domingo, 29 de marzo de 2009

UN PERIODISTA DE GARINOAIN CUENTA SU EXPERIENCIA PALESTINA


Aritz Intxusta, joven periodista de Garinoain, se desplazó hasta Palestina el pasado mes de enero para observar de cerca las elecciones israelíes y la situación política en los territorios ocupados después de la masacre de Gaza, en la que murieron más de 1.500 personas tras el ataque del ejército hebreo.

¿Con qué situación se ha encontrado al llegar a Palestina?

La masacre de Gaza ha traumatizado a los palestinos de Cisjordania. Cuando llegué había rumores sobre la tercera intifada, pero fue abortada antes de empezar. El control de la ANP y sus fuerzas de seguridad sobre la población es brutal. Hacen el trabajo sucio de los soldados: detenciones indiscriminadas, prohibición de símbolos, persecución de los afines a Hamás, torturas. Aun así, la resistencia palestina no responde. Todavía los consideran sus hermanos, por el momento.

¿Cómo es la sociedad israelí?

La inmensa mayoría es sionista, aprueba el apartheid hacia los palestinos, o simplemente no le importa. Hamás es para ellos el demonio. Los califican de terroristas para justificar todos sus abusos. Pero son ellos los más violentos. Están completamente militarizados. Es habitual encontrarse por la calle con un joven sin uniforme paseando con un M-16. No les gustan los turistas. Resulta muy incómodo y muy difícil tratar con ellos, especialmente en Jerusalén, que es una ciudad esquizofrénica. Los israelíes se ven a sí mismos como europeos, pero creo que ningún otro país occidental está tan deshumanizado.

¿Y la palestina?

Mucho más hospitalaria, caótica y llena de sorpresas. Desespera y fascina. Son muy orgullosos, nacen pegados a la tierra y no hay forma de moverlos, por mucho que los apaleen. A pesar de todo, cree en la justicia, piensa que algún día se arreglarán las cosas. La división entre Al Fatah y Hamás y la aparición del jeque Abbas y su guardia personal ha roto su espíritu de lucha. Falta un líder y quizá confíen demasiado en que la solución venga de la comunidad internacional.

¿Qué echa en falta de Garinoain?

Un poco todo. La familia, los amigos, los bares, el monte y el cerdo. No me atrevo a decir el orden exacto.

¿Qué se puede hacer desde aquí para cambiar la situación?

Se pueden hacer muchísimas cosas. Muchas organizaciones envían ayuda y dan soporte básico, pero por Gaza no ha pasado un huracán. La masacre de Gaza tiene unos responsables y requieren un castigo. No sirve de nada enviar harina para hacer pan, como si fuera un país subdesarrollado. Si no hay otro tipo de apoyo, sólo sirve para perpetuar la solución. El boicot a los productos israelíes es una buena opción. Hay que presionar a los políticos para que termine de una vez el trato de favor que la UE mantiene con Israel. Los responsables del apartheid deben sentarse en el banquillo de un tribunal internacional, como está pasando ahora en Camboya y como todavía pasa en la antigua Yugoslavia. Hace falta denunciar a los gobiernos que, como el español, venden armas a Israel. El plomo que está segando vidas en Gaza sale de fábricas del Estado español.

¿Qué futuro ve?

Soy pesimista. Israel actúa con completa inmunidad. Está haciendo con los palestinos lo mismo que hizo EE.UU: con los indios. Ciudades como Nablus o Hebrón acabarán pareciendo reservas sioux. Los palestinos no pueden salir de la franja de Gaza sin un permiso especial de los israelíes y lo mismo pasará en Cisjordania. La están dividiendo en tres franjas distintas: norte (la zona de Nablús), centro (Jerusalén Este y Ramala) y sur (Hebrón) y es imposible moverse con libertad entre ellas. Hay más de 600 checkpoints en Cisjordania para controlar el movimiento de personas. Eso supone una humillación diaria para la población y destruye sus posibilidades de desarrollar una economía sólida. El muro encierra pueblos enteros y les corta el paso a sus tierras de cultivo. Los colonos cada vez son más, casi 300.000, son violentos y se están apoderando de tierra palestina día tras día. El marco no puede ser peor para los palestinos.

¿Es posible una solución?

Los sionistas nunca renunciarán a quedarse con Cisjordania, y quizá puedan renunciar a Gaza y dejar que Egipto administre la Franja, pero de Cisjordania ni hablar. La única solución democrática es un estado donde judíos y palestinos tengan igualdad de derechos. Pero los sionistas nunca lo aceptarán. Dirán que es porque hay demasiado odio, pero a lo que verdaderamente tienen miedo los israelíes es a las mujeres palestinas y a su tasa de natalidad. Los palestinos son más y acabarían por ganar las elecciones. El fascista de Avigdor Lieberman, el verdadero ganador de estas elecciones, es el único que se atreve a decir claramente lo que todos piensan: “Los palestinos tienen derechos en Israel, pero ninguno sobre la tierra de Israel”.

La Voz de la Merindad

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