lunes, 30 de julio de 2012

HASTA RODRÍGUEZ GALINDO SERÍA "ELECTOR VASCO"

Son muchos los ejemplos en el mundo en el que la ocupación espacial de realidades nacionales pequeñas a través de la modificación censal de su territorio. La invasión china del Tibet o la “marcha verde” marroquí sobre el Sahara son dos de los ejemplos más sangrantes  de cuantos  se mantienen en el tiempo  y dan origen a conflictos aún no resueltos.
La intención del Gobierno español de alterar el censo electoral de las comunidades autónomas del País Vasco y de Navarra,  dando cobijo en el mismo  a los supuestos  exilados”  provocados por el terrorismo de ETA no tiene comparación con esas expresiones de violencia antes reseñadas. Pero, en cierta medida, los efectos pretendidos por esa reforma legal  llevan implícita  una cierta intención de  modificar el mapa sociopolítico normal  de Euskadi.
Antes de nada,  debo dejar constancia de mi respeto y consideración para con las víctimas del terrorismo. Respeto, consideración y, si está en nuestras manos, reparación de su sufrimiento.  En tal sentido  y con un amplio consenso  político, el Parlamento vasco , a través de una iniciativa aprobada por el Gobierno vasco , está trabajando una iniciativa tendente a ofrecer ayudas  de todo tipo para quienes se vieron obligados a abandonar Euskadi bajo la presión del terror, puedan regresar aquí y recuperar –en la medida de lo posible- el tiempo perdido. El tiempo que no la experiencia vital  que esa ya  nadie conseguirá que la subsanen.
Hablaba de consenso parlamentario básico, ya que al mismo  no se ha unido aun plenamente el Partido Popular, cuyo punto de mira está desviado en el objetivo de devolver la capacidad de voto a un colectivo difícilmente identificable.  Y ahí es donde surge la iniciativa presentada ayer por el Ministro de Interior.
El proyecto de ley que hace escasas horas conocimos presenta una articulación ambigua e indefinida pues gracialmente  concede la potestad del voto en Euskadi a unos individuos que, residiendo en el Estado y  con su sola voluntad  y amparados en una declaración expresa  de haber tenido que salir de Euskadi bajo amenaza terrorista  alcanzarán el derecho de sufragio en nuestra comunidad.  La única salvaguarda legal que parece se les obliga es  demostrar  su empadronamiento mínimo de 5 años en el País Vasco y Navarra entre 1977 y nuestros días.
Resulta un tanto ridículo  que, para una cuestión de tanta enjundia,  se exija tan poco y se elimine de un plumazo el rango de ciudadanía vasca amparado en el Estatuto de Autonomía .
 La laxitud legal que el proyecto presenta y la indisimulada intención política última de  alterar la representación abertzale consecuencia de la expresión popular pura, hace sospechar que lo que de verdad se esconde detrás de esta iniciativa es un “pucherazo electoral”. Si en el pasado reciente fue la aplicación de la ley de partidos la que achicó la representación política en el Parlamento Vasco, favoreciendo una mayoría  constitucionalista irreal, ahora se pretende  reducir el impacto de una mayoría abertzale ampliando la base potencial del voto “español”.
Dicho con todos los respetos, pero  me parece una cacicada.  Desconozco cuantos vascos  se vieron obligados a salir de Euskadi perseguidos por la sinrazón y por la violencia de ETA. Pero,  con el proyecto de ley en la mano, serían muchos más los beneficiarios de esta medida. ¿Quiénes?. Los efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y sus familiares que entre 1977 y nuestros días hubieran estado destinados en Euskadi y hubieran  cumplido destino al menos cinco años.  La suma puede ser notable y su impacto electoral también. Por poner un ejemplo, el General  Enrique Rodriguez Galindo podría, con las medidas propuestas, ser un elector más y disponer de su voto y el de sus familiares en unos comicios autonómicos vascos. Un despropósito, por no decir una provocación.
Provocar puede ser otra de las intenciones ocultas de esta normativa aún en fase de proyecto. Provocar la activación de la Izquierda Abertzale para evitar una mayoría holgada del PNV. Y provocar al PNV para que escore su posición hacia planteamientos numantinos y radicales, alejándole de la centralidad.
Por eso,  quizá lo más prudente ante esta tentativa distorsionadora sea utilizar la cabeza. No para golpear con ella sino para, con inteligencia, dar una respuesta adecuada y deslegitimadora. 

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