Estos días, dos ayuntamientos de Sakana
han aprobado sendas mociones en las que se vierten fortísimas críticas
contra la labor de los diferentes cuerpos policiales en su zona. Al de
Etxarri Aranatz le ha respondido nada menos que la Junta de Portavoces
del Parlamento foral. La declaración aprobada ayer por los
representantes de UPN, PSN y PP en este órgano considera la presencia de
la Guardia Civil y la Policía Foral una "garantía de cumplimiento de
los derechos ciudadanos", y acusa al Ayuntamiento etxarriarra de someter
"presión" a estos cuerpos, además de poner en duda su "respeto de las
derechos democráticos". Parece como si los citados partidos hubieran
querido devolver por pasiva la opinión que la mayoría de los habitantes
de esa comarca tienen sobre la labor policial: amenaza contra los
derechos ciudadanos, falta de respeto y presión sobre la población
local, especialmente sobre los más jóvenes. El contencioso entre la
izquierda abertzale y las diferentes policías no ha acabado con el final
de la actividad de ETA. Décadas de heridas mutuas no se curan en unos
meses, sobre todo cuando alguien parece empeñado en que nada cambie.
Hoy, 11 de septiembre de 2012, te puedes seguir encontrando un
macrocontrol, no precisamente de alcoholemia, a la salida de cualquier
pueblo en fiestas de la Montaña o en el peaje de Zuasti. Ese mismo que
nunca te encontrarás en Valtierra o en las afueras de ninguna localidad
ribera. Vale, tiene que ser una putada ser picolo destinado en Altsasu o
Bera, pero la presión que los de verde, con órdenes o sin ellas,
ejercen aún sobre la población de las zonas "desafectas" tiene bastante
de indecente. Y si esto es triste para una institución al fin y al cabo
"de fuera", tanto más lo es para la Policía Foral. Sería interesante
saber qué medidas están tomando este cuerpo en el plano lingüístico,
formativo, relacional etc para impedir que buena parte de la población
navarra lo considere ajeno o incluso enemigo.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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