Los datos de la encuesta del CIS publicada el viernes han sido acogidos, en lo que concierne a las previsiones de los cuatro territorios de Euskal Herria, con enorme perplejidad entre los abertzales. Particularmente en la CAV, no es de extrañar que se reciba con escepticismo el pronóstico de un global 6-12 desfavorable frente a los constitucionalistas, el mismo que se registró en 2008, cuando en esta ocasión, además de participar la izquierda abertzale entonces proscrita, no se parte de la desventaja de la dispersión del voto, que entonces convirtió en estériles más de 80.000 votos de opciones que como EA y Aralar no consiguieron representación. Y en Navarra, donde el vasquismo accedió en las últimas elecciones forales a su mayor peso institucional de la historia, perderían el escaño ocupado en las dos anteriores legislaturas.
Dando por sentado que en política ninguna encuesta es neutra, por muy profesional que sea su realización, que siempre hay un grado de manipulación de las circunstancias previas a la recogida de datos; sin pasar por alto la lejanía existente entre la fecha del sondeo y la consulta real; y teniendo también muy en cuenta la condición de debutantes de marcas como Amaiur y Geroa Bai, la materialización de esos resultados que nos pueden resultar increíbles, a mi entender entra dentro de las coordenadas del comportamiento posible del electorado, incluso sin que sea necesario para ello ningún descalabro del voto abertzale. Eso sí, constituyen en los cuatro casos, y eso es lo más sospechoso, la posibilidad extrema, siempre la más favorable de las posibles para el constitucionalismo, pues en los cuatro se quedarían los abertzales a las puertas del último escaño. ¿Posible? Perfectamente, tan posible como que suceda justamente todo lo contrario.
Es en Bizkaia, la que más escaños aporta al Congreso y cuyo reparto es en consecuencia el que menos se aleja de la proporcionalidad, donde más difícil se me hace creer los vaticinios que dejan con tan sólo dos diputados a un partido de implantación social tan sólida como lo es el PNV en ese territorio, sin conceder más que uno a Amaiur.
En Álava el PSE fue el cuarto partido en mayo. Muy bien podría recuperar ahora, en una convocatoria de signo muy diferente, la segunda plaza. Para que la encuesta acertase, tanto PP como PSE tendrían que doblar tanto a PNV como a Amaiur. Aunque la gran mayoría de los municipios alaveses registren mayoría abertzale, el peso demográfico de Gasteiz impone su ley y podría suceder que el PNV no obtuviese representación. Algo que jamás ha ocurrido, pero tampoco se había dado nunca el equilibrio registrado en mayo entre PNV y Bildu, que ahora podría reproducirse, con consecuencias tal vez favorables para los constitucionalistas.
En Gipuzkoa, donde ganará Amaiur sin duda, veo como hipótesis más real al PSE, reforzado por el efecto Elorza, en el segundo puesto, de manera que el PNV difícilmente podría conseguir más de un escaño, que es el que le adjudica la encuesta. Podría suceder que el PP se quedase sin nada, en detrimento del tercero de Amaiur o del segundo del PNV, pero no es fácil que suceda porque a pesar de su muy irregular implantación en la provincia, los populares no andarán lejos del primer puesto tanto en Donosti como en Irún, lo que necesariamente se reflejará en el cómputo final de votos. Tampoco es de descartar que puedan capitalizar parte importante de una posible removilización conservadora ante la irrupción institucional de Bildu, más inesperada en el caso del ayuntamiento de la capital.
Una situación de cuasi-empate técnico entre Geroa Bai y Amaiur podría provocar que ambas formaciones, aún obteniendo buenos resultados, se quedaran en Navarra fuera del reparto. Dependerá de la participación y de otros factores. Amaiur cuenta con una inercia favorable, que por su cercanía al punto de inflexión de mayo, es probable que rentabilice. Geroa Bai, por su parte, tiene un perfil de mayor permeabilidad con otros sectores del electorado, un discurso más maduro y diversificado, y el aval de la experiencia y rendimiento parlamentarios y la personalidad de su líder, certificada en circunstancias personales muy especiales. Tres escaños parecen aquí garantizados, dos para la derecha y uno para el PSN. Los otros dos todavía no tienen dueño. Todo está abierto.
Tras este somero análisis de cada territorio, reitero que me parece posible, algo menos en el caso de Bizkaia, que se den los resultados que anuncia el CIS u otros parecidos. No hay que olvidar la particularidad sociológica de las elecciones generales y la constatación, convocatoria tras convocatoria, de la existencia de un tipo de elector progresista, proveniente de la tradición antifranquista, crítico con el PSOE, que en este tipo de elección acaba dándole el voto por miedo al mal mayor. Pero no me parece probable que ese efecto alcance en esta ocasión las dimensiones que se observan en la encuesta.
Si se confirmasen tales resultados, sólo habría cinco provincias en las que el PSOE obtendría mayor representación que el PP: Barcelona, Girona, Sevilla, Bizkaia y Gipuzkoa, con lo que el PSE aparecería puertas adentro del PSOE como gran vencedor moral. No se puede soslayar la sospecha de un posible interés de algún sector del partido por encumbrar a un personaje tan carente de carisma y de tan limitada legitimidad en su comunidad como Patxi López a instancias superiores de Ferraz. El tiempo dirá.
Lo único que aparece más que claro es el resultado global de estas elecciones. Todo el mundo sabe quién, salvo cataclismo, va a gobernar, lo que también puede retraer la participación, con lo que eso conlleva. En cualquier tesitura, estamos ante una cita muy importante tanto para la política navarra como para la vasca. Aunque la influencia de los resultados pueda ser más psicológica que otra cosa, porque de cualquiera de las maneras, el 21 de noviembre comenzará una nueva etapa con los gobiernos de Gasteiz e Iruña, se convoquen cuando se convoquen las elecciones pertinentes, a la vista y en la mente de todos.
Praxku (miembro de Zabaltzen)
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