Como publicó GARA el pasado 7 de febrero, la votación de Baluarte era el primer paso para una «operación renove» al frente del Gobierno navarro. La hoja de ruta de quienes dentro del partido son muy conscientes de que la presidenta está amortizada a todos los niveles pasaba por derrotarla al frente de UPN, de modo que eso, a su vez, la inhabilitara para seguir al frente del Gobierno.
En ese contexto no hubiera sido difícil convencer a Barcina de que se hiciera a un lado por el bien común. Técnicamente era factible el relevo por Catalán, que hubiera permitido matar dos pájaros de un tiro: evitar el temido paso por las urnas y blanquear el Gobierno, a través de un nuevo mandatario menos enfangado en el lodazal de Caja Navarra y menos salpicado por la sangría social de los tijeretazos diarios a diestro y siniestro.
La propia Barcina tenía asumido este desenlace. Lo demuestran unas declaraciones hechas días antes del Congreso en las que no garantizaba su continuidad al frente del Ejecutivo en caso de que perdiera la Presidencia de UPN. Toda una paradoja si se tiene en cuenta que mientras tanto Catalán no se cansaba de repetir que seguiría apoyando a Barcina como presidenta aunque la derrotara en el Congreso. Pese a ello, consciente de su precariedad la exalcaldesa se limitaba a explicar que el lunes se vería cómo había quedado todo y se actuaría en consecuencia. Pero llegó el lunes y, sorprendentemente, se levantó también como presidenta.
Sin embargo, Barcina ha quedado muy tocada, y no solo por el escaso margen de diferencia sobre su rival. Los problemas siguen intactos (minoría parlamentaria, deuda, CAN...) Dispone de una Ejecutiva monocolor, pero no puede manejarla a su antojo porque casi el 50% está fuera. Tiene que pactar con el PSN cuando fue ella –y nadie más– quien creó el problema al echarle del Gobierno. Y hay más. En el camino hacia una derrota en el Congreso que parecía segura, hasta ‘‘Diario de Navarra’’ se retrató reclamando que UPN cambiara de caras. El influyente portal Navarra Confidencial, otro de sus soportes, tras jalear la victoria le ha instado a dejar paso cuanto antes. Pero ya no podrá ser a Catalán, claro. Así que Barcina continúa siendo un problema andante siete días después de que pareciera victoriosa en Baluarte. El único triunfo real fue el personal: estirar su carrera política.
Ramón Sola, en GARA
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