El 24 de junio de 1934 fallecía en Tafalla, a la edad de 87 años, un hombre que a lo largo de los años y sin pretenderlo, se había convertido en un símbolo del progresismo y del republicanismo local e incluso provincial. Gregorio Intxauspe volvía a la tierra de la misma forma humilde en que había pasado una vida de trabajo de hortelano, de estudio y de actividades sociales y tras la que dejaba entre los que le conocieron un halo de honradez a carta cabal, de conocimientos y de total fidelidad a sus ideales que mantuvo hasta el último momento.
Aunque el origen ideológico de Intxauspe fue el liberalismo del siglo pasado, nada tenía que ver él con los acomodados e interesados liberales locales, y la defensa de su ideal republicano, totalmente minoritario en el fuerte foco carlista tafallés tras la última guerra, la hizo siempre desde su situación de hombre de alpargata y alforja. Su inquietud por el saber, la libertad, el razonamiento y la igualdad, le acercó a la Masonería y a últimos de siglo aparece con el nombre de Figueras en la vigorosa Logia Justicia de Tafalla. En ella ocupó siempre un papel radical que le acercaba ya al socialismo.
Este hombre culto, que nunca decía tacos y que a sus muchos años abogaba ya por una República Social, tenía que contactar necesariamente con los jóvenes socialistas que le tenían en gran estima y no perdían ocasión para escucharle y pedirle consejo.
En el último momento, y consecuentemente a como había vivido, pidió que le hicieran un entierro civil no obstante a las presiones de algunos familiares y del propio párroco, que ofreció un entierro gratuito para que desistiese de su idea. Su nuera la famosa Petra, consiguió que se respetase su última voluntad.
El entierro suscitó una gran expectación en todos los sectores sociales de Tafalla. La novedad de un entierro civil y el renombre de Intxauspe atrajo la atención de vecinos y forasteros.
Llegada la hora, el féretro, sin motivos religiosos, fue cubierto con la bandera republicana e inició el camino hacia el cementerio. Un gran gentío le acompañaba. Detrás de la caja, las representaciones venidas de los pueblos y las organizaciones obreras con sus banderas. Las Juventudes Socialistas acudieron uniformadas con sus camisas rojas. El cortejo paró junto a la casa de David Jaime, que se encontraba enfermo de uno de sus habituales y graves ataques de bronquios. Con gran dificultad, pero con la entereza y genio que le caracterizaba, Jaime echó un discurso loando al ilustre hortelano fallecido. Después, durante el camino a Margalla, el Himno de Riego, la Internacional y otros cantos animaron la marcha. Ya en el cementerio, en la parte denominada el corralico destinado a los que morían al margen de la Iglesia, Bengaray de Iruña, y Alfaro hablaron a la multitud desde la tapia del cementerio prometiendo a Gregorio Intxauspe seguir su ejemplo y luchar por una República cada vez más justa e igualitaria.
La nutrida presencia y el éxito del entierro animó a los republicanos y asustó a los monárquicos que temían cundiese el ejemplo.
Al igual que había ocurrido en otros muchos pueblos navarros, los actos civiles se iban a suceder una vez sentado el primer precedente. Dos semanas más tarde, el 6 de julio, se celebró el segundo entierro civil de la localidad con gran asistencia de público a pesar de encontrarse mucha gente del pueblo ocupada en las tareas agrícolas.
Aunque el origen ideológico de Intxauspe fue el liberalismo del siglo pasado, nada tenía que ver él con los acomodados e interesados liberales locales, y la defensa de su ideal republicano, totalmente minoritario en el fuerte foco carlista tafallés tras la última guerra, la hizo siempre desde su situación de hombre de alpargata y alforja. Su inquietud por el saber, la libertad, el razonamiento y la igualdad, le acercó a la Masonería y a últimos de siglo aparece con el nombre de Figueras en la vigorosa Logia Justicia de Tafalla. En ella ocupó siempre un papel radical que le acercaba ya al socialismo.
Este hombre culto, que nunca decía tacos y que a sus muchos años abogaba ya por una República Social, tenía que contactar necesariamente con los jóvenes socialistas que le tenían en gran estima y no perdían ocasión para escucharle y pedirle consejo.
En el último momento, y consecuentemente a como había vivido, pidió que le hicieran un entierro civil no obstante a las presiones de algunos familiares y del propio párroco, que ofreció un entierro gratuito para que desistiese de su idea. Su nuera la famosa Petra, consiguió que se respetase su última voluntad.
El entierro suscitó una gran expectación en todos los sectores sociales de Tafalla. La novedad de un entierro civil y el renombre de Intxauspe atrajo la atención de vecinos y forasteros.
Llegada la hora, el féretro, sin motivos religiosos, fue cubierto con la bandera republicana e inició el camino hacia el cementerio. Un gran gentío le acompañaba. Detrás de la caja, las representaciones venidas de los pueblos y las organizaciones obreras con sus banderas. Las Juventudes Socialistas acudieron uniformadas con sus camisas rojas. El cortejo paró junto a la casa de David Jaime, que se encontraba enfermo de uno de sus habituales y graves ataques de bronquios. Con gran dificultad, pero con la entereza y genio que le caracterizaba, Jaime echó un discurso loando al ilustre hortelano fallecido. Después, durante el camino a Margalla, el Himno de Riego, la Internacional y otros cantos animaron la marcha. Ya en el cementerio, en la parte denominada el corralico destinado a los que morían al margen de la Iglesia, Bengaray de Iruña, y Alfaro hablaron a la multitud desde la tapia del cementerio prometiendo a Gregorio Intxauspe seguir su ejemplo y luchar por una República cada vez más justa e igualitaria.
La nutrida presencia y el éxito del entierro animó a los republicanos y asustó a los monárquicos que temían cundiese el ejemplo.
Al igual que había ocurrido en otros muchos pueblos navarros, los actos civiles se iban a suceder una vez sentado el primer precedente. Dos semanas más tarde, el 6 de julio, se celebró el segundo entierro civil de la localidad con gran asistencia de público a pesar de encontrarse mucha gente del pueblo ocupada en las tareas agrícolas.
Mientras el gobierno de Lerroux, apoyado por la recientemente elegida mayoría parlamentaria, comienza la obra de rectificar la legislación republicana y recortar las libertades de los dos años precedentes; se plantea la amnistía a los sublevados con Sanjurjo en 1932 y soncecuentemente con este clima derechista, Calvo Sotelo regresa de su destierro parisiense para ocupar su escaño parlamentario con gran regocijo de las derechas. Se habla ya de desempolvar la Ley de Terrorismo de Antonio Maura. El intento de golpe de estado triunfaba en sus objetivos de derechización a pesar de su fracaso oficial.
Jose Mari Esparza (Un camino cortado. Tafalla 1900-1939)
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