Sentía que su voz se apagaba, que su luz menguaba. Y el cardenal Carlo María Martini quiso despedirse. Y lo hizo concediendo una última entrevista a Il Corriere della Sera. En la misma, el jesuita afirma que "la Iglesia debe reconocer los errores propios y debe seguir un cambio radical, empezando por el Papa y los obispos".
El párkinson que lo venía martirizando desde hacía años apenas lo
dejaba hablar, pero "el cardenal del diálogo", como lo llaman los medios
italianos, se las arreglaba para hacerse entender con la ayuda de don
Damiano, su asistente. La entrevista uvo lugar el pasado 8 de agosto,
concedida al también jesuita Georg Sporschill. "Una suerte de testamento espiritual", declara éste.
El cardenal no elude ninguna pregunta. Ve a la Iglesia cansada, sin
vocaciones, atrapada por la burocracia, enganchada al bienestar: "Nuestros rituales y nuestros vestidos son pomposos". Llega a comparar la situación de la Iglesia con la de aquel joven
rico que se marcha triste cuando Jesús lo llama para que se convierta
en su discípulo. "Sé que no podemos desprendernos de todo con facilidad,
pero al menos podríamos buscar hombres que sean libres y más cercanos
al prójimo. Como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de
El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los que
inspirarnos...?".
Unas semanas antes de morir, Martini reconoce que la Iglesia está anticuada. "En la Europa del bienestar y en América, la Iglesia está cansada". Y le receta tres instrumentos para salir del agotamiento. "El primero es la conversión. Debe reconocer los propios errores. Los escándalos de pederastia nos empujan a emprender un camino de conversión.
Las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los asuntos que
competen al cuerpo son un ejemplo. Debemos preguntarnos si la gente
escucha todavía los consejos de la Iglesia en materia sexual. ¿La
Iglesia es todavía una autoridad de referencia o solo una caricatura en
los medios?". El segundo y el tercer consejo es recuperar la palabra de
Dios y los sacramentos como una ayuda y no como un castigo. "¿Llevamos
los sacramentos a los hombres que necesitan una nueva fuerza?".
Religión Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario