario o a los ayuntamientos de Iruña y Tudela. UPN contaba antes de la ruptura con 22 parlamentarios forales y unos 335 concejales.

Finalmente, aparecen de continuo las tesis de fondo defendidas por UPN: diferenciarse del PP, abrir la posibilidad a los pactos sin límites con PSN-PSOE y evitar la alianza de éste con Na-Bai y con IU [este es el gran reto y la madre del cordero], evitar la confrontación exagerada con el PSN, pactar de igual a igual con el PP, no como si fuera su franquicia en Navarra…

Sin embargo, persisten varios temas pendientes de aclararse total o parcialmente. Veremos algunos de ellos.

La correlación de fuerzas en el centro-derecha navarro: Parece evidente que, al menos en lo inmediato, una mayoría muy amplia se va a decantar a favor de UPN. Así lo reconocen abierta o implícitamente los principales antagonistas. Así se interpreta lo sucedido con los cargos forales y municipales.

Ya antes de la unificación los resultados eran claramente favorables a UPN: en 1.983 UPN conseguía 13 parlamentarios y lo equivalente al PP 8. En 1.987 se convertían en 14 y 5 respectivamente (más 4 del CDS).

Por otro lado, la citada encuesta del Diario indica una tendencia más que evidente. El reparto de votos y de escaños sería: UPN 32,8% y 17 escaños, PSN 24,9% y 13 escaños, Na-Bai 24,2% y 12 escaños, PPN 9,5% y 5 escaños, IU 4,6% y 2 escaños y CDN 3,1% y 1 escaño.

Esta es la tendencia indicada por la encuesta a tres años vista de las elecciones locales. Y, asimismo, todo apunta a que en las elecciones forales y municipales se produzca un reparto diferente de las generales y europeas; de hecho, UPN ya ha anunciado que no se presentará en estas últimas por no contar con ninguna posibilidad de obtener el europarlamentario, porque, afirma, los asuntos europeos se juegan en otros foros más que en el parlamento europeo y adelanta que donde realmente se medirá la fuerza con el PP será en las forales y municipales de 2.011.

Ambos partidos tienen por delante dos retos de máxima importancia y el resultado obtenido por cada uno de ellos influirá en el otro.

La refundación del PP: Sin duda es quien lo tiene más complicado. Inicia su andadura con la vuelta a los orígenes de las personalidades más conocidas del antiguo PP; con muy pocas adhesiones de origen UPN (Cervera es el más significativo); aparecen gentes ligadas a la Universidad de Navarra, algunos antiguos altos cargos de la Administración central, gente navarra de la diáspora española.

Cuenta con un bagaje inicial muy escaso en cargos locales. Tiene unos 500 afiliados, cifra que se incrementará con toda seguridad. Por tomar una referencia del pasado, según el acuerdo de unificación de 1.991 –que supuso la puerta para que Alli accediera al gobierno y la disolución del PP- éste se garantizaba 8 puestos en la ejecutiva de UPN, más un tercio de los parlamentarios forales, mientras que UPN obtenía un europarlamentario y la defensa del punto de vista de UPN sobre Navarra en los foros españoles. Entonces, UPN tenía 2.892 afiliados y el PP 900.

Para sacar adelante la empresa se ha formado una gestora con 34 miembros de características como las ya descritas. Han puesto al frente a Palacios, hombre que ha militado en el pasado en los sectores más derechistas y que ha sido menos guerrero que Del Burgo en esta fase. En sus manifestaciones públicas defiende un proyecto “desde una derecha templada”; centra las críticas a UPN en su cortoplacismo, en su apego al poder, en su deslealtad para con quienes han demostrado ser de fiar frente al PSN, en que UPN es un partido aldeano frente a un PP de ámbito nacional, europeo, sensible y comprometido con Navarra... en definitiva un partido más adecuado para la defensa de los intereses de la comunidad foral. Como todos los dirigentes de su partido valora negativamente la ruptura del pacto para Navarra, para España, para UPN y para el PP. Y de cara al futuro, defiende pactos post-electorales, de gestión, no pre-electorales. Se dan un año para trabajar en el proceso constituyente del PP navarro; con Rajoy a la cabeza juran y perjuran que el PP no volverá a disolverse y muestran su deseo de poner gente nueva para liderar el PPN.

Es muy significativo que la declaración de principios hecha pública por el PPN tenga un carácter abierto, moderado, navarrista, social y centrista. Dudo seriamente que UPN pueda quitar o añadir algo diferente de cierta entidad a los 16 puntos de los que consta. Destaca por encima de todo la defensa de la identidad navarra en la nación española; recoge la armonización del régimen foral con la constitución; plantea la desaparición de la Transitoria IVª “siempre que tanto en la constitución como en el amejoramiento se garantice que cualquier alteración del actual status constitucional de Navarra se lleve a cabo con el respaldo del pueblo navarro en referéndum”, el máximo rechazo a cualquier alteración o negociación con ETA sobre Navarra; defiende el enaltecimiento de valores como la familia, la democracia local, la iniciativa privada pero responsable socialmente, la defensa de los sectores sociales más desfavorecidos; levanta acta de la diversidad de Navarra; defiende la asunción de las competencias pendientes y concluye con un “Por Navarra, en España y en Europa”. Es decir, aspira a representar a un amplio espectro social y rechaza el marchamo derechista que su contrincante desea endosarle.

Les queda, al igual que a UPN, lo más difícil: pasar de las palabras a los hechos y ganarse la credibilidad del electorado.

El congreso de UPN: Con todo lo que ha caído no será un congreso de trámite. Seguramente y por lo que ha aparecido hasta la fecha girará en torno a dos temas: los pactos y el nuevo liderazgo.

En primer lugar nos encontramos con que el pacto con el PP ha sido cuestionado y roto por UPN ¿Es posible retomarlo salvando las graves deficiencias observadas por UPN? Hasta ahora no ha sido posible y se antoja muy difícil, si no aparecen nuevos datos. ¿Desean ambos contendientes mantenerlo realmente más allá de lo que dicen de cara a la galería? Las bases electorales de ambas fuerzas consideran que su ruptura es negativa para Navarra: un 42% del electorado de UPN frente a un 34% que la valora positivamente y un 60% de los votantes del PP frente a un 18% (positiva). El dato más concluyente en el futuro será, a mi juicio, el resultado general que consiga el centro-derecha tras la ruptura: y esto se medirá principalmente en función de cómo se resuelva la gobernabilidad de Navarra.

Sin duda, también influirán en el futuro para alcanzar posibles pactos la voluntad de ambas partes, los resultados electorales, la consolidación partidaria de cada uno…

El segundo tema relativo a los pactos tiene que ver con el PSN, o al menos con el no-pacto de éste con Na-Bai y con IU. En esta materia se abre otra batería de interrogantes: ¿Habrá una mayoría parlamentaria entre UPN y PSN que lo respalde? A día de hoy, parece razonable que puedan conseguirla. ¿Tendrá el PSN la voluntad de formar gobierno con UPN en el supuesto de que no consiga la primacía electoral sobre la derecha y de que pueda constituir y encabezar una alternativa de izquierdas? Me resulta más difícil asegurar que vaya a optar por un gobierno con UPN bajo la hegemonía de éste. Y, aquí sí que se la juega UPN: montar todo este cirio, si luego no le funciona, no sería visto precisamente como una operación muy exitosa.

El otro dilema fuerte del congreso gira ya en torno al liderazgo. Miguel Sanz se retira. Y tras los dimes y diretes Yolanda Barcina se ha postulado para sucederle. Lo hizo, a bombo y platillo, en una entrevista de tres páginas en el Diario de Navarra. Allá expuso sus razones para presentarse: no forzarle a Sanz a tener que presentarse de nuevo, dar la cara en los actuales momentos difíciles para UPN, desmentir con los hechos las maledicencias sobre su posible fichaje por el PP. Dejó meridianamente claro que se postula para presidir UPN y para ser su candidata al gobierno de Navarra y que no aceptará una bicefalia; sostuvo que ve a UPN como un partido atrápalo-todo, susceptible de integrar a gentes muy variadas; ratificó su apoyo a la actuación de Miguel Sanz en el conflicto con el PP, aunque introduce varios matices que señalan vibraciones diferentes: afirma por ejemplo, hay que intentar el pacto con el PP, hay que templar gaitas, UPN y PP juntos siempre le ganarán al PSN, hay que blindar a Navarra comprometiéndole al PSN para apoyar la lista más votada del navarrismo, no se fía del PSN...

Yolanda Barcina, según la encuesta del Diario, gana por goleada a sus competidores en UPN como candidata al gobierno de Navarra (un 63% de los apoyos de UPN frente a un 15% de Alberto Catalán) y despierta unas simpatías todavía mayores entre los votantes del PP (un 70%). Algunos piensan que tras el congreso tendrá el campo libre para reconducir las cosas.

Frente a Yolanda Barcina, desde los pueblos de la Ribera, se presiona a Alberto Catalán, actual secretario de UPN, a disputarle la presidencia del partido. Y éste aun no ha deshojado la margarita. Mientras que Barcina echa el órdago diciendo que o es la jefa en los dos cargos o se retira. En el reciente día del partido celebrado con la asistencia de unos 1.300 militantes, la presión unitaria no pudo ser mayor. Y desde los medios influyentes del centro-derecha navarro se reclama unidad. Tras la ruptura del pacto, comentan, solo faltaba una pelea interna por el liderazgo en UPN.

Seguramente, además de las ambiciones personales, laten el resto de controversias que venimos comentando; existen, además, sectores muy amplios del partido que no ven a la advenediza Yolanda Barcina como una líder plenamente fiable como para detentar un poder casi absoluto en UPN; otros la consideran excesivamente cercana al PP. Sea como fuere, el hecho de que A. Catalán no haya renunciado hasta ahora teniendo en cuenta las presiones tan fuertes que está sufriendo y la propia lógica aplastante de los hechos e indicadores en su contra, indica que la resistencia al liderazgo absoluto de Barcina no es pequeña. Y en el supuesto de que superen la división habrá que ver cuál es la vía para lograr la unidad y si dejará víctimas en el camino.
UPN tiene por delante una variante específica de los problemas relativos a las alianzas. Me refiero a la política a desarrollar a partir de ahora en el ámbito español. ¿Puede UPN, con su electorado actual, mantener una equidistancia ante el PP y ante el PSOE? Por ejemplo, ¿admitirían sus votantes que, en función de sus intereses en Navarra, apoyara la investidura del PSOE frente al PP?

¿A quién beneficia la ruptura? Curiosamente a la hora de responder al cui prodest del conflicto en el centro-derecha navarro nadie se pone de acuerdo. Desde el PP se asevera que la ruptura perjudica al centro-derecha que perderá la hegemonía y que será sustituido por el eje PSN-Na-Bai-IU o que el beneficiario absoluto es el PSN (Del Burgo).

Según UPN la ruptura les beneficia a ellos, pues logran el reajuste centrista de su política y de su imagen, la atracción de votos procedentes de CDN y PSN, la posibilidad de un acuerdo con el PSN en detrimento de Na-Bai e IU.

Y desde voces más alejadas de la arena partidista sitúan al PSN como principal ganador, pues, aducen, tiene la posibilidad de convertirse en primera fuerza política, tiene la llave de la gobernabilidad (ya la tenía) y sale fortalecido para liderar la sociedad navarra frente al espectáculo ofrecido por Na-Bai y ahora por UPN-PP. Resulta llamativo que gentes situadas en la izquierda constitucionalista y navarrista vean con preocupación lo que está sucediendo en el centro-derecha y las consecuencias que se pueden derivar para la hegemonía navarrista o para frenar al nacionalismo vasco en Navarra. Le recuerdan a UPN que de 17 años de pacto con el PP ha gobernado durante 16, así como la factura que pueden pagar por las prácticas divisionistas.

Es difícil dar una respuesta contundente a la pregunta sobre los beneficiarios de la ruptura. Se mezclan varias cosas. Por un lado, está la disputa entre UPN y PP; serán las urnas quienes emitan su veredicto. Por otro lado, la cuestión central reside en qué gobierno se formará en el futuro. Previsiblemente, como hasta la fecha, esto dependerá de un escaso margen de votos y de escaños.

Hay otros hechos que intervendrán en el capítulo de beneficiarios y perdedores. Me refiero a la disputa entre UPN y PSN por conseguir la primacía para la configuración del gobierno. En principio UPN parte con ventaja. Pero no está claro el resultado final. Y me refiero, igualmente, al trasvase de votos. Al menos UPN, PPN, CDN y PSN (y en menor medida Na-Bai) se van a disputar el voto centrista principalmente de signo navarrista. Y está por ver cómo se dará y asentará todo.

Las alianzas para la formación del gobierno. Será uno de los principales frentes de la disputa.

No habrá problemas si hay mayoría UPN-PP (con o sin CDN). Sin esto –y es lo más probable que suceda- se complican las cosas.

Es difícil, por no decir imposible, si se precisa una mayoría UPN-PSN-PP. Veo muy problemática para los socialistas la formación de un gobierno UPN-PSN (con o sin CDN) bajo la hegemonía de UPN en los momentos actuales. El PSN tendría problemas serios con un sector nada desdeñable de su electorado por la imagen derechista de UPN. En realidad, un gobierno UPN-PSN no se ha dado nunca, ni siquiera en las épocas de mayor colaboración entre ellos. Y todavía se incrementarían más las dificultades del PSN, si acata la primacía de UPN pudiendo presidir una alternativa de izquierdas.

A este respecto, es inquietante el cambio que ofrece la encuesta del Diario sobre la preferencia del electorado socialista para la formación del gobierno: en un año se pasa de un 50% favorable a una coalición PSN-NA-BAI-IU a un 37% y de un 25% favorable a una coalición PSN-UPN a un 57%. El dato debería hacer reflexionar a NA-BAI e IU sobre la política que están llevando tras las elecciones forales.

No es fácil hacer encajar las diferentes piezas para lograr un entendimiento de las izquierdas navarras que concluya en un gobierno alternativo a la derecha. Partimos de que Navarra es una tierra de encrucijadas entre derechas e izquierdas, entre navarristas y pro-vasquistas, entre conservadores y progresistas, entre partidos exclusivamente navarros y partidos navarro-españoles o vasco-navarros...

Una parte de la responsabilidad recae en el PSN. A corto plazo no es viable el entendimiento por la orientación trazada en su último congreso y, sobre todo, por la opción que tomó, en una situación difícil, al apoyar la gobernabilidad de UPN-CDN. Entonces, aun admitiendo los problemas, Batzarre fue crítico con el PSN: porque renunciaba a una alternativa nueva, más fresca, más social, más progresista y más integradora de las diferentes identidades navarras. Por otro lado, el PSN bascula entre su identidad de izquierdas y su identidad navarro-española en el contexto de un acoso brutal y profundamente antidemocrático por parte de ETA: que, entre otras cosas, se niega a respetar la voluntad de la población navarra. Todo esto añade más dificultades para que opte hacia la izquierda. No obstante, a nuestro juicio, el PSN debe girar hacia la izquierda, hacia un acuerdo para la convivencia de identidades, hacia lo que une a las izquierdas navarras.

La otra responsabilidad les corresponde a Na-Bai e IU, y especialmente a Na-Bai por su mayor peso electoral y porque los principales problemas para éste entendimiento residen entre Na-Bai y el PSN. Na-Bai ha de ganarse al electorado socialista para una colaboración fuerte de éste con Na-Bai; de lo contrario no romperá su aislamiento y, lo que es peor, no podrá impulsar el cambio desde las instituciones; y Na-Bai ha de ser consciente de que se trata de cambiar la dinámica imperante durante 30 años y de que se enfrenta enemigos muy poderosos a éste cambio. Na-Bai debe desarrollar una política de rechazo total a ETA y de crítica firme a Batasuna/ANV por su inconsecuencia política y moral: no rechazan la vulneración de los derechos humanos, cuando es ETA quien los conculca matando por pensar diferente o por ser de la otra identidad. Debe fomentar la solidaridad con las víctimas causadas por ETA. Debe reconocer y ser consecuente con un hecho sustantivo: La tendencia de la sociedad navarra en el único período largo de democracia (30 años) en que se ha podido expresar directamente –y este es un hecho nuevo e importante- refleja claramente la perspectiva de una Comunidad Foral constituida, independiente y claramente asentada. En consecuencia, la perspectiva que tenemos para bastantes años no es la unificación, sino la de reforzar los vínculos con la CAV, desarrollar las afinidades entre ambas comunidades... Igualmente, sería oportuno reflexionar acerca de admitir una moratoria en algunos temas centrales del llamado conflicto vasco-navarro, dada la excepcionalidad que impone ETA entre las gentes vasco o navarro-españolas y dada la falta de un consenso mínimo en la sociedad vasco-navarra para encarar los grandes temas pendientes. Desgraciadamente la evolución de Na-Bai desde la campaña electoral de las forales-07 no ha ido en esta dirección.

NA-BAI e IU se van mover en este prolijo y enmarañado contexto derivado de la heterogeneidad de nuestra sociedad. En función de la respuesta que den al reto, en la parte que les toca (otra rectificación fundamental le corresponde al PSN), harán realidad o no el cambio que defienden para Navarra.

Jesús Urra

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