Hoy tras reunirse la Ejecutiva Regional de Gipuzkoa de Eusko Alkartasuna, han dado a conocer un duro comunicado en el que consideran insuficiente la convocatoria de un congreso para abril y reclaman una seria reflexión sobre una estrategia que ha llevado, además de al descalabro electoral de la formación, a la probable pérdida para el nacionalismo del Gobierno Vasco.
A falta por el momento del texto del comunicado, reproducimos aquí la opinión de un militante del sector crítico:
Los resultados electorales de Eusko Alkartasuna, siendo lo tristes que son, no son más que la culminación de una serie de errores que condicionan grandemente la supervivencia de nuestro proyecto político, a menos que sus militantes y el sector crítico de EA tengamos la fuerza suficiente para hacer rectificar su rumbo.
Me centraré en dos aspectos que son, a mi entender, los más importantes. El primero de ellos es el aspecto coyuntural-político de no ver o no querer ver, por parte de los responsables máximos de EA, el carácter de estas elecciones, donde la polarización iba a jugar en contra nuestra de forma decisiva, y el efecto del voto útil podía ser, como lo ha sido, devastador. El electorado de EA ha juzgado que aquí la partida se disputaba entre Ibarretxe y Patxi López y ha actuado en consecuencia.
El segundo aspecto se refiere al corrimiento estratégico de EA en estas elecciones. Dentro de la radicalidad en lo nacional y en lo ético que eran el distintivo de nuestro partido existía también la vocación de ocupar un espacio central, de puramente país, en el sentido de integrar a la gente que simplemente quería el bien de nuestro pueblo. Este es el espacio que ocupó EA junto con Ibarretxe en el 2001, y que nuestro partido ha abandonado, por la vertebración de un “polo soberanista”.
Estos dos errores, el uno de no ver la coyuntura, el otro, de interpretar la no coalición con el PNV en los términos de cambio ideológico de EA, de abandonar lo que Ibarretxe denominaba “el cauce central” de la política vasca, han supuesto, primero, la disminución política de EA hasta límites insospechados. Y segundo, y de forma no menos decisiva, el hecho de que Ibarretxe no haya conseguido los suficientes votos para mantener una mayoría con la que seguir liderando el Gobierno Vasco. Es un hecho que salta a la vista que la suma entre EA y PNV hubiera supuesto precisamente una mayoría suficiente.
Este error puede llevar a la Lendakaritza a Patxi López y a un PSOE que no ha mostrado ni en el discurso ni en la práctica la menor intención de integración. Es decir, nos podemos encontrar con una Lendakartiza españolista en la que el partido en el gobierno no ha comprometido con nada, ni siquiera con el cumplimiento del Estatuto de Gernika, con el peligro de involución política que ello supone.
Todo ello es responsabilidad de los líderes de EA que han tomado esa desastrosa deriva tanto en lo coyuntural como en lo estratégico. Son responsables de la disminución de EA hasta el mínimo y de la posible pérdida de un gobierno nacionalista. Desde una perspectiva abertzale, este es un balance estremecedor para los nuevos hacedores de la estrategia de EA. A nosotros, los militantes de EA, sólo nos queda actuar con la conciencia de estos datos y trabajar para corregir tanto desatino
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