Tal vez suene utópico, pero soy de los que defiende la necesidad de una profundización democrática en nuestro sistema político. La radicalidad democrática es algo que se puede plasmar de multitud de maneras y que tiene infinidad de matices, pero que en pleno siglo XXI reclama a gritos transparencia.
Transparencia en política exige información frente a opacidad, confianza en la ciudadanía frente a clientelismo, respeto y diálogo frente a imposición y violencia (física o verbal) y, por supuesto, honestidad, coherencia y adecuación entre discurso y acción políticos. Transparencia implica también entender la política como un servicio público, no como un medio para defender intereses particulares, por legítimos que pudieran llegar a ser.
Alguien me dijo una vez que la política no es justa y que poco importa tener razón, sólo cuenta tener votos. Se trata de una perversión muy extendida, que ha convertido el medio en fin y que explica en parte el porqué del creciente desprestigio de la política y del abismo que se ha abierto entre los políticos y la ciudadanía. La Política (con mayúsculas) no es tarea fácil, pero nadie dijo que lo fuera.
UPN ha querido vetar los debates en TV. La excusa, que no pueden participar formaciones sin representación en Madrid; la realidad, que UPN no quiere verse retratada en un diálogo abierto con Uxue Barkos. Quiere debatir con quien no hay debate, con quien comparte gobierno y decisiones, con el PSN. Debatir para no debatir, para no comunicar, para no informar, sólo para hacer propaganda. Es decir, opacidad, falta de respeto a la ciudadanía, incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace y entre lo que se dice defender y lo que se defiende. Los debates televisivos asustan a algunos porque la capacidad en el cara a cara de un diputado es también, por supuesto, un elemento de juicio a la hora de decidir el voto. Porque se votan ideas, pero también personas, pues son éstas las que defenderán esas ideas. Y hay quien sabe que pierde en ideas y en personas, por eso no debate o no elabora un programa. El miedo es libre, dicen; la palabra, mejor guardada bajo llave, piensan otros.
Álvaro Baraibar (en Diario de Noticias)
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