viernes, 6 de febrero de 2009

SUIZA VOTA SI LE GUSTAN TODOS LOS EUROPEOS O SOLO ALGUNOS

Los ciudadanos suizos votan este domingo en un referéndum que podría impedir el acceso de los trabajadores búlgaros y rumanos a empleos en Suiza, un sufragio que está envenenando las relaciones entre el País Helvético y la Unión Europea
«Hace seis meses éramos muy optimistas con respecto a esta votación. Pero ahora la situación económica incita a reacciones proteccionistas. La gente tiene miedo a perder sus puestos de trabajo y éste no es un contexto propicio para votar en favor de la libre circulación de personas», manifestó esta semana en Bruselas Jacques de Watterville, embajador de Suiza ante la UE.

Durante el año pasado, Suiza recibió unos 80.000 trabajadores foráneos en un país donde los extranjeros representan el 21% de la población. Pero el temor a la recesión podría impulsar a muchos suizos a echar el cierre y a respaldar el rechazo incluso a ciudadanos rumanos y búlgaros, que ingresaron en la UE en el 2007. El ultraderechista Partido del Pueblo suizo -también conocido como Unión Democrática del Centro (UDC)- ha venido agitando el fantasma del desempleo y el parón en la producción industrial para pedir un voto que limite la circulación de mano de obra de ambos países del Este europeo.

La UDC ha hecho campaña con un cartel electoral en el que unos cuervos negros gigantes picotean en el mapa de Suiza y su página web afirma: «Extender la libertad de circulación a ciudadanos de Rumanía y Bulgaria es una concesión excesiva si tenemos en cuenta su retraso económico, y niveles de corrupción, criminalidad y desempleo. Eso llevaría a aumentar los impuestos y el IVA, se perdierían puestos de trabajo y aumentaría la criminalidad de los extranjeros».

Francisco Etchepareborda, un empresario suizo de origen argentino que vive en Ginebra, opina que muchos votantes perciben la campaña de la UDC como populista y cree que hay que votar a favor de la libre circulación de búlgaros y rumanos «porque no se puede decir a unos que si y a otros que no».

Pero la opinión pública suiza está dividida: un 43% de los votantes se inclina por rechazar el acceso de los trabajadores del Este mientras que el 50% está a favor, según un sondeo reciente del Instituto GfS de Berna. Eso a pesar de que los pactos laborales entre el país alpino y la UE contribuyeron a incrementar el PIB suizo en 5.500 millones de francos (más de 3.5 millones de Euros) en el 2007, de acuerdo a las estimaciones del Instituto KOF y en un momento en el que Suiza precisa de unos 3.000 ingenieros y científicos en cifras de la Cámara de Comercio Americana en Zurich.

Suiza se ha beneficiado además durante décadas de la mano de obra extranjera, que protagonizó obras de ingeniería emblemáticas, como los 384 kilómetros de línea de ferrocarril que conectan Davos con St. Moritz o el Tunel de Gotthard, el tercer mayor del mundo.

«Si los suizos votan en contra de aceptar a búlgaros y rumanos, habrá consecuencias negativas para todas las partes. Pero la peor parada será la economía suiza», ha advertido de Watterville.
La Unión Europea ha amenazado con bloquear convenios específicos en el campo de los intercambios comerciales, acuerdos laborales y de transportes. La exportación a la UE del famoso queso suizo, por ejemplo, se vería obstaculizada con costes extraordinarios en el transporte, y la participación de Suiza en el espacio Schengen podría verse también amenazada. El Comisario de Justicia de la UE, Jacques Barrot, ya observó a finales del año pasado que si como resultado del referéndum se excluía a rumanos y búlgaros, «probablemente la presencia de Suiza en la zona Schengen quedaría interrumpida».

Entre los ciudadanos búlgaros, la convocatoria de este fin de semana parece provocar más sentimientos de humillación que de preocupación sobre sus perspectivas laborales. «Suiza no es un destino prioritario de la emigración búlgara, que ha preferido buscar trabajo en países del sur de Europa como España, Grecia o Italia por cuestiones de afinidad cultural, clima o proximidad geográfíca», explica Antoinette Primatarova del Instituto de Estrategias Liberales de Sofía. «Así que los búlgaros no están tanto intranquilos por los límites reales a su posibilidad de movimientos cuanto afectados psicológicamente».Según esta investigadora, los búlgaros dentro de la UE tienden a ocupar empleos que rechazan otros trabajadores comunitarios -en el caso de Grecia, por ejemplo, un mayoría de emigrantes búlgaros son temporeros empleados en el sector agrícola, o en los servicios sanitarios en Alemania. «Algunos analistas piensan que los servicios de salud alemanes se colapsarían si se marchasen los trabajadores extranjeros. Lo que ocurre en Suiza es que la frustración con la crisis y la globalización convierte a los extranjeros en fáciles chivos expiatorios», dice Primatarova. «Pero creo que la UE le está dejando claro a Suiza que no se pueden exprimir los beneficios de acuerdos con Bruselas sin asumir responsabilidades
soitu.es

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