Se jacta de ser amigo de José María Aznar y de Mariano Rajoy, es un fijo en actos de la FAES, le llueven elogios procedentes de la patronal y los banqueros, el lobby nuclear lo considera uno de los suyos y siempre está a punto para campañas que advierten que España se rompe. Con estas credenciales, podría ser un líder de consenso del PP si naufraga Rajoy, pero hay un problema: se trata de José María Fidalgo, secretario general de Comisiones Obreras, el sindicato fundado por el Partido Comunista de España.
Fidalgo, que llegó al puesto en 2000, buscará contra viento y marea la reelección en el congreso que empieza el miércoles. Y pese a esas credenciales que le han generado tanta hostilidad interna, lo tiene difícil, pero no perdido.
Este mismo dirigente ha realizado una revolución interna que ha colocado al sindicato en su mejor momento de la historia: récord de afiliados (casi 1,2 millones), récord de ingresos (más de 400 millones al año) y por encima de UGT tanto en militantes como en delegados. Este leonés de 60 años ha molestado a muchos en el sindicato, pero hay CCOO para rato.
"El balance es de claroscuros. Se ha impulsado el trabajo eficaz y se ha consolidado la concertación social, lo que es patrimonio de todos", admite Fernando Lezcano, portavoz de Ignacio Fernández Toxo, el ex aliado de Fidalgo que ahora tiene muchos números para destronarle. Y añade: "Al mismo tiempo, hay un balance muy negativo porque no se han resuelto las fracturas internas y su estilo individualista ha complicado dar juego a las organizaciones".
Fidalgo logró superar el 75% de apoyos en 2000, cuando relevó a Antonio Gutiérrez. Pero en 2004, se le desgajó la pata de Rodolfo Benito y bajó al 58%. Ahora ha perdido a Toxo. La unión de todos contra Fidalgo amenaza muy seriamente su puesto. "La deriva de su mandato no ha sido precisamente positiva ni pacífica", apunta Benito, convencido de que el reinado llega a su fin.
Fernando Puig-Samper, mano derecha de Fidalgo ambos proceden de la federación de Sanidad, considera que esta revuelta tiene parte de su origen en las reformas internas de modernización impulsadas por el secretario general, como por ejemplo establecer una caja única para el cobro de las afiliaciones.
"Se ha producido un fortalecimiento de la organización interna y esto provoca siempre recelos en un sitio u otro", apunta Puig-Samper, quien se muestra orgulloso del camino recorrido: "Había que hacerlo: ahora somos más fuertes y, por tanto, más independientes".
El resultado meramente cuantitativo le avala: en los ocho años de mandato, Comisiones ha pasado de 760.000 a casi 1,2 millones de afiliados, cuando en casi toda Europa la afiliación cae, si bien España parte de cifras muy inferiores. Los ingresos por cuotas de militantes han pasado de 80 a 149 millones al año. Y se ha ampliado la ventaja de delegados sindicales con respecto a UGT: de 0,6 puntos en 2000 a dos puntos en 2007.
Las reformas internas han hecho saltar muchas chispas en los últimos años en Comisiones, pero algunos de los fuegos más importantes que se han extendido tienen otro origen: el coqueteo del secretario general con posiciones tradicionalmente asociadas a la derecha.
Agustín Moreno, el sempiterno líder del sector crítico más vinculado al PCE, denuncia directamente "la derechización del sindicato". En cambio, los nuevos críticos que proceden del oficialismo Toxo, Benito aplauden la línea pactista seguida por la organización, pero a todos les ponen los pelos de punta las "posiciones unilaterales ajenas a la cultura de CCOO" en expresión deLezcano o los "comportamientos erráticos", en palabras de Benito.
"Fidalgo ha intentado llevar al sindicato a posiciones derechistas y le va a costar el cargo", augura Moreno, cuyo sector crítico está ahora menos cohesionado y activo que en anteriores congresos. "Que cada uno tenga los amigos que quiera. Pero duele que se jacte de tener tantos amigos en la derecha y al mismo tiempo sea incapaz de integrar y respetar a los compañeros de trinchera, que son sistemáticamente perseguidos si no piensan como él", concluye.
Cuando Fidalgo se impuso como tapado, en 2000, se especuló que la operación contaba con el entusiasta apoyo entre bambalinas del ex ministro de Trabajo del PP Javier Arenas. Todos los ministros de Trabajo del periodo de Aznar compiten en elogios hacia Fidalgo, desde Arenas hasta Eduardo Zaplana. "Fidalgo ha tenido un papel muy positivo para la economía y la cohesión de este país", subraya Manuel Pimentel, que sucedió a Arenas..............
Público
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