Ha fallecido un testigo preclaro de acontecimientos importantes del siglo XX de Pamplona y Navarra. A Carlos Clavería, nacido en 1923, le tocó vivir de cerca los años de la guerra y de la posguerra en Navarra, y también los cambios que fueron acaeciendo con la llegada de la democracia. Navarro y pamplonés de pro, tenía un sentimiento vivo de la foralidad navarra y de la centralidad que la historia había asignado a este territorio en relación a Euskal Herria en su integridad.
Siento en el alma su fallecimiento, pero, al mismo tiempo, revivo el honor que ha supuesto para mí haber tenido la suerte de disfrutar durante muchos años de su amistad y de haber compartido con él, aunque durante un periodo breve e intenso, responsabilidades políticas, así como de la de Gloria Vesperinas, su esposa, la persona más cordial y amable, y que sabrá sobrellevar desde su profunda fe la pérdida de Carlos.
En plena dictadura, Carlos participó, sin alharacas pero activamente, en la fundación de la Asociación de los Amigos del País de Pamplona-Iruñako Euskalerriaren Adiskideen Elkartea en 1960, de la que fue su primer presidente. Fue un espacio de encuentro en aquellos duros años, y una institución que promovió la cultura y la formación sobre temas importantes en relación con Navarra y con el País Vasco: derecho foral, cultura y lengua vasca, etnología... Allí se iniciaron las clases de euskera para adultos y de su mano nació la primera ikastola de Pamplona.
Su larga actividad política siempre ha estado firmemente vinculada al PNV. Fue miembro del Napar Buru Batzar y del Euskadi Buru Batzar en la clandestinidad y presidente del partido en Navarra en unos años muy delicados para el partido y muy comprometidos particularmente para él. También fue consejero foral y parlamentario del Parlamento Navarro. Y ha sido, hasta la actualidad, miembro de la Fundación Sabino Arana. Este acendrado sentimiento de miembro del Partido Nacionalista Vasco ha latido en él hasta su último aliento. Realmente, ha sido uno de los últimos caballeros históricos del partido. La semana pasada hablando por teléfono y, mientras comentábamos temas referentes al país, me dijo: "Me dio la cariñada y llamé también a Joaquín Olcoz". Ahora que lo pienso, quizá se barruntaba algo, y la llamada no fue sino un previsor anticipo de despedida de sus amigos, que tanto le agradezco.
Era un gran escritor, de estilo directo y claro, asequible para cualquier tipo de lector. Tan es así, que su Historia del Reino de Navarra ha sido, con sus numerosas ediciones, todo un récord de éxito y aceptación. Sus comienzos como escritor son muy tempranos, a los 18 años empieza a publicar sus obras, que pasan de cuarenta. En casi todos se manifiesta su impronta navarra y vasca. Diría que Carlos, en muchos sentidos pero sobre todo como escritor, cierra un triángulo en cuyos vértices se situarían otros dos notables navarros: Iturralde y Suit y Arturo Campión. En el día a día sabía recordar e ilustrar a los lectores, efemérides, hechos históricos, lugares, símbolos, personajes y diversos temas, como colaborador habitual en diarios y revistas. En su última gran obra, en dos volúmenes, Navarra: 100 años del nacionalismo vasco (1996), recorre con minuciosidad y precisión todos los hitos que jalonaron la notable presencia y acción del nacionalismo vasco en Navarra. Carlos Clavería era, sin duda, la persona más indicada para escribirla, y, quizá, la única que podía hacerlo con un conocimiento tan exhaustivo. De hecho, tenía una memoria portentosa, que ha mantenido fresca hasta el final, capaz de recordar al detalle sucesos, actuaciones y hechos significativos, con referencias contextuales que permitían enmarcarlos perfectamente en el momento y en las circunstancias en que se desarrollaron. Resultaba francamente agradable e ilustrativo conversar con él, por sus conocimientos y su rica experiencia vital, por supuesto, pero no menos por su tono, apacible siempre, y por la ponderación que demostraba en sus juicios, siempre respetuoso con todos a los que pudiera referirse.
Agur honek penaz betetzen dit bihotza, baina hainbeste urtetan gozatu ditugun adiskidetasunak eta solasaldiak hagitz leuntzen didate nahigabea, baitakit zure oroitzapen atsegina berpiztuko zaidala karrikaz karrika Iruñean barna ibiliko naizen aldi oro. Bihotzez, agur, Carlos
Rosa Miren Pagola (Deia)
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