Son
muchos los ejemplos en el mundo en el que la ocupación espacial de
realidades nacionales pequeñas a través de la modificación censal de su
territorio. La invasión china del Tibet o la “marcha verde” marroquí
sobre el Sahara son dos de los ejemplos más sangrantes de cuantos se mantienen en el tiempo y dan origen a conflictos aún no resueltos.
La intención del Gobierno español de alterar el censo electoral de las comunidades autónomas del País Vasco y de Navarra, dando cobijo en el mismo a los supuestos “exilados” provocados
por el terrorismo de ETA no tiene comparación con esas expresiones de
violencia antes reseñadas. Pero, en cierta medida, los efectos
pretendidos por esa reforma legal llevan implícita una cierta intención de modificar el mapa sociopolítico normal de Euskadi.
Antes de nada, debo
dejar constancia de mi respeto y consideración para con las víctimas
del terrorismo. Respeto, consideración y, si está en nuestras manos,
reparación de su sufrimiento. En tal sentido y con un amplio consenso político,
el Parlamento vasco , a través de una iniciativa aprobada por el
Gobierno vasco , está trabajando una iniciativa tendente a ofrecer
ayudas de todo tipo para quienes se vieron obligados a
abandonar Euskadi bajo la presión del terror, puedan regresar aquí y
recuperar –en la medida de lo posible- el tiempo perdido. El tiempo que
no la experiencia vital que esa ya nadie conseguirá que la subsanen.
Hablaba de consenso parlamentario básico, ya que al mismo no
se ha unido aun plenamente el Partido Popular, cuyo punto de mira está
desviado en el objetivo de devolver la capacidad de voto a un colectivo
difícilmente identificable. Y ahí es donde surge la iniciativa presentada ayer por el Ministro de Interior.
El proyecto de ley que hace escasas horas conocimos presenta una articulación ambigua e indefinida pues gracialmente concede la potestad del voto en Euskadi a unos individuos que, residiendo en el Estado y con su sola voluntad y amparados en una declaración expresa de haber tenido que salir de Euskadi bajo amenaza terrorista alcanzarán el derecho de sufragio en nuestra comunidad. La única salvaguarda legal que parece se les obliga es demostrar su empadronamiento mínimo de 5 años en el País Vasco y Navarra entre 1977 y nuestros días.
Resulta un tanto ridículo que, para una cuestión de tanta enjundia, se exija tan poco y se elimine de un plumazo el rango de ciudadanía vasca amparado en el Estatuto de Autonomía .
La laxitud legal que el proyecto presenta y la indisimulada intención política última de alterar
la representación abertzale consecuencia de la expresión popular pura,
hace sospechar que lo que de verdad se esconde detrás de esta iniciativa
es un “pucherazo electoral”. Si en el pasado reciente fue la aplicación
de la ley de partidos la que achicó la representación política en el
Parlamento Vasco, favoreciendo una mayoría constitucionalista irreal, ahora se pretende reducir el impacto de una mayoría abertzale ampliando la base potencial del voto “español”.
Dicho con todos los respetos, pero me parece una cacicada. Desconozco cuantos vascos se vieron obligados a salir de Euskadi perseguidos por la sinrazón y por la violencia de ETA. Pero, con
el proyecto de ley en la mano, serían muchos más los beneficiarios de
esta medida. ¿Quiénes?. Los efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado y sus familiares que entre 1977 y nuestros días
hubieran estado destinados en Euskadi y hubieran cumplido destino al menos cinco años. La suma puede ser notable y su impacto electoral también. Por poner un ejemplo, el General Enrique
Rodriguez Galindo podría, con las medidas propuestas, ser un elector
más y disponer de su voto y el de sus familiares en unos comicios
autonómicos vascos. Un despropósito, por no decir una provocación.
Provocar
puede ser otra de las intenciones ocultas de esta normativa aún en fase
de proyecto. Provocar la activación de la Izquierda Abertzale para
evitar una mayoría holgada del PNV. Y provocar al PNV para que escore su
posición hacia planteamientos numantinos y radicales, alejándole de la
centralidad.
Por
eso, quizá lo más prudente ante esta tentativa distorsionadora sea
utilizar la cabeza. No para golpear con ella sino para, con
inteligencia, dar una respuesta adecuada y deslegitimadora.
Koldo Mediavilla, http://koldomediavilla.blogspot.com.es/?spref=tw
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