La visita de Rubalcaba acabó en un periplo poco útil. Los errores de escenificación e imagen y lo confuso del mensaje han sido además aumentados por la publicación en DIARIO DE NOTICIAS del escandaloso sistema de reparto de dietas en los órganos de Can. Ya fue una tontería política permitir a Rubalcaba posar bajo el logotipo como patrocinador de Mediterránea de Catering, la desastrosa adjudicataria de la privatización de las cocinas hospitalarias y protagonista de una rebelión social de pacientes, familiares y profesionales sanitarios por la pésima calidad de sus comidas, mientras buena parte de su discurso se centraba en la defensa de la sanidad pública. Lo primero ocultó lo segundo. Pero más allá de ello, Rubalcaba llegó a Pamplona para apuntalar la continuidad del Gobierno de Barcina al amparo del tradicional eufemismo de la estabilidad. O eso pareció. Es cierto que Navarra necesita estabilidad, pero no parece que sea precisamente la estabilidad de mantener el agónico régimen de los últimos 20 años diseñado, controlado y protagonizado por una élite cada vez más alejada de la sociedad navarra. Apenas 48 horas después, la realidad de los hechos demostraba que la estabilidad del Gobierno de UPN es en realidad más inestabilidad institucional, política, social y presupuestaria. El Gabinete de Barcina lleva tiempo agonizando ante la falta de respaldo en el Parlamento, el desapego ciudadano y el enfrentamiento en UPN. No podía ser un momento más inoportuno para vincular esos restos de un naufragio político -hoy ya más evidente aún- con una idea mínimamente democrática de estabilidad. No hay ya mucho que mantener de ese viejo y anquilosado régimen de gobierno. Las señales de derrumbe eran claras en la sociedad navarra, desde el malestar ciudadano por los recortes sociales, al desmantelamiento y la pérdida de calidad de los servicios públicos del Estado de bienestar foral, el desempleo en cifras históricas, el lastre presupuestario consecuencia de una gestión despilfarradora o la indignación popular por las evidencias de los abusos de una casta política. Sólo quienes disfrutaban de esos privilegios y quienes controlaban las decisiones desde las bambalinas intentaban ocultar y manipular esa realidad. Si el PSN y el PSOE vuelven a llegar tarde, terminarán de recorrer el camino político y electoral que desde hace años les está llevando a la prescindibilidad en la política foral de la mano de la derecha. Navarra necesita estabilidad, pero una estabilidad real, que reconstruya el modelo social de convivencia sin exclusiones interesadas, sin poderes fácticos, sin plutócratas sumisos a intereses particulares. Una estabilidad que reconstruya el sistema de bienestar, recupere la solidaridad social y la igualdad de oportunidades, apueste por unos servicios públicos adecuados a las necesidades de las personas y generadores de riqueza y rediseñe un modelo institucional y democrático que incluya la pluralidad política y lingüística de todos los navarros y navarras. Una idea de estabilidad y otra son antagónicas.
Joseba Santamaría, en Diario de Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario