Aunque el pleno de ayer del ayuntamiento de Pamplona aprobó la moción de NaBai para sustituir el nombre de la plaza Conde de Rodezno, el resultado no tendrá ningún efecto práctico porque la competencia de los cambios no es del pleno sino de la alcaldía, y la titular Barcina anunció una resolución por la que se anula la atribución personal honorífica de la plaza Conde de Rodezno al séptimo poseedor de dicho título nobiliario, de forma tal que la plaza ya no estará atribuida a la persona de Tomás Domínguez de Arévalo sino al título nobiliario de manera genérica. El objetivo argumentado por UPN es ahorrar a los vecinos los trámites por el cambio de nombre.
Este es el desplazamiento al centro del que alardea UPN. En nada nos sorprende que los franquistas de siempre eludan de forma tan descarada el cumpliminto de la Ley de Memoria Histórica. Lo malo es el insulto y la vergüenza que supone para la ciudad y para todos los demócratas navarros que se mantenga un nombre que todos sabemos a quién está dedicado con esa indecente treta. Porque ¿cuál es el mérito de ese título honorario, cuál su servicio a Navarra para dedicárselo a un lugar refencial?
Aprovechemos la ocasión para recordar a grandes rasgos quién fue Tomás Domínguez de Arévalo, Conde de Rodezno.
De familia andaluza por parte paterna y navarra por línea materna nació en Madrid. Su primer cargo público fue el de alcalde de Villafranca y posteriormente posteriormente fue diputado a Cortes por Aoiz y senador en 1921 y1923. Siguió progresando en su carrera política, dentro de las filas del tradicionalismo carlista.
Con la llegada de la II República dejó bien claro su pensamiento antidemocrático, afirmando “somos sustantivamente antiparlamentarios y no podemos sentir más que sustantiva desafección al sistema electoral vigente”.
Este es el desplazamiento al centro del que alardea UPN. En nada nos sorprende que los franquistas de siempre eludan de forma tan descarada el cumpliminto de la Ley de Memoria Histórica. Lo malo es el insulto y la vergüenza que supone para la ciudad y para todos los demócratas navarros que se mantenga un nombre que todos sabemos a quién está dedicado con esa indecente treta. Porque ¿cuál es el mérito de ese título honorario, cuál su servicio a Navarra para dedicárselo a un lugar refencial?
Aprovechemos la ocasión para recordar a grandes rasgos quién fue Tomás Domínguez de Arévalo, Conde de Rodezno.
De familia andaluza por parte paterna y navarra por línea materna nació en Madrid. Su primer cargo público fue el de alcalde de Villafranca y posteriormente posteriormente fue diputado a Cortes por Aoiz y senador en 1921 y1923. Siguió progresando en su carrera política, dentro de las filas del tradicionalismo carlista.
Con la llegada de la II República dejó bien claro su pensamiento antidemocrático, afirmando “somos sustantivamente antiparlamentarios y no podemos sentir más que sustantiva desafección al sistema electoral vigente”.
Aunque inicialmente apoyó el Estatuto Vasco, se convirtió en un acérrimo enemigo del mismo, destacándose junto a Victor Pradera y otros en la labor de convencer a muchos alcaldes navarros para que cambiasen el sentido del mandato que traían de su ayuntamiento para votar en contra en la asamblea que finalmente en el Teatro Gayarre rechazó en junio de 1932 que Navarra tomase parte del mismo.
Fundó la Asociación de Terratenientes de Navarra, para combatir las reivindicaciones de los jornaleros. Enemigo declarado de la República, estuvo implicado en la intento de golpe de estado de Sanjurjo en 1932.
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, impulsó junto al resto de dirigentes de Comunión Tradicionalista, la organización paramilitar del carlismo, para la cual se crea una red de tráfico clandestino de armas desde diferentes puntos de Europa. Su intervención resultó fundamental para la participación del tradicionalismo en el golpe militar, que negoció con Mola.
En plena guerra fue nombrado ministro de Justicia del primer gobierno de Franco, derogó la legislación de la República, para poner las bases de la dictadura. Modificó el Código Penal,,reintegró en sus puestos a los antiguos jueces. Rabiosamente confesional, derogó las disposiciones relativas al matrimonio civil y condición de la mujer casada. Le nombraron Hijo Predilecto de Navarra y tras su muerte en 1952 Franco le nombró Grande de España.
Bajo su mandato fueron asesinadas más de 150.000 personas por la represión franquista, en un ejercicio de exterminio político claramente planificado. Aunque únicamente se hubiese distinguido por eso, ser ministro de Justicia en el contexto de 1938 es necesariamente ser cómplice de miles de asesinatos y ejecuciones.
Este es el genocida que seguirá contando con una de las más céntricas plazas de Pamplona por obra y gracia de Yolanda Barcina y su grupo municipal. Ojalá que sólo hasta el 2011.
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