El lápiz es una de las herramientas productivas más
útiles y baratas. Junto al resto de materiales que los escolares manejan,
fomenta un pensamiento creativo necesario para que, a futuro, nazcan nuevas
generaciones que abran la luz en el túnel de la crisis en el que injustamente
las hemos enterrado.
Se habla
mucho, y con razón, de la mella que va a hacer la subida del IVA en la cultura,
en las peluquerías o las floristerías. No entiendo, sin embargo, cómo no se
repara en los efectos demoledores que va a tener el incremento descomunal de
este impuesto en los materiales escolares, el humilde lápiz entre ellos.
Ningún otro
producto se va a encarecer tanto. Del tipo superreducido del 4% pasará al general
del 21%. Una subida de 17 puntos, la mayor, que castigará a partir de
septiembre unos materiales imprescindibles para el fomento de la educación en
la infancia. Una penalización clave para, desde la más tierna niñez, ahondar en
la desigualdad de acceso a unas destrezas que van a ser más fáciles de adquirir
para quienes tienen una cartera abultada.
Cuadernos,
bolígrafos, cartulinas, témperas, plastilinas o agendas escolares se gravarán
al máximo tipo por obra y gracia de la insensibilidad política que los tasará
como si fueran productos suntuosos. Un lujo para las familias más castigadas
por la crisis, una vuelta al cole penalizada que desestabilizará más la balanza
Educación-Igualdad.
Sin una
enseñanza con materiales asequibles no habrá sociedad moderna. Las familias con
posibles coparán todavía con mayor descaro los puestos administrativos, los
bancos, los despachos del poder. Para el resto dejarán el atraso porque un niño
más ignorante, sin lápiz, será a partir de septiembre un desigual en
desventaja.
Luis Miguel Escudero Ansa
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