La responsable de la asociación feminista bilbaina Igualan, Miriam Herbón, explica que los cuentos tradicionales perpetúan el modelo de la mujer guapa y pasiva. Los personajes siguen patrones previsibles: las brujas son malvadas y feas, frente a los hechiceros sabios y amables; las princesas, hermosas, pero faltas de inteligencia e incapaces de encontrar la felicidad y labrarse un porvenir por sí mismas. "La mayoría de los padres y madres desconoce que al contar un cuento a sus hijos les están transmitiendo estos valores y una serie de componentes de rivalidad, envidia y odio entre iguales", advierte Herbón.
En las aulas trabajan con los niños durante siete horas. En los primeros 60 minutos, dos personajes, la princesa Carlota y el dragón Buba, les avisan de que los relatos que van a escuchar son distintos. Al día siguiente, comienzan su narración. El príncipe Ceniciento, un pobretón a quien la tiranía de su padre y hermanos le mantiene siempre de limpieza, queda hechizado por un hada, que le mezcla entre los jugadores de un partido de fútbol. Tarzana debe vencer el ostracismo de los animales de la selva para demostrar que por su fuerza y valor merece ser la reina. El lobito Caperucito se interna atemorizado en la espesura del bosque seguido por una malvada niña.
Los alumnos participan en asambleas en las que, con ayuda de fichas, debaten los valores que subyacen en estos relatos y los asocian a su realidad más cercana. "Cuando les cuentas un cuento de una forma diferente les creas un conflicto cognitivo. Por eso hay que explicarles por qué las actitudes que tenían asumidas deben ser de otra forma", destaca Herbón.
Determinados comportamientos se revelan injustos. "Si se cambia el personaje de Cenicienta por Ceniciento es porque resulta más fácil que vean la discriminación que sufre la mujer, pero luego les recalcamos que las tareas domésticas se deben hacer entre todos y que ni Cenicienta ni Ceniciento deberían vivir sometidos", afirma la representante de esta agrupación, integrada en su mayor parte por sociólogas y psicólogas.
La ruptura de los patrones tradicionales sirve además para dar a entender que la sensibilidad, la valentía o la fuerza son cualidades atribuibles a la persona, con independencia de su sexo. Y que cada cual debe elegir una profesión y un modo de vida acorde con sus preferencias personales y no en función de los esquemas aparentemente inamovibles que la sociedad ha dibujado para hombres y mujeres.
Tras trabajar con los niños de los colegios de Vitoria, las integrantes de Igualan se reunirán también con sus padres y profesores para trasladarles esta metodología y animarles a que eduquen a sus hijos sin condicionantes por su sexo. Los familiares de los críos recibirán un catálogo de juguetes y cuentos en castellano y euskera libres de estereotipos machistas.
El País, edición del País Vasco
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