viernes, 31 de julio de 2009

LOS DEBATES MEDIÁTICOS, UNA GUERRA PERDIDA

Desde que los titulares se han impuesto a los textos en los periódicos y los debates políticos se centran en la televisión, la lucha política se centra en clichés.

Si es cierto que, parafraseando a Mark Twain, las noticias de la muerte de la izquierda son muy exageradas (y algo interesadas), éstas no se encuentran en el momento más fácil de su historia. La izquierda consigue tomar posiciones claras en muchos asuntos puntuales, pero no comunicar un proyecto político global. Hay que reconocer que en este momento la derecha consigue comunicar con el electorado moderado mucho más que la izquierda.

Las razones de esta falta de comunicación son muchas, pero aquí nos interesa una, poco analizada, mas muy importante: en los últimos 20 años la derecha de mercado ha conquistado el poder semiótico. Es decir, el control de las formas simbólicas y las estructuras en que se enmarca el debate político.

Hoy estas formas son sobre todo las de la televisión comercial, creadas en una ideología de mercado y, por tanto, adecuadas para transmitir mensajes de mercado. El problema que aquí se plantea no es el control político de los contenidos (aun si éste existe), sino el control simbólico de los sistemas de significación que producen mensajes públicos. El aforismo de McLuhan “el medio es el mensaje” es una simplificación algo grosera, pero la estructura semiótica de comunicación sí determina los mensajes que se pueden (o no) enviar.

La televisión pone el debate político en un contexto espectacular y competitivo. Lakoff y Johnson, en su libro Metaphors we live by, llaman esta metáfora “el debate es guerra”. Se debate para ganar, para dejar al adversario sin argumentos. En el debate televisivo, rápido y conflictivo, vale sobre todo la inmediatez de afirmaciones aisladas; el debate no tiene memoria.

Las prácticas discursivas de tipo industrial que presiden a la producción de opinión política imponen intercambios rápidos, frases lapidarias que no se adaptan a la elaboración de una teoría política.

Los periódicos fueron, en el pasado, un vehículo importante para el discurso político de izquierdas. Pero, a medida que aumentaba la dependencia de la publicidad y por tanto entraban en la lógica del consumo, haciendo de las empresas sus clientes y de los lectores su producto, los periódicos también cambiaron su modelo comunicativo.

Los artículos se han hecho más cortos y esquemáticos, y la comunicación se ha desplazado a los titulares. Hace 100 años éstos apenas ocupaban espacio, hoy, a veces, la mitad del espacio disponible para las noticias. En esta estructura simbólica es más fácil aceptar el statu quo que cuestionarlo.

Hoy en día todo análisis de la comunicación debe tener en cuenta internet y las redes sociales. Los movimientos sociales tienen el mérito de haber comprendido enseguida las posibilidades de internet como instrumento de acción política y social. Ya en 1999 la protesta del movimiento antiglobalización en Seattle se organizó sobre todo a través de la red. Las nuevas redes sociales, tales como Facebook, proporcionan formas aún más directas de participación.

Parece que la izquierda ha encontrado un sistema de comunicación y una estructura simbólica para su mensaje, pero internet también tiene sus limitaciones y tendencias peligrosas. Con su creciente comercialización, internet va simplificando su semiótica.

Es emblemático el caso de Twitter, un servicio de intercambio de mensajes muy cortos. Internet es un instrumento precioso para los movimientos con sus mensajes claros y limitados, y con sus necesidades sobre todo de proselitismo y organización. No es tan claro, sobre todo en vista de su evolución, si internet conseguirá superar esta fragmentación, esta especificidad y transformarse en un instrumento de elaboración de una teoría política.

El mercado ha creado unas estructuras simbólicas adecuadas para el discurso político de la derecha de mercado, pero que no se adaptan bien al discurso tradicional de la izquierda. En el largo plazo, la izquierda deberá utilizar los medios de comunicación, sobre todo los nuevos, de manera original, deberá construir amplias redes de recepción y debate, nuevas formas de codificar su discurso político, una nueva esfera pública no sujeta a la simplificación y la espectacularización del mercado.

En el corto plazo, hay que moverse en un mundo en que el poder semiótico está bajo el control de la derecha. Ganar una guerra de comunicación en estas condiciones es imposible, pero sí se pueden desarrollar estrategias de “guerrilla semiótica”, utilizando los instrumentos simbólicos de la derecha de mercado para evidenciar sus contradicciones.
Simone Santini, profesor de la Universidad Autonóma de Madrid

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