La imagen del jugador empedernido asociada a un hombre de mediana edad enganchado a la máquina tragaperras junto a la barra de un bar se está uniendo a otra en la que un chaval de unos veinte años se funde la tarjeta de crédito en las casas de apuestas que proliferan en Internet. La adicción al juego se viste de mil trajes, pero en los dos últimos años las asociaciones de ayuda a ludópatas han abierto sus puertas a usuarios cada vez más jóvenes.
Un dato que puede interpretarse con dos ópticas distintas: preocupa el nuevo perfil del jugador, lo que demuestra que los problemas empiezan a edades cada vez más tempranas y, al mismo tiempo, se demuestra un cambio de conducta, ya que las personas se deciden cada vez antes a pedir ayuda, lo que multiplica el éxito de la terapia. Si los jóvenes que se acercan a las asociaciones tienen conciencia de que su problema no es sólo un vicio, sino una adicción que necesita tratamiento, como la adicción a las drogas o al alcohol, todo es más fácil.
Internet, sin embargo, dinamita en la mayoría de ocasiones todos los esfuerzos de los ludópatas para controlar sus impulsos ante la tentación que «está disponible 24 horas al día. Los intentos para ilegalizar las casas de apuestas por Internet o, simplemente, sacar las máquinas tragaperras de los locales de acceso público han caído en saco roto. Por si fuera poco, el éxito del negocio de las apuestas deja al sector en una posición privilegiada. En tiempos de crisis, la gente apuesta por el azar y juega más, especialmente en Internet. Una de las empresas líderes del sector, Bwin, conocida por ser el patrocinador del Real Madrid, batió el año pasado todos los récords con 420 millones de euros, un 19% más que el año anterior.
Un dato que puede interpretarse con dos ópticas distintas: preocupa el nuevo perfil del jugador, lo que demuestra que los problemas empiezan a edades cada vez más tempranas y, al mismo tiempo, se demuestra un cambio de conducta, ya que las personas se deciden cada vez antes a pedir ayuda, lo que multiplica el éxito de la terapia. Si los jóvenes que se acercan a las asociaciones tienen conciencia de que su problema no es sólo un vicio, sino una adicción que necesita tratamiento, como la adicción a las drogas o al alcohol, todo es más fácil.
Internet, sin embargo, dinamita en la mayoría de ocasiones todos los esfuerzos de los ludópatas para controlar sus impulsos ante la tentación que «está disponible 24 horas al día. Los intentos para ilegalizar las casas de apuestas por Internet o, simplemente, sacar las máquinas tragaperras de los locales de acceso público han caído en saco roto. Por si fuera poco, el éxito del negocio de las apuestas deja al sector en una posición privilegiada. En tiempos de crisis, la gente apuesta por el azar y juega más, especialmente en Internet. Una de las empresas líderes del sector, Bwin, conocida por ser el patrocinador del Real Madrid, batió el año pasado todos los récords con 420 millones de euros, un 19% más que el año anterior.
Que juegue más gente, no obstante, no tiene por qué suponer más casos de ludopatía. Cuando el jugador elige cuándo y cuánto jugar puede ser una simple afición, un divertimento. El problema es cuando desaparece ese control, cuando es la máquina la que pone los límites y no el jugador. Entonces estás enganchado.. El problema añadido en las casas de apuestas de Internet es que el control sobre los usuarios no siempre está garantizado. Un adolescente puede saltarse la normativa de forma muy fácil. Le basta con coger la tarjeta de crédito de sus padres. Y eso no se debería permitir.
También asoman nuevas adicciones. Por ejemplo, las compras compulsivas, tanto en mujeres como en hombres.. Y en este último año los jugadores han buscado emociones fuertes en el mercado bursátil. Son personas impulsivas, con conocimientos de Internet, que tienen una reacción incontrolable con las primeras pérdidas. Intentan recuperar el dinero con inversiones a lo loco y pueden acabar realmente enganchados.
Diario Vasco
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