Contrariamente a lo que suele decirse, una mentira, por mucho que se repita, seguirá siempre siendo mentira, y no hay manera posible de convertirla en verdad. Durante años los navarros nos hemos visto sometidos al monopolio intelectual de un grupito de pseudohistoriadores que se ha dedicado a manipular, tergiversar y ocultar la historia, con el único objeto de acercar el ascua histórica a su sardina política.
Dignos herederos y gestores en buena medida de esta mentira, los políticos de UPN han puesto el grito en el cielo porque el currículo vasco ha incluido en su redacción el término Euskal Herria . Hablan de injerencia en los asuntos de Navarra, como si el hecho de reflejar una realidad histórica y cultural constituyera un grave intrusismo. Los señores de UPN, que con tanta vehemencia se rasgan ahora las vestiduras, deberían recordar que el 19 de octubre de 2002 ellos mismos se manifestaron por las calles de San Sebastián, Miguelico I a la cabeza, contra el nacionalismo obligatorio en la Comunidad Autónoma Vasca. E imaginen cómo habrían reaccionado ellos si el señor Ibarretxe hubiera encabezado una marcha similar en Pamplona para pedir, por ejemplo, que se tenga más en cuenta a la minoría nacionalista en Navarra, tantas veces ignorada y deliberadamente marginada en el pastelón de la política navarra.
El currículo vascongado, a buen seguro, recogerá la realidad institucional actual de Navarra, pero en modo alguno puede obviar la existencia de Euskal Herria como hecho cultural. Euskal Herria quiere decir, literalmente, Pueblo Vasco , aunque más habitualmente se ha traducido como Vasconia , y no define ningún espacio o ámbito político, sino que alude más bien a una comunidad cultural, consuetudinaria, lingüística y hasta folclórica. Y esto es algo que ha sido aceptado durante décadas, si no siglos, reflejándose en textos, en mapas y hasta en iniciativas culturales y políticas, muchas veces con el auspicio y la participación de la Diputación de Navarra, antecesora del actual Gobierno de Navarra.
Tal vez a los señores de UPN les gustaría una imagen de Euskal Herria que obviase a la Comunidad Foral. ¿Es que alguien puede imaginar un mapa en el que figuraran los llamados País Vasco español y francés, sin nada en medio, con un enorme espacio en blanco entre ambos, allí donde se encuentra Navarra? Es algo tan ridículo y grotesco que resultaría cómico si no fuera porque, quien lo propone, ostenta la máxima autoridad en Navarra, y porque sólo puede provenir de la más cateta ignorancia o de la más pérfida mala fe. O de ambas cosas.
Euskal Herria no es un concepto acuñado por el nacionalismo vasco, y esto es algo que saben, o deberían saber al menos, los que con tanto descaro mienten ahora. Se remonta prácticamente a la época de los primeros libros impresos en euskera, y consecuentemente puede pensarse que era un término preexistente en la comunicación oral en tal idioma. La escribió por vez primera el escritor alavés Joan Pérez de Lazarraga, en 1564, y a continuación el escritor labortano Joannes Leizarraga en 1571. No obstante, la cita más completa y expresiva la realizaría un navarro, Pedro de Axular, en su obra Gero . Dice, textualmente y con la grafía actual: “Zeren anitz moldez eta diferenteki mintzatzen baitira Euskal Herrian: Nafarroa Garaian, Nafarroa Beherean, Zuberoan, Lapurdin, Bizkaian, Gipuzkoan, Araba herrian eta bertze anitz lekutan. Que para quienes no entiendan la lingua navarrorum quiere decir: “Porque en Euskal Herria se habla de muchas y variadas formas: En la Alta Navarra, en la Baja Navarra, en Zuberoa, en Lapurdi, en Vizcaya, en Guipúzcoa, en Álava y en otros muchos lugares”. Corría el año 1643, y lo escribía el navarro Pedro de Axular, para vergüenza de determinados políticos navarros.
La desesperada necesidad de justificar lo injustificable lleva a cometer falsedades palmarias. En la célebre película La pelota vasca , de Julio Medem, Alberto Catalán (UPN) llegaría a acumular hasta tres mentirijillas en una intervención de menos de un minuto. Afirma que el nacionalismo en Navarra se limita a un reducido espacio en el noreste (sic) de Navarra, y que las Vascongadas nunca pertenecieron al Reino de Navarra. Ahí es nada.
Supongamos que el señor Catalán quiso decir que el nacionalismo se ciñe a la zona atlántica de Navarra (o sea, al noroeste), y que simplemente no domina bien los puntos cardinales. Y pasemos por alto que alguien pueda ir a rodar una película con semejante nivel de despiste. A pesar de todo no sería de recibo ignorar el peso que tal sentimiento tiene en el resto de Navarra, con la principal concentración de votos nacionalistas, por cierto, en Pamplona. Votos que han llevado, en las últimas elecciones, a constituirse en segunda fuerza política a una coalición de fuerte presencia nacionalista.
Pero tal vez lo más grave es afirmar que las Vascongadas no pertenecieron nunca a Navarra, y decirlo ante las cámaras con total desfachatez, porque ello nos da la medida de la credibilidad de esta gente. ¿Acaso no fueron San Sebastián y Vitoria fundadas por el rey Sancho el Sabio de Navarra? ¿Acaso no están los tres territorios vecinos literalmente cuajados de castillos erigidos por el estado navarro para su defensa? ¿No es verdad que los castellanos invadieron en 1200 Navarra, y que se apropiaron de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado? ¿No es, en consecuencia, cierto que Vitoria resistió un asedio de nueve meses antes de rendirse por hambre a los castellanos? ¿Mienten Ximénez de Rada, Aneliers, Moret, José María Lacarra y tantos otros historiadores, o miente el señor Catalán?
Los tres territorios vecinos estuvieron vinculados a la Corona pamplonesa y, todavía después de su conquista en 1200, reyes navarros como Sancho el Fuerte (1204), Teobaldo I (1256), Enrique I (1271) o Carlos II (1368) los reclamaron reiteradamente a Castilla, como pertenecientes a Navarra, aunque el señor Catalán pretenda ahora quitar la razón a los citados reyes.
Navarra es, en suma, el único estado que los vascos de cualquier territorio lograron crear en cualquier tiempo y lugar, y es por tanto el estado que mejor ha aglutinado lo que desde un punto de vista estrictamente cultural se ha llamado Vasconia o Euskal Herria. El resto son torticeras manipulaciones, cuando no abiertas mentiras. Y el que miente sólo tiene un nombre, en castellano, en euskera o en cualquier otro idioma.
Joseba Asirón (Diario de Noticias 4/1/2008
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