Si el próximo domingo
Yolanda Barcina no gana el congreso de UPN, la presidenta disolverá el
Parlamento y convocará elecciones anticipadas. Así lo hacen saber estos días
distintos colaboradores de la presidenta, que en la intensa pelea que voto a
voto están llevando a cabo por toda la geografía foral advierten a los
afiliados de las consecuencias que para el partido tendría una derrota de
Barcina. Y estas pasan por una nueva convocatoria electoral, que UPN debería
afrontar en uno de sus peores momentos.
A
la división interna y el malestar social generado por la crisis económica y los
recortes, se ha unido ahora la indignación generada por el conocimiento del
abusivo sistema de cobro de dietas en Caja Navarra, y que ha desgastado de
forma importante la imagen del partido. El riesgo de perder el Gobierno se hace
así más evidente que nunca, lo que genera gran preocupación en el partido,
especialmente entre alcaldes regionalistas y altos cargos, que de una u otra
forma dependen del futuro del Ejecutivo foral.
La advertencia de un
posible adelanto electoral, sin embargo, ha generado gran malestar en el
entorno de Alberto Catalán, que no le da credibilidad y lo califica de "chantaje". De hecho, el equipo del
vicepresidente insiste en las reuniones internas que mantiene con los afiliados
en que su candidatura no es ninguna "moción de censura" a Barcina,
como ha subrayando el entorno de la presidenta, y que su victoria no supone
necesariamente la salida de Barcina del Gobierno autonómico.
Los
reproches y las advertencias se van cruzando así en un debate interno que va
subiendo de nivel conforme se acerca el domingo. La división se va a haciendo
cada vez más profunda, salpicada por el intento de Barcina de hacer
corresponsables a sus compañeros de partido del abuso en el cobro de dietas de
Caja Navarra, y que va a complicar sobremanera la reconciliación a partir del
próximo lunes.
El
escándalo de las dietas ha condicionado de forma notable un cónclave que ha
adquirido ya tintes plebiscitarios para Barcina, que incluso en caso de
victoria deberá afrontar el nuevo escenario cuestionada tanto interna como
externamente. Así lo hizo constar ayer la propia presidenta, que alertó de la
"debilidad" que supone para
el Gobierno que Catalán haya decidido disputarle la presidencia del partido.
Algo
que negó ayer el vicepresidente, que en un acto celebrado en Pamplona, en el
que intervinieron todos los candidatos de su equipo a la ejecutiva, subrayó que
sería una "irresponsabilidad"
disolver el Gobierno. Catalán abogó así por "sumar y no dividir" el
día después del congreso. Una apuesta por la cohabitación que será complicada,
y que en cualquier caso siempre quedará en manos de la presidenta del Gobierno,
la única con potestad para convocar elecciones.
Diario de Noticias
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