Ha sucedido lo que nos temíamos y habíamos anunciado aquí. A pesar de la incontestable victoria del PNV, a pesar del éxito alcanzado por Aralar, entrePSE, PP y UpyD alcanzan los 38 escaños. Quizás también los dos primeros sin contar con Rosa Díez, si como es de temer el voto del exterior proporciona un escaño más al PSE en Alava. Ese escaño puede tener su importancia política, porque les liberaría del pesado lastre de un partido que se quiere cargar el concierto económico. Se abre ahora un largo e incierto proceso de negociaciones multilaterales, que puede terminar con un pacto entre los dos principales partidos o un gobierno socialista en minoría. En cualquier caso, por más que la legitimidad política que tiene para ello sea más que dudosa, Patxi López es en estos momentos favorito en las quinielas para ser lehendakari.
Los partidos abertzales han recogido el 48’29% de los votos válidos; los autodenominados constitucionalistas el 46’94% y Ezker Batua el 3’51% de los votos válidos. Si contamos los votos de los ilegalizados, los porcentajes se sitúan en el 53’50, el 43’25 y el 3’25% respectivamente de forma aproximada.
Para hacer posible que de una mayoría social autodeterminista pueda surgir una institución de gobierno dominada por partidos de signo contrario, influyen factores con los que ya se contaba: la desproporción territorial del valor del voto y la inutilización de una parte significativa del electorado abertzale. Pero además, y aquí lo advertimos, la dispersión de la oferta electoral. Si EA hubiese acudido en coalición con el PNV, y Aralar y EB hubiesen repetido su experiencia de coalición, el bloque PSE-PP-UpyD tendría varios escaños menos, de ninguna manera llegarían a 38. Es evidente, no es preciso siquiera coger la calculadora.
Ibarretxe ha protagonizado una excelente campaña venciendo obstáculos muy serios como la errática gestión de la consulta, el peso de las irregularidades del Museo Balenciaga, la Hacienda de Irun o el Gugenheim, el fracaso de la fusión de las cajas y las discrepancias que sobre política fiscal, curriculum o la ley del suelo ha sufrido el tripartito. El PNV refuerza de forma ya irrefutable el liderazgo del nacionalismo institucional pero tendrá que enfrentarse en la encrucijada que se le avecina, quizás desde la oposición, a una severa disputa interna .
Eusko Alkartasuna, con o sin escaño para Rafa Larreina, ha recogido lo que se suele recoger tras todo ejercicio autodestructivo. Con un discurso fuera de la realidad, cuestionado por buena parte de su militancia, vive el peor momento de su historia. El Foro Soberanista, que ha sido el leif motiv de su campaña, probablemente se acabará formando, pero el papel de EA en el mismo será testimonial, si finalmente participa. En el congreso que han anunciado ya que van a realizar, posiblemente se ponga todo en cuestión, desde su definición hasta el mismo sentido de su existencia.
Aralar, a unos cientos de votos de alcanzar el quinto escaño, ha alcanzado el éxito que ya auguraban las encuestas, tras la excelente campaña comunicativa de Aintzane Ezenarro. Se convierte de esta forma, dando un paso cualitativo, en un referente claro de la izquieda abertzale, también ahora en la Comunidad Autónoma Vasca. A partir de ahora tendrá más sentido si cabe hablar de las izquierdas abertzales. Este éxito legitima su apuesta por la clarificación política en ese universo. Estaban en su derecho de ir en solitario y los resultados lo ratifican. Pero a costa también, del derecho de no pocos electores que han echado en falta la alternativa transversal de la izquierda que también tuvo éxito en las municipales. Y con el precio, insisto, de coadyuvar a la mayoría numérica del constitucionalismo en la cámara, la noticia más repetida y celebrada por todos los medios de comunicación estatales.
El fracaso de Ezker Batua tiene varias causas. Desde la actuación de Madrazo en el debate televisado, suficiente para haber perdido los pocos votos que le han faltado para sacar escaño en Alava y Bizkaia, hasta su mala relación con los socios del tripartito. Pero por encima de todo, la incapacidad para gestionar las diferencias internas, tanto personales como estratégicas. La salida del partido de Oscar Matute y muchos otros para participar probablemente en el proyecto de la izquierda anticapitalista europea, no se demorará más que unos pocos días.
La izquierda abertzale tradicional, ha vuelto a dejar constancia de su peso en unas condiciones muy difíciles. Siempre lo son cuando se llama a la población a depositar una papeleta que no cuenta para nada a efectos de distribución de escaños. Practicamente nadie menciona esos votos. Pero en esta ocasión la persecución policial lo ha puesto aún más difícil. Y a pesar de todo ahí han estado. Más de cien mil papeletas nulas, de las que la inmensa mayoría serían suyas. Un resultado muy digno para ellos. Su mayor contrariedad, seguramente, el avance de Aralar. Pero tentémonos la ropa antes de anunciar procesos de reflexión o puntos de inflexión, que se anuncian cícilicamente desde hace ya muchos años.
Pasó la campaña, han pasado las elecciones, ahora empieza lo más difícil para todos. Patxi López ya ha proclamado esta noche su candidatura para la lehendakaritza, mientras que el PNV - el partido, no Ibarretxe, el matiz es importante- ha anunciado que, como vencedor indiscutible de las elecciones, tomará la iniciativa para formar gobierno. Sin duda intentarán presionar a Zapatero para ver si, al igual que hizo en Navarra, interviene desde Madrid para imponer la política de estado. Será una historia muy larga, y desde luego incierta.
No supone ningún consuelo, pero peor están las cosas en Galicia. Allí se ha confirmado esta noche lo que durante los últimos días se anunciaba como posible y todo el mundo del progreso se resistía a creer. El PP recupera el poder, cuatro años después de ser desalojado. Todo ello con una participación histórica, lo que denota que hay gente que ha votado por primera vez y lo ha hecho por la derecha. El proceso de normalización lingüística y muchos otros avances sociales, en serio peligro. Lamentable, pero así es la democracia.
Los partidos abertzales han recogido el 48’29% de los votos válidos; los autodenominados constitucionalistas el 46’94% y Ezker Batua el 3’51% de los votos válidos. Si contamos los votos de los ilegalizados, los porcentajes se sitúan en el 53’50, el 43’25 y el 3’25% respectivamente de forma aproximada.
Para hacer posible que de una mayoría social autodeterminista pueda surgir una institución de gobierno dominada por partidos de signo contrario, influyen factores con los que ya se contaba: la desproporción territorial del valor del voto y la inutilización de una parte significativa del electorado abertzale. Pero además, y aquí lo advertimos, la dispersión de la oferta electoral. Si EA hubiese acudido en coalición con el PNV, y Aralar y EB hubiesen repetido su experiencia de coalición, el bloque PSE-PP-UpyD tendría varios escaños menos, de ninguna manera llegarían a 38. Es evidente, no es preciso siquiera coger la calculadora.
Ibarretxe ha protagonizado una excelente campaña venciendo obstáculos muy serios como la errática gestión de la consulta, el peso de las irregularidades del Museo Balenciaga, la Hacienda de Irun o el Gugenheim, el fracaso de la fusión de las cajas y las discrepancias que sobre política fiscal, curriculum o la ley del suelo ha sufrido el tripartito. El PNV refuerza de forma ya irrefutable el liderazgo del nacionalismo institucional pero tendrá que enfrentarse en la encrucijada que se le avecina, quizás desde la oposición, a una severa disputa interna .
Eusko Alkartasuna, con o sin escaño para Rafa Larreina, ha recogido lo que se suele recoger tras todo ejercicio autodestructivo. Con un discurso fuera de la realidad, cuestionado por buena parte de su militancia, vive el peor momento de su historia. El Foro Soberanista, que ha sido el leif motiv de su campaña, probablemente se acabará formando, pero el papel de EA en el mismo será testimonial, si finalmente participa. En el congreso que han anunciado ya que van a realizar, posiblemente se ponga todo en cuestión, desde su definición hasta el mismo sentido de su existencia.
Aralar, a unos cientos de votos de alcanzar el quinto escaño, ha alcanzado el éxito que ya auguraban las encuestas, tras la excelente campaña comunicativa de Aintzane Ezenarro. Se convierte de esta forma, dando un paso cualitativo, en un referente claro de la izquieda abertzale, también ahora en la Comunidad Autónoma Vasca. A partir de ahora tendrá más sentido si cabe hablar de las izquierdas abertzales. Este éxito legitima su apuesta por la clarificación política en ese universo. Estaban en su derecho de ir en solitario y los resultados lo ratifican. Pero a costa también, del derecho de no pocos electores que han echado en falta la alternativa transversal de la izquierda que también tuvo éxito en las municipales. Y con el precio, insisto, de coadyuvar a la mayoría numérica del constitucionalismo en la cámara, la noticia más repetida y celebrada por todos los medios de comunicación estatales.
El fracaso de Ezker Batua tiene varias causas. Desde la actuación de Madrazo en el debate televisado, suficiente para haber perdido los pocos votos que le han faltado para sacar escaño en Alava y Bizkaia, hasta su mala relación con los socios del tripartito. Pero por encima de todo, la incapacidad para gestionar las diferencias internas, tanto personales como estratégicas. La salida del partido de Oscar Matute y muchos otros para participar probablemente en el proyecto de la izquierda anticapitalista europea, no se demorará más que unos pocos días.
La izquierda abertzale tradicional, ha vuelto a dejar constancia de su peso en unas condiciones muy difíciles. Siempre lo son cuando se llama a la población a depositar una papeleta que no cuenta para nada a efectos de distribución de escaños. Practicamente nadie menciona esos votos. Pero en esta ocasión la persecución policial lo ha puesto aún más difícil. Y a pesar de todo ahí han estado. Más de cien mil papeletas nulas, de las que la inmensa mayoría serían suyas. Un resultado muy digno para ellos. Su mayor contrariedad, seguramente, el avance de Aralar. Pero tentémonos la ropa antes de anunciar procesos de reflexión o puntos de inflexión, que se anuncian cícilicamente desde hace ya muchos años.
Pasó la campaña, han pasado las elecciones, ahora empieza lo más difícil para todos. Patxi López ya ha proclamado esta noche su candidatura para la lehendakaritza, mientras que el PNV - el partido, no Ibarretxe, el matiz es importante- ha anunciado que, como vencedor indiscutible de las elecciones, tomará la iniciativa para formar gobierno. Sin duda intentarán presionar a Zapatero para ver si, al igual que hizo en Navarra, interviene desde Madrid para imponer la política de estado. Será una historia muy larga, y desde luego incierta.
No supone ningún consuelo, pero peor están las cosas en Galicia. Allí se ha confirmado esta noche lo que durante los últimos días se anunciaba como posible y todo el mundo del progreso se resistía a creer. El PP recupera el poder, cuatro años después de ser desalojado. Todo ello con una participación histórica, lo que denota que hay gente que ha votado por primera vez y lo ha hecho por la derecha. El proceso de normalización lingüística y muchos otros avances sociales, en serio peligro. Lamentable, pero así es la democracia.
Praxku
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