Regía los destinos de la iglesia de Amunarrizqueta, “corriedo de Leozarana”, dice el legajo, en 1776, en la histórica
Valdorba, don Josseph de Urrizola, natural de Sangüesa, presbítero, abad de
Amunarrizqueta e interino de Bariain, cuando debido a la débil congrua, que
rentaban las propiedades del lugar se vio en la tesitura, para poder subsistir,
de unir la congrua de Amunarrizqueta con la de su vecino Bariain, alcanzando de
esta manera un salario justo y digno para el rector. No era tan fácil lograrlo
así sin más, con una mera solicitud ante la curia, sino que tenía que vérselas,
además, con el marqués de Besolla que a la sazón era don Joaquín de Elio
yAlduncin y con la señora doña Joaquina Regalada Aguirre y Beraiz, condesa de
Ayanz, patronos únicos del señorío. Las reglas por las cuales se gobernaban los
señoríos así lo establecían y a ello había que atenerse en este caso. Para ello
fijó en las puertas de las dos iglesias, en la de Amunarrizqueta y en la de
Bariain un tanto del edicto citado el 19 de octubre de 1776.
EL SEÑORÍO DE BARIAIN
Bariain, en la Valdorba, era señorío desde la Edad Media, apuntan las
crónicas antiguas del Antiguo Régimen, y se gobernaba por normas propias
administrativas tanto en la relación con los hombres y familias del lugar como
con la Iglesia. También, la dependencia que señores y colonos tenían con la
tierra era especial, por ser señorío, y alcanzó hasta el siglo XX. Todos
conservaban una relación entre ellos que con el tiempo se fue alejando de la
disciplina y rigidez primitivas. A la altura de 1776 las cosas con lentitud
pero con seguridad iban cambiando y ya no eran lo que antaño mostraban. Viene
esto a significar que algunas prerrogativas, derechos de nombramiento, de
propiedad y de justicia que los dueños poseían sobre el lugar iban pasando a
los súbditos estableciéndose de esta manera nuevas formas de relación humana y
cultural.
En todo caso, se dice en el proceso que era lugar recóndito y posiblemente
sin escuela ni nada parecido que elevara su bajo nivel cultural, tampoco tenían
párroco propio y el que pretendía la parroquia desconocía totalmente el
vascuence, lengua con la que tenía que relacionarse obligatoriamente. Así que
la llegada de don Miguel Francisco de Arizu fue la ocasión propicia para
destapar todos aquellos condicionamientos sociales que normalmente aparecen
ocultos en los litigios, sean civiles o eclesiásticos.
TODOS SON NAVARROS VASCONGADOS Y NO
SABEN OTRA LENGUA
El concilio de Trento ya establecía y alentaba a los párrocos de las
iglesias locales a enseñar la doctrina cristiana y a aprender las oraciones en
lengua vulgar, en lengua vascongada, y así se había enseñado durante los dos
últimos siglos en los pueblos de la Valdorba, sin ninguna duda, mostrando de
esta manera el misterio de la fe y de la vida de Cristo a los niños y niñas de
los pueblos.
La débil congrua, las mínimas rentas que poseía la iglesia de Santa Bárbara
de Bariain no permitían el nombramiento de párroco y los feligrses se tenían
que servir para los oficios religiosos del rector de Amunarrizqueta. Corría el
año 1776 cuando a Josseph de Urrizola, rector de Amunarrizqueta, se le ocurrió
unir ambas parroquias. En un principio todo parecía que iba sobre ruedas en el
nombramiento del nuevo párroco cuando surgió la figura del navarro y vascongado
don Miguel Francisco de Arizu, hijo de Barásoain, quien solicitando el
nombramiento para la parroquial de Bariain, puso ciertas objeciones a las
pretensiones de don Josseph de Urrizola de unificar las dos parroquias. Arizu
debió ser ordenado sacerdote el año anterior por el obispo de Pamplona, el
baztanés Juan Lorenzo Yrigoyen.
En concreto, se referían a la nula formacion que poseía don Josseph con el
idioma vascongado “el cual ignora la
lengua vascongada y los feligrses de dicho de lugar de Bariayn no comprenden
otra que esta” “y que por ello no es
capaz de servir la abadía de Bariayn”. Añadía, además, que son 16 personas
que comulgan con tres caseros que llevan el señorío y “los feligreses son todos vascongados y en este supuesto debiera
escrupulizar gravamente la contraria”. La expresión “escrupulizar gravamente la contraria” viene a decir que la parte
contraria, don Josseph de Urrizola, al pretender la parroquia de Bariain
debiera tener más cuidado que nunca al ser sus feligreses, gentes solamente
vascoparlantes y ser él ignorante de la lengua vascongada. Una ironía que no
caería en saco roto.
Y en las funciones de párroco interino que ha realizado don Josseph de
Urrizola debe “solicitar que don
Francisco Ximenez (abad de Artariain) le convirtiese (traduzca) en lengua
vascongada la explicación de la doctrina cristiana que tenía vertida en idioma
castellano”. Era un 27 de julio de 1778 y la sociedad navarra y valdorbesa
se encontraba a unos años, casi a las puertas de la revolución francesa.
ALGUNOS VECINOS DE BARIAIN
Pudiéramos pensar que los vecinos de Bariain, habitantes y moradores de los
altos de Mairaga y Sorguinaran en el año 1778 en la Valdorba, pertenecían a un
grupo social, más o menos alejadro de nuestros intereses particulares y
familiares, hombres y mujeres nacidos en otros siglos y que no tienen relación
con nosotros mismos, familias de la Valdorba y de la comarca de Tafalla. Nada
más alejado de la realidad y de la historia pensar que lo de ayer no continúa
con lo de hoy. Recordando, asimismo, aquello de que para saber adónde vas
tienes que saber dónde estás y de dónde vienes.
Las numerosas familias vascongadas que vivían en el señorío de Bariain en
1778, en la Valdorba responden a nombres y apellidos de la zona que con el
tiempo se extendieron por Tafalla y su entorno. Entre ellas hallamos en 1752 a Antonio de Goyena y
María Ignacia de Garayoa, conocidos apellidos de familias tafallesas. Unos años
más tarde, en 1766, a
Thomas Solchaga y Gerónima Irissarri. En 1777 a Juan Fc. Yracheta y Lorenza Arrazubi,
Miguel Aiessa y Josefa Antonia Leoz.
Completan la lista en 1779 Bartolomé Liberal y María Ángela de Loyola, Fco.
Ayesa y María Michaela Liberal, Juan Martín Sola y Fca. Iracheta,
Ybarrola….Todos ellos y ellas, hombres y mujeres de la tierra, con posibles
lazos familiares en la ciudad del Cidacos y su ámbito.
Y es muy probable que la cultura propia, de la familia, de su casa y de su
tierra, nos estamos refiriendo a la lengua vascongada, al euskara valdorbés y
todo lo que ello implica, llegara hasta el siglo XX en un ejercicio de
transmisión de la lengua, oculto y silencioso, de padres a hijos, de abuelos a
nietos, que para muchos, es obligado señalarlo, pasó inadvertido.
El pretendiente don Francisco de Arizu de Barásoain, fue nombrado interinamente
abad de Bariain, donde ejerció de sacerdote hasta 1788, siendo sustituido por
don Joaquín Ramón de Eraso en 1789. Con anterioridad otro sacerdote de
Barásoain, Juan Vicente de Elgueta, también vascongado, rigió en un principio
la parroquia de Bariain, de donde se trasladó a Bezquiz en 1773.
Antonio Berrio Solchaga, en La Voz de la Merindad
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