viernes, 19 de diciembre de 2008

LA PÉRDIDA DE SERES QUERIDOS


La nieve, las luces y la candidez que destilan estos días no pueden obviar el sentimiento de la perdida. Decir adiós definitivo a los seres queridos no es plato de buen gusto, por mucho que lo endulcemos con la idea de que en bastantes casos su muerte ha sido la mejor del mundo, sin sufrimiento, habiendo hecho durante su vida lo que habían querido, ahorrando angustias a quienes se quedan...
Todo eso es verdad, pero el dolor de pensar que no les vuelves a ver no hay manera de quitarlo de las entrañas. Lágrimas que se escapan en cualquier lugar y momento, recuerdos entrañables junto a ellos y ellas. Vacíos que se sienten en el estomago, noches de desasosiegos, visitas furtivas al lugar en el que descansan sus restos. Miradas tímidas a las cenizas en espera de ser llevadas al lugar elegido para honrar su memoria. Horas y horas de sentimientos recogidos en el alma que más de una vez nos hacen exclamar: ¡No hay derecho!. ¿Por qué la vida tiene que tener implícita la muerte? Sentimientos que afortunadamente nos unen a la humanidad aunque a veces no seamos conscientes de ello.

Por eso, precisamente por el dolor que nos causa a todos y todas la perdida de un ser querido es incomprensible que hayas quienes sean incapaces de mirar hacia si mismos a su corazón y no apoyen a quienes quieren que aparezcan los restos de quienes han sido asesinados ahora o hace más de 70 años, para que puedan tener un lugar donde llorar, hablar y decirles el adiós que se merecen.
Y es doblemente incomprensible, que desde esta mirada, se pueda acabar con la vida de otras personas por motivos ideológicos o políticos, haciendo caso omiso al dolor real de quienes les quieren y no van encontrar no ya justificación, sino consuelo al desgarro que produce la perdida. El ser humano a veces, perdemos lo de humano y nos quedamos en mero ser, cuando no entendemos el significado de la vida.

Esta es una de mis peticiones para el Olentzero 2008: Qué la humanidad, con crisis y sin ella, no deje el corazón en el cajón del olvido. Que seamos capaces de mirarnos unos y otras como iguales, para compartir solidaridad, alegrías y penas, además del día a día. Algo se está moviendo en el mundo. Aquí, en Grecia, EEUU, Nicaragua, Congo… Que no nos coja descorazonados ni deshumanizados.

Tere Sáez. 40857601X (Carta de despedida 2008)

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