Este impresionante monasterio se levantó sobre un templo mozárabe dedicado a San Julián y Santa Basilisa, que fue consagrado en tiempos de Sancho Garcés I. El esplendor de San Juan de la Peña se produjo durante el reinado de Sancho III el Mayor. Sin embargo, buena parte de las reseñas históricas del lugar reflejan el interés por asignar la construcción de estos templos a condes o monarcas aragoneses.
Casos semejantes ocurren en otros templos y edificaciones construidas por el monarca navarro, con una clara intenciòn de vincular su importancia a otros intereses ajenos a la propia historia de estos edificios.
El monasterio tiene su historia emparentada a los reyes vascones desde sus primeros tiempos, y ya desde el siglo IX este lugar fue referencia del emergente reino de Pamplona. No puede extrañar ver signos en los sepulcros que añaden a las leyendas del lugar los enterramientos de nuestros primeros caudillos. Es así como se encuentran los sepulcros de los Abarcas y de los Arista (Aritza) con sus blasones imaginarios.
Sancho el Mayor construyó el monasterio e introdujo en él la regla benedictina de Cluny, promoviendo nuevas reformas como la construcción de la nueva iglesia, que fue consagrada en 1049, tras su muerte. Poco después, tras la división fronteriza con Navarra, el monasterio se convirtió en panteón de los reyes de Aragón.
Casos semejantes ocurren en otros templos y edificaciones construidas por el monarca navarro, con una clara intenciòn de vincular su importancia a otros intereses ajenos a la propia historia de estos edificios.
El monasterio tiene su historia emparentada a los reyes vascones desde sus primeros tiempos, y ya desde el siglo IX este lugar fue referencia del emergente reino de Pamplona. No puede extrañar ver signos en los sepulcros que añaden a las leyendas del lugar los enterramientos de nuestros primeros caudillos. Es así como se encuentran los sepulcros de los Abarcas y de los Arista (Aritza) con sus blasones imaginarios.
Sancho el Mayor construyó el monasterio e introdujo en él la regla benedictina de Cluny, promoviendo nuevas reformas como la construcción de la nueva iglesia, que fue consagrada en 1049, tras su muerte. Poco después, tras la división fronteriza con Navarra, el monasterio se convirtió en panteón de los reyes de Aragón.
(De la colección "Navarra.Castillos que defendieron el Reino"de Iñaki Sagredo)
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